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Jueves, 13 de enero de 2011

EL RECUERDO DE TAVO KUPINSKI

Ay ay ay

El rock está de luto: el coche en el que viajaba el guitarrista de Los Piojos, Revelados y Las Pelotas volcó el martes 4 a la altura de Dolores. Tavo y su esposa fallecieron. La despedida de sus amigos y compañeros: “Era un músico tremendo y muy abierto, con el que te cagabas de risa”.

 Por Lucas Kuperman

La muerte siempre angustia, pero cuando se trata de una pérdida que irrumpe de forma inesperada y nos quita a alguien tan joven, el golpe parece más fuerte. El guitarrista Gustavo Kupinski, miembro de Los Piojos durante casi dos décadas, de Revelados en los últimos años y eventual guitarrista invitado de Las Pelotas, falleció en la tarde del martes 4 en un accidente automovilístico en Dolores. Su esposa, Flavia Cuellar, también perdió la vida, mientras que las hijas de la pareja, de dos y cuatro años, sufrieron graves heridas. Según las pericias policiales, ninguno llevaba puesto el cinturón de seguridad. Esa misma noche, en el perfil de Facebook de Ciro y Los Persas y en el de Las Pelotas se lo homenajeó.

Gustavo Kupinski, que falleció demasiado joven, dos semanas antes de cumplir los 37, fue un gran guitarrista, especialmente importante para la historia reciente del rock argentino. “Tavo” para los cercanos, “Kupi” para los amigos. El zurdo siempre estaba de buen humor, rodeado de gente, de sus instrumentos y de viejas antigüedades que cuidaba como reliquias. Fue miembro de Los Piojos desde 1991 –cuando Pablo Guerra dejó la banda de El Palomar para unirse a Los Caballeros de la Quema y él entró en su reemplazo–, sumó guitarras, arreglos, bandoneones y voces a todos los discos y shows en vivo hasta la disolución del grupo. En sus últimos años formó la banda Revelados junto a dos ex Piojos (entre ellos Guerra) y tocó con Las Pelotas como músico invitado, de forma casi permanente.

La misma apertura de sus encares musicales tenía en lo personal. Fue amigo de gente de distintos palos: el tango (fue un gran apasionado y partícipe de varios eventos del género), los deportes (Gonzalo Bonadeo expresó su tristeza a través de su Twitter), compañeros de sus años de secundaria en la escuela con orientación musical Esnaola (entre ellos, el “Changuito” Farías Gómez, amigo y colega en Los Piojos y en Revelados), periodistas (el equipo del programa Basta de todo de FM Metro lo recordó al aire y Eduardo de la Puente le dedicó unas líneas en el Facebook de su banda Tristemente Célebres). El rock, en general, despide a un tipo humilde, sociable y curioso, una “buena persona y un excelente músico”.

Tomás Sussmann (guitarrista de Las Pelotas)

“Tavo entró a Las Pelotas en los últimos dos años. Fue para probarlo como invitado, pero ahí lo empezamos a conocer más y al final terminó tocando toda la lista de temas: era como un invitado permanente. Fue una entrada de aire nuevo que necesitábamos en Las Pelotas. Cuando vino, en realidad fue como que se autoinvitó: ‘Quiero que me inviten a tocar un tema con ustedes’, nos decía. Y que era fan nuestro. Lo sacaba cagando, le decía: ‘Pará, estás loco, cómo vas a ser fan nuestro, mirá lo que sos vos’. Nos repartíamos muchos laburos, ya que en el escenario a veces me sentía solo, porque Germán está cantando y mirando a la gente, Gabi está del otro lado. A partir de la entrada de Tavo tuve alguien al lado que me daba una tranquilidad extra. Nos cagábamos de risa, nos divertíamos mucho con él. Aparte fue un músico tremendo y no sólo un gran guitarrista.”


Mario Barassi (guitarrista y cantante de Los Súper Ratones)

“Nos conocimos a fines de los ‘80, cuando Los Súper Ratones hacíamos nuestras primeras incursiones a Buenos Aires de la mano de la movida rockabilly. Yo tenía 18 y él estaría alrededor de los 15. Eramos una especie de clan semi-adolescente que se juntaba para compartir fiestas, eventos, shows y cualquier oportunidad de escuchar los vinilos que se podían conseguir de Eddie Cochran, Gene Vincent, Chuck Berry, Little Richard, Stray Cats, y otros tantos. Tavo fue un gran guitarrista, muy curioso y estudioso del instrumento, de los mejores que conocí. Era un deleite verlo disfrutar improvisando, con una pasión propia de alguien que vive la música y se olvida de todo lo demás. Apasionado del blues y del rock clásico, podía meter arreglos que recordaban a Brian Setzer, Clapton o Pappo, a veces al mismo tiempo. Un poco de toda esta nostalgia se pudo volver a cristalizar en su cumpleaños, donde se improvisó una hermosa zapada en la quinta de Paso del Rey. Nos vimos asiduamente durante los dos últimos años, siempre recordando situaciones bizarras de los comienzos y amigos en común. Fue uno de los invitados de lujo que tuvo nuestro último disco. La primera viola de las canciones Chapeau y Oro en el fondo del mar son de su inspirada improvisación.”


Sebastián “Roger” Cardero (baterista de Los Piojos y de El Vuelo de la Grulla)

“Cuando entré a Los Piojos, Tavo me llevó de la sala hasta la autopista. Ahí me di cuenta de que era un tipo que quería hacerte sentir bien y estar cómodo. Cuando entré a la banda, Kupi no hizo la diferencia. Ninguno la hizo, pero él en un sentido se hizo cómplice, haciéndome sentir uno más desde el primer momento. En un grupo ya formado e importante, me ayudó a sacarme ese peso y a sentirme cómodo. Fue un chabón muy especial, su casa nunca estaba vacía. El tenía un grupo muy grande de gente del secundario, otro muy grande de tango, era un ‘joven viejo’, cómo le decíamos nosotros. De hecho tenía un amigo del tango, que se llama Clausi, un bandoneonista muy grosso, y uno de sus sueños era llevarlo a grabar un disco. Y lo hizo, bancándole todo él. De todo sabía mucho y bien. En Los Piojos, si no nos acordábamos algo de los temas, era siempre ir a consultarlo con él, en qué tono estaba tal tema, en qué nota venía algún arreglo. Cuando nos íbamos de gira, siempre íbamos al pueblo a buscar alguna casa de antigüedades, donde él siempre encontraba algo. De hecho, la tapa del disco de La Franela (la banda de otro ex Piojo, Piti Fernández) es la foto de un Winco de la colección de Tavo. Fue un tipo que desde el primer momento me hizo sentir su amigo. ¿Qué más te puedo decir?”

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