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Jueves, 3 de diciembre de 2009

ENTREVISTA AL URUGUAYO MARTIN BUSCAGLIA

“Que el Pepe sea presidente es como que en Argentina hubiera ganado Atahualpa Yupanqui”

El notable compositor adelantará algunas canciones de Temporada de conejos, el esperado segundo disco después de El Evangelio según mi jardinero. El funk, la experimentación y el pop con espíritu rioplatense.

 Por Daniel Jimenez

Martín Buscaglia es un tipo inquieto. Si intentas seguirle los pasos es probable que cuando lo encuentres ya haya saltado a otra piedra. Instintivo, movedizo, artesano y dueño de una refinada sensibilidad musical, este compositor, multiinstrumentista y trovador uruguayo ha elegido desde hace más de diez años un camino solitario, iluminado por el reflejo de su obra, tan rica como diversa, que este sábado a la noche sacará a pasear por Niceto.

Luego de tres años de silencio (desde el notable El Evangelio según mi jardinero), el cantante adelantará algunas canciones de Temporada de conejos, su flamante quinto disco que en Argentina se editará recién la semana próxima. Para él, una buena excusa para perderse nuevamente en Buenos Aires y quizá terminar en algún rally nocturno por la calle Corrientes en busca de una de sus pasiones: los libros.

“A este show lo llamo ‘temporada de conejillos de Indias’, porque el disco recién lo voy a tener ese día, aunque sale el 20 de diciembre. No es la presentación oficial y tampoco voy a tocar todo el disco, sino que voy a hacer una mezcla de Temporada de conejos, El Evangelio..., otros discos y versiones de temas que no están editados. Va a ser un miti y miti”, cuenta Buscaglia de muy buen humor en un alto del trabajo que todos los días lo tiene metido de cabeza en el estudio que él mismo armó en Montevideo.

Acompañado por Martín Ibarubru en batería, Matías Rada en guitarra y el ex No Te Va Gustar Mateo Moreno en bajo, Buscaglia reconoce que para este disco decidió cambiar el foco y no apuntar directo a las canciones, aunque en su discografía los límites son difusos. El funk se toca con la experimentación, el jam con una acústica y el pop con el espíritu rioplatense, que no se presenta en forma de candombe de barricada sino que impregna su música de un aire orillero. El mismo aire de libertad que, dice, respira hoy el Uruguay del Pepe Mujica.

–Cuando comenzaste con tu carrera y tenías que explicarle a alguien tu propuesta, ¿qué decías?

–Mirá, mi primer disco fue una grabación de unos demos que había hecho con Juan Campodónico (Bajo Fondo, Peyote Asesino) y nunca tuve que salir a explicar lo que hacía, por suerte; nunca tuve la necesidad de explicarme. Para eso las canciones son de lo más perfecto que hay. Canciones es lo que siempre quise hacer, pero al mismo tiempo siento que las estoy reconstruyendo y rearmando de nuevo como si fueran un Frankenstein. Este disco lo vivo como más alejado del lado cancionero, aunque siempre puede variar. Plácido domingo era más cancionero y El Evangelio... ya tiene una interferencia. En éste el plan primario era no hacer un disco de canciones. Yo quería hacer como una exageración, una hipérbole de unos puntos que me gustan, como trabajar las letras o meterme con cosas rítmicas.

–Sos un ávido lector y siempre estás en actitud de búsqueda. ¿Pensás que para un músico un libro puede ser más influyente en su obra que un disco?

–Sí, totalmente. Yo tengo un amigo español que es flautista y que en El Evangelio... en la canción Budismo tropical toca una muleta, de esas que usas cuando te rompes una pierna. La flauta que escuchas en ese tema es una muleta (risas). Porque él ve todo en forma de tubos por donde puede pasar el aire. A mí me pasa lo mismo pero con hacer canciones. Cualquier cosa que sucede a mi alrededor, me sirve. Soy un consumidor voraz de libros y considero la lectura algo tan influyente como la música. La lectura es sumergirte en mundos que generan una situación favorable para la creación y ayuda a profundizar las búsquedas.

–Hoy la obra de un artista en muchos casos se resume a una canción que rota en la radio. ¿Creés que se perdió un poco el valor de la obra artística?

–Mirá, eso a mí no me pasa pero sé que eso pasa, y es un bajón. Sacar un disco tiene que ser un evento muy importante, por más que la tecnología ahora lo haga todo más fácil. Temporada de conejos lo hice en el estudio de casa y lo mezclé en España, también en una casa, y está buenísimo que eso pase y que cualquiera pueda hacer un disco y que alguien talentoso no deba pasar por filtros económicos para editar su material, pero también cualquiera saca un disco que no sé si debería hacerlo. Sacar un disco tiene que ser algo potente. Tenés que estar convencido de que estás proponiendo algo que va a generar cosas, que puede perdurar y conectar con la cabeza de otro. No me interesa sacar canciones porque me gusta tocar. Me embola cuando hay bandas con discursos simples que dicen “nosotros tocamos y hacemos lo que podemos”. ¡No! Para eso quedate tocando en tu casa, sacá los temas que te gustan y comprate una guitarra increíble. Yo considero a un disco como una obra o parte de una obra.

–¿Sentís que el artista tiene una responsabilidad?

–Absolutamente. Hace bastante tiempo que soy consciente de eso y puedo recordar cómo fue el proceso donde noté que comenzaba a tener responsabilidades arriba de un escenario. No es que la primera vez que subí me di cuenta. Es un poder que tenés ahí arriba, es una responsabilidad, pero también un gran poder. El escenario te coloca en un lugar de acuerdo con la letra que hiciste, con la música que tocas, cómo te mira la gente. No podés ir a tocar como vas al almacén, no es lo mismo. Yo lo vivo como un momento de colocón, entrega y libertad.

–En los últimos años la cultura ha influido cada vez más sobre el campo social y se presenta como un bastión de resistencia ante la falta de respuestas políticas. ¿Ese contexto hace que se modifique el rol del artista?

–Sí, estoy de acuerdo con eso. Noto un florecer de la cultura en Uruguay, tanto de artistas haciendo cosas como de propuestas, bandas que salen o gente que arma festivales. En un momento aparecieron bandas más rockeras y era evidente que ocupaban un rol que antes tenía la política. Y los guachos y la masa en lugar de seguir una ideología empezaron a seguir a unos cantores, aunque ese rol no es sólo de los cantores; también lo puede ocupar el poeta abstracto, el que baja línea y hasta el que hace música instrumental.

–El domingo pasado José Mujica se convirtió en el nuevo presidente de Uruguay por el Frente Amplio. ¿Sos optimista respecto del futuro político de tu país?

–Mirá, no es casualidad que muchas de las cosas que se motorizan desde la cultura en Uruguay tengan que ver con la movida que ha hecho aquí la izquierda. Ahora que ganó el Pepe Mujica... bueno, las cosas por algo pasan, aunque es muy fuerte de golpe dos gobiernos del Frente Amplio. No sé si lo del Pepe fue más emocionante que lo de Tabaré, porque era la primera vez, pero fue tremendo. Que el Pepe sea presidente de Uruguay es como que en Argentina hubiese sido presidente Atahualpa Yupanqui. No soy patriota ni nada, pero me da orgullo y me gusta decir “¡qué bien, loco, por fin este país puso a gobernar a un tipo como Pepe!”

* Martín Buscaglia se presenta este sábado 5 de diciembre en Niceto. A las 21.

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