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Jueves, 10 de febrero de 2011

PANIC AT THE DISCO EDITó VICES & VIRTUES

Emoterapia

Pasaron por Mar del Plata para tocar en la fiesta de la P, pero aseguran que no fueron al Casino: tenían mejores cosas para hacer.

 Por Luis Paz

“Distribuyan la riqueza”, gritó uno en Mar del Plata hace un par de semanas. Estaba en el parador Mute Club de Mar, el domingo 23 de enero, cuando Panic At The Disco tocaba en el marco de La Fiesta de la P que la telefónica Personal montó allí; y no fue ni un libertario, ni un sindicalista, ni mucho menos un militante de alguna asociación protectora de los celulares, sino el propio Brendon Urie, el pibe de 23 años que está al comando de esa banda de Las Vegas. “No fuimos al Casino de Mar del Plata porque cuando estamos de gira queremos conocer cosas nuevas. Vimos a MGMT en la playa y fue increíble. El público es muy encarador, pero respetuoso, muchos se acercaron a sacarse fotos y esas cosas. Y aunque teníamos miedo del sonido por estar tocando en la playa, salió muy bien”, evaluaba para el NO.

El paseo marplatense le vino de maravillas a PATD, que pronto publicará también aquí su nuevo disco, Vices & Virtues, un nuevo paso de un camino variable: aparecieron bastante cercanos al rock alternativo, luego se los llegó a confundir como parte de la escena emo-core y acabaron siendo una suerte de The Killers para la nueva generación de adolescentes. “No creo que tengamos nada emo, hacemos rock alternativo”, se ataja Urie desde su habitación en un hotel de MDQ. “Pero pasó que éramos muy pibes cuando salimos a tocar, teníamos 16 o 17 años y el emo estaba de moda, así que nos influenció estéticamente. Lo único que nos quedó de emos fue el ser emotivos cuando tocamos. Para este disco nos han dicho que hay cosas tipo Guided By Voices, así que esta vez se sorprenderán”, promete.

En julio de 2009, el violero Ryan Ross y el bajista Jon Walker dejaron la banda aduciendo diferencias artísticas, y armaron The Young Veins. Urie y el otro sobreviviente, el baterista Spencer Smith, sacaron el signo de exclamación que decoraba el Panic de su nombre y le dieron forma a este tercer álbum que tiene a La balada de la Mona Lisa como corte. “Escuché el disco de su banda y soy bastante fan de ellos”, tira Urie, lejos de cualquier resquemor. “Cualquier persona que siga sus sentimientos nos inspira respeto y ellos se alejaron para hacer lo que los iba a llenar, no tuvo que ver con la amistad, ni con la banda”, evalúa. El resultado de los cambios se hará público el 29 de marzo, cuando aparezca en las bateas su nueva placa.

Lo suficientemente jóvenes aún como para que Spencer se sonroje en el avión cuando a la azafata se le cae la bolsita de la merienda a sus pies, los Panic At The Disco vienen viendo de cerca (pero en vista isométrica, desde el escenario) a una generación mundial de chicos y chicas que, de verdad, se ponen de la nuca con su música: “Creo que es una generación genial y estamos muy felices de estar cerca de ellos. Lo que más los marca, creo, es que son una generación con mucha confianza, que no está dispuesta a aceptar eso de ‘ser muy joven para esto o para aquello’”.

–¿Qué te parece lo mejor de esa generación?

–Lo genuinos que son las pibas y los pibes. La atención que están prestando a lo que pasa en el mundo. En todos lados los jóvenes están siendo protagonistas de procesos de cambio y es muy interesante que así sea. En Estados Unidos fueron fundamentales para que ganara Obama. Y esos votos deben ser respetados y escuchados. Los políticos tienen que cumplir lo que les prometieron.

–¿Y lo peor?

–Que son pibas y pibes no muy habituados al esfuerzo: podrían esforzarse un poco más en lo que hacen y llegar incluso más lejos en su obra como generación.

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