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Jueves, 30 de octubre de 2008

WILLIAM REID, MAGO DEL FEEDBACK Y MITAD DE JESUS & MARY CHAIN

El regreso de los caramelos psicóticos

Dieciocho años después de su debut argentino, la banda de los hermanos escoceses trae otro sauna de lava eléctrico y reniega de su status de leyenda.

 Por Roque Casciero

Quienes vieron a The Jesus & Mary Chain en Obras, el 7 de julio de 1990, tienen tatuada en el cerebro la orgía de feedback y ruido blanco que salía de la guitarra de William, el mayor de los hermanos Reid, y la parquedad dark de Jim, que no habló una palabra durante los 55 minutos del show. Palo y a la bolsa a un volumen brutal, la viola en eterna distorsión cuando la banda ya había abandonado el escenario, y la gente mirándose azorada mientras volvía al frío de Libertador. “Bueno, eso fue hace 18 años, no creo que esta vez sea igual”, se ataja un soñoliento William a través del teléfono. “Pero espero que nuestros fans argentinos también lo disfruten esta vez.” J&MC llega como parte de la invasión del Personal Fest, tras casi dos años desde la reunión de los hermanos para el prestigioso festival de Coachella. Ahí se vio una muestra de que la actitud del grupo no había cambiado tanto: Scarlett Johansson, la mujer más deseada de la Tierra, subió para hacer coros en Just Like Honey (que había sido parte de la banda sonora de Perdidos en Tokio) y los Reid... ¡ni siquiera se tomaron el trabajo de presentarla! “¿Para qué?”, se ríe William. “Si todos sabían quién era...”

De todos modos, para cualquiera que hubiese visto a los escoceses en sus comienzos, a mediados de los ‘80, el concierto de Obras habría sido bastante “normal”: al principio tocaban 15 minutos y estrictamente de espaldas al público. Además, los hermanos Reid fogoneaban sus peleas constantes –en la época en la que los Gallagher iban a la escuela– con hectolitros de alcohol y otras sustancias. Pero arriba del escenario se producía la química misteriosa entre la disonancia y el riesgo de Velvet Underground y los Stooges con el caramelo pop de los Beach Boys y las Shangri-las: el noise pop de J&MC influyó en contemporáneos como Sonic Youth (quienes publicaron un lado B llamado, precisamente, Under the Influence of The Jesus & Mary Chain), en los inmediatos continuadores My Bloody Valentine, Pixies (que hicieron un cover de Head On) y Primal Scream (cuyo líder Bobby Gillespie fue batero del primer disco de los escoceses), y hasta en bandas de este siglo como Black Rebel Motorcycle Club. “A veces podemos notar nuestra influencia en otras bandas; pero todos tenemos influencias...”, se desmarca William. “Está muy bien saber que otra gente tomó cosas nuestras, es lo que la banda pretendía hacer. Nosotros aprendimos de Chuck Berry, los Stones, los Stooges, los Velvet, los New York Dolls y Joy Division, y espero que hayamos sido parte de ese linaje.”

El iniciático e insuperable Psychocandy, que pretendieron replicar en Darklands, traía la marca registrada de la guitarra de William Reid: un sauna de lava eléctrico con baterías secas y ásperas, y encima Jim cantando desde la caverna. Automatic y Honey’s Dead acercaron a la banda al mainstream, Stoned & Dethroned vio como los Reid bajaban el volumen en un trabajo entre el folk y el VU sin John Cale, y tras el vibrante Munki –en el que le declaraban su amor y su odio al rock’n’roll– llegó la separación: William se fue en medio de un concierto y no volvió a hablar con su hermano durante más de un año. La banda no daba para más, pero su influjo persistió. No podía ser de otra manera.

–Jim y vos dijeron que la oferta para tocar en Coachella fue el disparador de la reunión. Pero ahora que podés verlo en perspectiva, ¿no será que los dos querían reunirse y necesitaban una excusa?

–Sí, eso creo. Después de la separación no hablamos por bastante tiempo, pero hace tres años murió nuestro padre y eso nos unió. No teníamos la idea de juntarnos como banda y arrancar de nuevo hasta que llegó la oferta de Coachella, que nos hizo decidirnos. Pero teníamos que asegurarnos de que no íbamos a pasarnos todo el tiempo peleando, porque odio pelearme con mi hermano.

–¿Es cierto que le dijiste a Jim que el momento para la reunión era éste porque en un tiempo más él iba a estar pelado?

–No, no. Eso fue una broma que le dije a John Moore, que fue baterista nuestro y que escribió una nota sobre la reunión para The Guardian, y salió como si fuera cierto.

–¿Cómo trabajaron en el box set de rarezas The Power of Negative Thinking, que acaba de salir?

–En realidad eso fue hecho por Rhino, la compañía discográfica. Estaba medio listo antes de que la banda se rearmara para Coachella, así que Jim y yo no tuvimos mucho que ver con eso. Para ser honesto, antes de la reunión me costaba mucho escuchar esas grabaciones. En realidad, todavía me resulta casi imposible, así que habría sido demasiado pensar en un proyecto como ése. Pero creo que es una buena colección y que muestra montones de ángulos distintos de J&MC. Entre esa caja y los discos cubren la mayoría del panorama.

–Ahora vivís en Los Angeles y Jim en Devon, Inglaterra. ¿Estar en distintos continentes es la mejor forma de evitar las peleas?

–(Se ríe) ¿Sabés qué? Un poco ayuda... Obviamente, también es una molestia, porque estamos en medio de la realización de un nuevo CD, y sería mucho más cómodo que Jim viviera acá o yo allá. Nos evitaríamos mucho viaje.

–¿En qué dirección apunta el disco hasta ahora? ¿Se puede relacionar con alguno de los anteriores?

–Yo no puedo hacerlo, estamos en medio de la realización, así que lo único que podemos hacer es esperar a que salga bien.

–¿Hay diferencias sustanciales entre el modo en que trabajan ahora y el de antes?

–No, siempre ha sido lo mismo: no hablamos demasiado, trabajamos medio instintivamente. Obviamente, ahora somos tipos maduros y vamos a ponernos más viejos, pero creo que mientras estemos vivos esa clase de relación creativa no cambiará.

–Una diferencia es que ahora vos y tu hermano están sobrios.

–Jim dejó el alcohol hace como tres años, yo hace cuatro meses. Ya había sido demasiado. No quiero morirme, tengo hijos y quiero verlos crecer.

–Si el cuerpo se la bancara, ¿harías lo mismo que en los ‘80 y los ‘90?

–No, haría las cosas de otro modo, básicamente porque lo que me divierte hoy no es lo mismo que me divertía antes.

–¿Cuál es la mejor parte de ser una leyenda del rock?

–(Se ríe) Leyenda del rock...

–No hay dudas de que lo sos.

–No, soy un músico de rock. Voy a decirte qué es lo bueno de ser músico de rock: te pagan una cantidad de dinero decente, viajás por todo el mundo, dormís hasta las dos de la tarde, podés drogarte mientras hacés tu trabajo... Ser músico de rock tiene centenares de cosas copadas (se ríe). Además, si escribís una buena canción, la gente va a escucharla.

Alarma en los oídos

Es muy famosa la anécdota de cómo Dave Davies agujereó un parlante con una aguja de tejer para conseguir ese sonido “roto” característico de los primeros trabajos de los Kinks. William Reid también experimentó para lograr su marca registrada en el sonido del rock, pero el azar lo ayudó bastante. “En ese momento no era muy buen guitarrista y tenía un pedal al que era realmente muy difícil sacarle un sonido armonioso”, recuerda. “Casi que se tocaba solo, era increíble la cantidad de feedback y ruido blanco que largaba. Era bastante caótico y me llevó varios meses dominarlo para hacer que el feedback o el ruido blanco aparecieran exactamente cuando yo quería, o para poder hacer el pase de uno al otro. Y aunque no podía tocar un tema en una acústica, cuando enchufaba mi guitarra y mi pedal sabía que nadie más podía hacer funcionar eso como yo, o en menor medida Jim. Era algo muy simple, en cierto sentido, pero también algo único que teníamos nosotros.”

* The Jesus & Mary Chain se presentará en el escnario Personal-Motorola del Personal Fest el viernes 31 a las 20.20.

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