Se espera que entre al bar un rufián pelilargo, rubio y de rulos, con chupín marcapiel, mirar ácido y –en una de esas– acompañado por otro con cara de borracho endémico. Pero no. Primera hipótesis, entonces: cualquier semejanza con la banda de rock más grande de todos los tiempos no es siquiera una coincidencia lejana. El que entra, un tal Francisco Ruiz, tiene cara de doctor recién recibido en la UBA y pide té con limón. Es, éste, el líder, cantante y compositor de una banda que se llama... ¡Roberto Planta! Y lo primero que hace es patear la pelota afuera: “No tenemos nada que ver con Led Zeppelin, eh”. Verdad implacable... el tal Planta no significa una burda bajada criolla del cantante inglés sino un escritor –imaginario– que Ruiz usó como alter ego para hacer rodar su idea.

“Roberto vino a mí en una noche de insomnio. Hay un montón de cosas que nosotros no planeamos y sin embargo suceden, ¿no? De repente me siento a escribir y dejo que él escriba por mí. Y con las canciones pasa lo mismo: hay una sensación, la expongo y veo qué pasa con eso. Después limpio lo que tiene que volar”, resalta el hombre, un tanto enigmático. Así es más fácil entenderlo: RP es un sexteto nacido hace cuatro años con el fin de mezclar rock –multicolor– y teatro.

“Nosotros no le hacemos asco a nada. Podemos mezclar tango con bossa, new metal con pop, y así, porque no somos iguales: el bajista es súper groovero, al batero le gusta el reggae pero suele violentarse, aunque nos une, como grupo, el hecho de ir tras las sensaciones”, sigue Ruiz. Con esos condimentos –casi siempre sobrevolados por un sonido global limpio–, RP acaba de concretar un disco (Prólogo del cuentista y sus primeros días) y espera que salga el libro para terminar de revelar quién es verdaderamente Roberto Planta. Por ahora, un traslúcido cuentista nacido el 10 de marzo “de algún año”, que en su niñez inventaba historias para dejarlas en cada charla con amigos en bares o plazas, pero que jamás escribía. Y que, una vez, se reconoció como un personaje de su propia invención.

Es un juego. Otra forma lúdica de presentar la banda: los seis que no estuvieron en el entierro fueron los músicos: Gonzalo, Nano, Juanfra, Nano, Rodrigo y él. “Lo que hacemos básicamente es contar parte de sus cuentos y transmitir sensaciones. Es como un cuentista raro que, de repente, explaya una sensación y está como tirada ahí, sin una línea coherente o dramática sino como una cuestión visual; con RP, entonces, llevamos a cabo esas sensaciones, de manera que la música trascienda el campo auditivo. Hay una frase que de alguna manera mueve mis composiciones: Roberto Planta dice que la música una vez se cansó de ser música, por eso lo nuestro es rock teatral y tratamos de explotarlo lo máximo que se pueda.” Ruiz nunca vio Tommy de The Who y no toma The Wall como referencia; sin embargo, algo de esa intención estética subyace en el concepto del disco y, sobre todo, en los toques en vivo. “Si bien lo literario condiciona un montón, muchas veces partimos de una música. Hay una música que nació y que queremos que diga algo, como si alguien nos estuviese contando al oído lo que tenemos que hacer: ése es Roberto Planta.”