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Jueves, 10 de febrero de 2011

Y EN ESO PASó VAMPIRE WEEKEND

Hotel California

Estos chicos blancos universitarios tal vez no chupen sangre durante el fin de semana, pero son buenos para “succionar” culturalmente elementos de la música africana. El flamante Contra está inspirado en la música latina de California.

 Por Roque Casciero

Tres de cuatro Vampire Weekend reciben al NO con gesto de amable hastío: son las 5 pm del sábado, afuera el clima está espectacular (“no como en Brasil, donde nos morimos de calor”, dirá más tarde el baterista Chris Thomson), y ellos acaban de terminar la prueba de sonido de su primer show porteño. Es evidente que Thomson desearía estar repasando algunas de las calles que recorrió hace un par de años, cuando anduvo por acá de vacaciones, pero los tres le ponen bastante onda a la situación. El que falta es Ezra Koenig, el cantante y guitarrista del grupo, que se volvió al hotel con dolor de garganta (que no se notará durante el show), así que adiós a la idea de preguntarles por la mención a los argentinos en Mansard Roof, del debut epónimo de Vampire Weekend. El que toma la palabra en la mayor parte de la breve entrevista es Rostam Batmanglij, tecladista y guitarrista, con alguna intervención de Thomson y el bajista Chris Baio. Ah, y están los tres vestidos con remeras: nada de las chombas que en el pasado les atrajeron críticas (los “acusaban” de ser de alta sociedad, en parte porque estudiaron en la prestigiosa Universidad de Columbia), ni de las prolijas camisas que más tarde usarán para salir a escena.

El paso del grupo por Buenos Aires es también el cierre de la gira de presentación de Contra (2010). El disco llegó al número 1 del ranking estadounidense, algo nada frecuente para una banda indie en estos días. Pero todo lo que se habló acerca de Vampire Weekend desde su aparición –a favor y en, ejem, contra– generó una expectativa que el álbum logró satisfacer con creces. Las melodías irresistibles siguen allí, lo mismo que los ritmos africanos y las guitarras limpias y saltarinas, tan propias del afrobeat. Continúan las letras irónicas, aunque ya no dirigidas a la vida en el campus universitario, ni a la alcurnia neoyorquina, sino a los primeros pasos en la madurez. “En parte, Contra fue específicamente inspirado por nuestro interés en la cultura latina en California”, arranca Batmanglij. “También pasamos algún tiempo en México haciendo el disco. Creo que hay ciertos ritmos latinos que son asimétricos que están conectados con los de otros lugares. Por ejemplo, el ritmo del reggaetón es igual a algunos de la música turca. Al ser ritmos asimétricos, están conectados: música caribeña, india. Entre ellos hay huellas que pueden ser unidas.”

–Afrobeat, música latina... Hace unos años quizá no había la posibilidad de acceder a toda esa música en Estados Unidos como en estos tiempos de globalización e Internet.

Batmanglij: –En realidad, en Nueva York todo eso ha existido desde hace décadas. No creo que sea necesariamente por esa razón.

Thomson: –Ninguno de nosotros se crió en Nueva York, pero cuando fuimos a la universidad allí nos conocimos y formamos la banda. Antes de Internet, los relanzamientos en CD fueron importantes: ahora es más fácil acceder a material oscuro de cualquier parte del mundo.

Batmanglij: –Lo que sí tuvo mucha influencia fue haber convergido en Nueva York. La ciudad ciertamente me afectó de manera positiva. Por ejemplo, ahí escuché dancehall durante las celebraciones de carnaval, o iba a un lugar llamado Tonic en el Lower East Side, que ya cerró, a escuchar diferentes clases de música. El haber podido ver ciertos shows fue crucial para mí. De hecho, creo que nuestra puerta de entrada a la cultura latina viene de Nueva York.

–En las entrevistas, incluso aquellos a los que les gusta su música, hablan de “apropiación cultural” porque ustedes son chicos blancos y universitarios que toman muchos elementos de la música africana. ¿Creen que eso se desvanecerá con el tiempo? Porque algo parecido les pasó a David Byrne y a Peter Gabriel, por ejemplo, y hoy ya nadie habla de eso.

Baio: –Creo que con el paso del tiempo es como si desaparecieran las cosas que rodean a un álbum. Cuando era más chico y escuchaba algún disco que había salido antes de que yo naciera, no necesariamente sabía acerca de los conceptos relacionados con él. Lo bueno es que lo que permanece es la música.

–Pese a eso, ¿sus discos no son bien de este momento?

Batmanglij: –Sí, creo que nuestra música sólo podría ser hecha hoy. No somos revivalistas. Pero, al mismo tiempo, nuestra influencia africana la recibimos de nuestros padres, antes de que existiera Internet.

–Cuando se dieron a conocer, decían ser del “Upper West Side Soweto”, lo cual les atrajo muchas críticas. ¿No creen que a veces son demasiado “cancheros” como para que se los entienda de manera masiva?

Batmanglij: –Quizás (risas). No creo que nuestros álbumes sean difíciles de digerir, aunque sí creo que hay referencias bastante oscuras, tanto en lo musical como en lo lírico. Pero tenemos la esperanza de funcionar como puerta de entrada a nuevas cosas para mucha gente.

–Y la ironía de sus letras muchas veces es malinterpretada.

Batmanglij: –¡Sí! Pienso exactamente lo mismo. Pero no creo que sea adecuado usar el término “apropiación cultural”.

–¿No es un concepto viejo, pasado de moda?

Batmanglij: –El término “apropiación cultural” tiene mucha implicancia racial, cosa que descubrís que es pura mierda si te detenés a revisar nuestro background familiar (Nota: el tecladista es hijo de iraníes, por ejemplo). Algunos tipos se meten con eso y otros simplemente ponen las palabras en su crítica del disco.

–Dijeron que Contra era su disco “californiano”. ¿Fue algo buscado?

Batmanglij: –Sí, ése es uno de los lazos que unen al disco. Creo que puede escucharse en el tono de la guitarra de Cousins, o en las trompetas y la batería en varias partes del disco. Pero es sólo una de las cosas que hay en el disco, no es que sea como una isla sino que está conectada a otras ideas.

–¿Es cierto que se fueron un tiempo juntos a California antes de grabar Contra?

Thomson: –En realidad, pasamos ahí mucho tiempo. Cuando sos una banda norteamericana y salís de gira, seguramente vas a tocar todo el tiempo en Los Angeles, San Francisco, San Diego y otras ciudades. Nosotros somos de la costa este y, visto desde allí, California es como un símbolo de ciertas cosas, más allá de que realmente las represente o no.

–Hay un cliché que dice que, para los neoyorquinos, California es como un lugar sin cultura.

Thomson: –Sí, pero eso también está medio pasado de moda. Supongo que es algo que viene de las películas de Woody Allen. Todos nosotros amamos California, nos encanta pasar tiempo allí y tenemos muchos amigos. Seguro, hay gente que todavía piensa así, pero no la de nuestra edad.

Batmanglij: –California es un lugar al que mucha gente se mudó en los últimos tiempos y eso hace a la cultura que se generó, que no existía hace cien años. Por eso nos interesó tanto.

–Para las personas de cierta edad, la palabra “contra” remite a Nicaragua; para los más jóvenes, a un videogame con ese título. ¿Usan esas palabras para hablarles a diferentes generaciones?

Batmanglij: –Sí, pero casi todo lo que una banda hace es para hablarles a diferentes generaciones. Uno le transmite cosas distintas a gente diferente al mismo tiempo. Creo que lo que nos interesa a nosotros son las intersecciones: está bueno que los chicos hablen con sus padres acerca del nombre de un disco y que ambos puedan tener una visión distinta a la que tenían. Definitivamente teníamos en claro que la palabra “contra” tenía diferentes connotaciones: en inglés ni siquiera existe como palabra en sí misma, es sólo un prefijo.

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Imagen: Cecilia Salas
 
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