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Jueves, 21 de octubre de 2010

DEATH ANGEL

Mi pobre angelito

Hace unos días salió a la calle Relentless Retribution, sexto trabajo de estudio de la banda que, según Cavestany, es el nuevo clásico desde el debut The Ultra-Violence, de 1987.

 Por Mario Yannoulas

En 2007, Dave Grohl los invitó a grabar en su estudio y los integrantes de Death Angel sintieron que el regreso se terminaba de llenar de sentido. Convidados por el líder de Foo Fighters, un año después salió a las calles Killing Season. “Fue una de esas cosas que te invitan a seguir, principalmente porque Dave es uno de mis ídolos personales”, destaca el guitarrista y único miembro original, Rob Cavestany. Sin embargo, la historia musical de la banda de thrash metal es incluso más antigua que la del ex baterista de Nirvana.

Formado a comienzos de los ‘80 por cuatro primos en la prolífica Bay Area de San Francisco, el grupo tuvo otro mecenas destacable en sus comienzos: Kirk Hammet, entonces ya guitarrista de Metallica, produjo Kill as One, uno de sus primeros demos, tal vez seducido, además de por la música, por sus orígenes filipinos en común. Llamaron la atención de David Geffen, y se convirtieron en la primera banda del estilo en firmar para el corpulento sello. Así se afirmaron como parte de la legión de bandas que acompañaban, en un segundo plano respecto de Megadeth, Slayer, Anthrax y Metallica, la escena del thrash estadounidense. “Mark (Osegueda, cantante) vivió con Kirk por unos años y se volvieron amigos íntimos, así que viene seguido a vernos cuando tocamos en San Francisco. De hecho, hace poco le dimos una copia del disco nuevo y nos hizo una muy buena devolución. También somos muy amigos de Robert Trujillo y de James Hetfield, a quien también vi la otra noche y me estuvo hablando muy bien de la banda. Es fundamental sentir su apoyo”, declara el guitarrista.

Por estos días salió a la calle Relentless Retribution, sexto trabajo de estudio de Death Angel que, descifra Cavestany, es el más vehemente desde el clásico debut The Ultra-Violence, de 1987. “Es un disco agresivo, de thrash metal furioso: está tocado muy rápido y hay muchísimo doble bombo. Se dio así principalmente por nuestro propio estado mental, porque teníamos una dosis extra de agresividad. La incorporación de Damien Sisson en bajo y Will Carroll en batería, por la música a la que están habituados, nos llevó hasta las raíces.”

Vivencias tormentosas como las que nutrieron a Relentless Retribution también estuvieron presentes en otras ocasiones, en algunos casos como combustible creativo y en otros como factor de quiebre. En 1990 viajaban a Las Vegas cuando su micro chocó en Arizona, y el entonces baterista Andy Galeon terminó tan lastimado que le llevó un año recuperarse. La banda perdió fuerza hasta disolverse. “El choque dejó una cicatriz emocional y mental muy grande. Siempre que viajamos nos preocupamos por saber quién maneja, y a veces se hace difícil dormir cuando la ruta es complicada. Como cualquier experiencia traumática, nunca se va del todo, y lo que vino después fue resultado de eso. En el momento en el que nos separamos nunca pensamos que íbamos a reunirnos, y cuando lo hicimos fue por la mejor causa posible.” La referencia es a su regreso, en 2001, a una década de su separación, cuando decidieron retomar en un concierto a raíz del cáncer que sufría Chuck Billy, cantante de Testament.

–Hace poco, Metallica, Megadeth, Slayer y Anthrax armaron la gira The Big Four Tour. ¿Te ves haciendo algo parecido junto con Exodus, Testament y Overkill?

–Uy, sí, ¡sería genial! Más bien sería un “Little Four Tour” o “Medium Size Tour” (risas). No, era un chiste... se empezó a hablar de algo así y me encantaría, lo veo muy posible. Tenemos que ponernos de acuerdo.

* Death Angel toca hoy en The Roxy Live Bar, Niceto Vega 5542. Desde las 18.

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