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Jueves, 17 de febrero de 2011

MOSQUITO SANCINETO IMPROVISA CON HISTORIA

200 años no es nada

Esta vez, la improvisación teatral de Mosquito no tendrá el formato de match, sino que será un solo elenco haciendo caso de las elecciones del público sobre la base de la historia argentina.

 Por Sebastián Ackerman

Juega todo el tiempo. Juega con el título de su última presentación, juega con su apariencia, juega en su trabajo. Es uno de los grossos de la improvisación teatral, el que la hizo nacer y crecer en nuestras pampas. Y en Argentina improvisada. Bi-Centenario vuelve a participar como jugador después de varios años, en los que se dedicó a ser presentador y showman sobre el escenario. “La improvisación es un género del que si doy un paso al costado a esta altura de mi vida soy un pelotudo, porque lo hice yo casi en el país”, se planta Mosquito Sancineto ante el NO. ¿Y qué se puede anticipar de un espectáculo que va existiendo a medida que se está desarrollando frente a los ojos del público? “Improvisar es una vorágine”, subraya. “Te estás cambiando y al mismo tiempo estás escuchando lo que pasa en escena porque tenés que aparecer, y la puesta la armás ahí. Es como que todos somos los directores de la misma puesta; es un sentido tan concreto de la concentración que no se puede fallar”, rescata.

Esta vez la impro no tendrá el formato de match sino que será un solo elenco haciendo caso de las elecciones del público sobre título, estilo y final, sobre la base de una pantalla donde van a aparecer imágenes desde 1810 hasta la actualidad. “El público elige una, por ejemplo el cruce de los Andes. Luego le pone el título, como Se me heló la vaca, que puede ser de lo más tonto a lo más elaborado, como La vaca da leche congelada (risas)”, explica Mosquito. Sobre esas elecciones, luego se elegirá el estilo, que podrá ser policial, ciencia ficción, melodrama, comedia musical, cine argentino de distintas épocas, ópera. “Tenemos una reunión de consorcio de 30 segundos entre los jugadores para definir cómo empieza la historia, nos cambiamos y empezó”, cuenta. Y otra novedad respecto del match es que el público puede elegir el final de cada improvisación: cada escena tendrá una duración de 10 minutos, que será controlada también por la platea. “Alguien que elijo entre los espectadores lleva el tiempo, y a otro le doy mi silbato. ¡Tienen que estar muy atentos! Ahí nos gritan ‘¡Tiempo!’, y eligen el final: trágico, gay, político, triple X”, detalla.

“¡Este ciclo tendría que haber sido 201!”, bromea sobre el título del ciclo, que fue presentado el año pasado en Teatro por la Identidad. Y es Bi-Centenario porque, además de los doscientos años, “ya que tenemos el matrimonio igualitario, va a estar bueno que se enamoren dos próceres o dos personajes de la vieja historia. Vamos a jugar con eso, con imaginar la sexualidad de todos”, desafía. Y anticipa, dice que por experiencia, que el final Triple X, una especie de homenaje a las películas porno, es una fija. “Se va a crear un efecto de escenario porno. Seguro es lo primero que nos van a pedir, porque nuestro público es tremendo. A veces nos ponen a prueba: ‘A ver cómo salen de ésta’. Después, si sale bien, se relajan y están a favor”, se entusiasma sobre lo que define como algo que será “una gran fiesta”. “Y si alguien algún día me quiere llamar para hacer trabajo como actor, bienvenido. ¡Yo soy actor! Acá te encasillan muy rápido”, protesta.

* Argentina improvisada. Bi-Centenario se presenta los viernes de febrero a las 23.30 en el ND Ateneo (Paraguay 918).

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Imagen: Guadalupe Lombardo
 
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