no

Jueves, 16 de octubre de 2008

ENTREVISTA A MARK ARM DE LOS MíTICOS MUDHONEY

El grunge antes del grunge

 Por Roque Casciero

”Todo el mundo nos ama / todo el mundo ama nuestra ciudad / por eso es que últimamente estoy pensando / en que el momento para irse es ahora”, cantaba Mark Arm en Overblown, un tema que se tomaba en joda la fiebre por el grunge desatada a principios de los ‘90. Arm, que ya había sido vocalista de los pioneros Green River (donde tocaban los futuros Pearl Jam Stone Gossard y Jeff Ament), miraba con suspicacia cómo los sellos multinacionales buscaban al nuevo Nirvana entre las banditas que unos meses antes tocaban sólo para sus amigos en los boliches de Seattle.

Mudhoney, que había abierto la puerta con su minihit Touch me, I’m Sick, también fue parte de los que firmaron para una major, pero en un típico gesto de rebeldía el disco Piece of Cake tenía un sonido de garage rock bien vintage, justo cuando todos transpiraban las camisas leñadoras. “Sólo hacíamos lo que nos interesaba”, afirma Arm a través del teléfono desde Seattle. “Pero no sé si fue una reacción, se me hace difícil recordar exactamente todo eso, estamos hablando de septiembre de 1992 o algo así (risas). A esta altura, no tengo la menor idea.”

Ok, todo bien, pero la tentación por preguntarle acerca de la prehistoria del grunge es demasiado fuerte: el tipo estuvo ahí antes de que MTV oliera el espíritu adolescente de Kurt Cobain y compañía. “Los Green River no éramos los únicos, porque también estaban los Melvins y antes bandas como Black Flag, que sacaban discos cuyo lado A era de canciones punk y el B de temas medio Black Sabbath”, recuerda, ahora sí, el cantante y guitarrista. “Esas ideas influyeron en Green River, Melvins y otras bandas de las que probablemente nadie escuchó hablar porque no duraron lo suficiente como para grabar un disco. La gente que no estuvo acá sólo puede guiarse por los discos que todavía existen. Y eso no es toda la verdad. En 1984 y 1985 había muchas bandas en Seattle que hacían eso, pero también en otras partes del país.”

–Pero las bandas de Seattle tenían algo distintivo, aunque no sonaran iguales.

–Es cierto que no sonaban iguales, pero lo que tenían en común era que tocaban rock’n’roll a mucho volumen. Para alguien que no puede discernir, Soundgarden y Nirvana son simplemente bandas ruidosas. Alguien como mi madre, digamos, o quizás alguien que escriba para el New York Times (risas).

–¿Te daba envidia que Nirvana y Pearl Jam vendieran tanto?

–Antes de que pasara eso, ninguno de nosotros pensaba que pudiera ser posible. Para mí, lo que pasó con Mother Love Bone, que firmaron con un sello grande y laburaron tanto, era medio una locura. ¿Qué posibilidades había de que algo así pasara? Y no pasó con Mother Love Bone sino que extrañamente pasó con Pearl Jam. Hay tantas bandas convencidas de que tendrán una gran carrera en el rock y son tan pocas a las que de verdad les pasa... Mudhoney es una banda chica, siempre lo fuimos, y por eso nuestros objetivos son más chicos. A los 20 años tenía mucha conciencia de la historia de las bandas que me gustaban, sabía que casi ninguna había salido del underground y que el público las había olvidado. Así que cuando Nirvana, Pearl Jam y Alice in Chains tuvieron tanto éxito, nosotros teníamos claro que no éramos eso. Sé cómo suena mi voz (risas), grabamos los discos intencionalmente crudos y sucios, y no hicimos ningún esfuerzo para adecuarnos a la clase de discos que pasan por la radio, simplemente porque no nos interesaba. En el pico del grunge, nosotros ganábamos lo suficiente, podíamos tocar en vivo y no teníamos que trabajar, así que no sentimos la necesidad de cambiar nuestro modo de proceder para intentar llegar a más público.

–¿Cómo está Seattle hoy?

–Está linda y muy cara, que es una de las razones por las que Steve (Turner, guitarra) se mudó a Portland. Cuando yo era un chico y en los ‘80, la ciudad era casi de frontera, todavía estaba ese sentimiento de que estábamos muy lejos de la Costa Este y demasiado al norte de California, un poco aislados. Pero de repente Microsoft se instaló acá y las compañías de computación la siguieron. Amazon empezó acá, Starbucks también, y medio que cambió toda la ciudad. Se hizo más difícil vivir si no tenías un trabajo súper bien pago, por eso mucha gente fue desplazada. Los fans de la música asumen que fueron el grunge y el sello Sub Pop (el primero en publicar a Nirvana y también a Mudhoney) los que cambiaron la cara de Seattle, pero en realidad fueron otras industrias.

–¿Ahora trabajás en el depósito de Sub Pop?

–Exacto. El título oficial es Manager del Depósito, pero en realidad soy casi la única persona que trabaja ahí (se ríe). Lo que hago es mandar los discos a los distribuidores, asegurarme de ordenar más material cuando tenemos poco... Es bastante sencillo.

–¿Eso no te afecta el trabajo con la banda?

–Bueno, Mudhoney no toca lo suficiente como para pagarse a sí misma (risas). Todos tenemos otros trabajos, a esta altura. Dan (Peters, batería) y Steve tienen hijos, nadie quiere estar fuera de la ciudad por mucho tiempo. Y Sub Pop es bárbaro, porque ellos saben que necesitamos salir de gira y también que cuando me voy de gira voy a ayudarlos a ellos. En otros lugares sería mucho más difícil para mí poder tomarme un par de semanas para ir de gira cada tanto.

–The Lucky Ones, el último disco de Mudhoney, fue grabado en tres días y medio. ¿Buscaban más espontaneidad?

–En realidad, después tardamos un poco más en mezclarlo. La velocidad de la grabación fue completamente sin intención, simplemente teníamos un fin de semana largo de cuatro días y teníamos otros cuatro reservados para un mes más tarde. En ese momento teníamos nueve canciones y pensábamos que íbamos a lograr grabar siete, como mucho ocho, y en el tiempo entre las dos sesiones íbamos a escribir un par más y a grabar las que faltaran. Pero todo se movió muy rápido y fácilmente, no era que pusimos presión para hacer las cosas en ese momento. Entonces decidimos usar la sesión siguiente para la mezcla en lugar de grabar más temas. Dejamos que se asentara el polvo y nos dimos cuenta de que ya teníamos el disco.

–¿Por qué no tocaste la guitarra en el disco?

–La idea original apareció cuando estuve de gira con los miembros sobrevivientes de MC5 y tocamos en Seattle. Dan se copó con la idea de escribir canciones que no necesitaran de mi guitarra, para que yo pudiera andar a los saltos por ahí (risas). Por supuesto, lo siguiente que hicimos fue Under a Billion Suns, que está lleno de guitarras, así que digamos que al principio me resistí a esa idea. Pero cuando empezamos a trabajar en las canciones para este disco hablamos sobre un par de cosas –algo que nunca hacemos porque simplemente partimos de algún riff que surge–, y una fue que me concentrara en las voces en lugar de tocar la guitarra.

–Después de todos estos años, ¿qué te motiva para seguir haciendo música?

–Es muy simple: es algo divertido para hacer. Me gusta escribir y tocar canciones con los muchachos de Mudhoney. Es algo muy simple, pero también es imposible de ser descripto.

* Mudhoney toca el domingo 19 en Niceto, Niceto Vega 5510. A las 21.

Compartir: 

Twitter

 
NO
 indice

Logo de Página/12

© 2000-2022 www.pagina12.com.ar | República Argentina | Política de privacidad | Todos los Derechos Reservados

Sitio desarrollado con software libre GNU/Linux.