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Jueves, 3 de marzo de 2011

OZZY OSBOURNE EN ARGENTINA

“Decidí NO hablar de política porque NO la entiendo”

Este increíble Beverly rico que resistió con su cuerpo todo tipo de calamidades, excesos, enfermedades y adicciones, es un milagro de la ciencia y –por qué no– del rock.

 Por Juan Ignacio Provéndola

“Es probable que se diga eso de mí para darle un respiro a Keith Richards”, dice una voz en el teléfono. Hace poco, un laboratorio estadounidense examinó su código genético para tratar de entender lo inentendible: cómo es que, a los 61 años de una vida sin renuncios, Ozzy Osbourne aún sigue vivo. Se reventó el cuello andando en cuatriciclo, fogoneó comas alcohólicos varios a razón de cuatro botellas de cognac por día, comprometió su sistema inmune al punto que le diagnosticaron erróneamente HIV positivo, y hasta sobrevivió casi indemne a la embestida que un avión fuera de control hizo sobre su micro en una gira. Su vida pareció ser una permanente provocación a la misma muerte, tarea que hizo con mucho esmero y –como vemos– poco éxito. “Lo tuyo es un milagro médico”, fue el dictamen prosaico del cuerpo médico que, ante su presencia y la de su esposa, Sharon, expuso los resultados en público.

El análisis, hecho en la universidad de Harvard, reveló que una mutación en uno de sus genes fue la que facilitó la digestión del alcohol en su organismo. “La idea estuvo buena, aunque en el fondo no hacía falta un científico de Harvard para entender que lo mío es algo infrecuente”, ironiza Ozzy desde su mansión en Beverly Hills, poco antes de pisar Buenos Aires como primera escala de una extensa gira por Sudamérica. El informe también destacó que, a partir del ADN mitocondrial, de herencia materna, el cantante tiene lejanos parentescos con personajes tales como el último zar ruso, un rey de Inglaterra, el gangster Jesse James y algunos de los pompeyanos que murieron sepultados por el volcán Vesubio en el 79 d.C. “Si alguno de los Osbourne de Pompeya hubiese bebido tanto como lo hice yo, tal vez ni habría sentido la lava”, bromea, poco antes de su primera presentación porteña tras el show del 2008 en River.

Su agente de prensa pide encarecidamente que se le hable fuerte y claro y, luego, sugiere paciencia. Ozzy atiende cada pregunta con deferencia, aunque a menudo viola los pactos fundamentales de toda comunicación alargando respuestas con un aplomo insostenible o abortando declaraciones a través de frases ininteligibles. No es difícil imaginar el temblor de sus manos y el rictus que le deja la tonelada de pastillas que debe tomar hasta el último día de su vida. El alto costo que pagó por inmolarse en nombre de su leyenda salta a la vista en cada uno de sus movimientos y todo parece insumirle un descomunal esfuerzo.

Así las cosas, su presentación del 26 de marzo en GEBA (junto a Claudio O’Connor y lo que queda de Sepultura) no hace otra cosa que seguir rompiendo pronósticos y especulaciones, demostrando que aún le queda cuerda para editar discos y salir por el mundo. El show de Buenos Aires inicia una gira sudamericana de diez fechas, a ritmo de una cada día y medio, auténtica faena sanmartiniana que, como tal, concluye en Bogotá. Aunque promete un repertorio copado por clásicos (en sus últimos shows no faltaron Bark at the moon, Crazy train y Mr. Crowley ni la ineludible cita a Black Sabbath a través de Iron man, Paranoid o War pigs), la excusa del tour es la presentación de Scream, el álbum con el que alcanza la docena de discos de estudio y el primero tras la partida de Zakk Wylde (viene a Argentina con Black Label Society el 26 de mayo), incondicional ladero de Ozzy durante 22 años que ahora es reemplazado por el guitarrista griego Gus G.

“La banda que tengo ahora, en esta gira, es la mejor que he tenido en muchos años. El tour viene siendo excelente y nos divertimos muchísimo. Tocamos sets más largos, hacemos canciones que generalmente no incluíamos en el repertorio y todo viene siendo maravilloso –dice, luego del lugar común y antes de hacer un poco de fulbito para la tribuna–. La banda es grandiosa y les encantará, no veo la hora de llevarlo para Argentina. Ahí, la gente se vuelve fucking loca. Es el tipo de público que me gusta y realmente amo ir, lo digo de corazón.”

–Scream es el segundo disco que grabás después de tu última rehabilitación. ¿Cómo llevás el trajín de girar y grabar en estos nuevos tiempos?

–En otras épocas, la idea era salir de gira en gira y hacer breves pausas para componer y grabar un disco lo más rápido posible. Ahora tal vez no haya cambiado mucho, porque hacía tres años que estaba de gira cuando empecé a grabar Scream. La diferencia es que, ahora, me tomo mi tiempo para hacer un disco, principalmente gracias a que me armé un estudio propio en mi casa. Además, contrato un avión para poder desplazarme cómodamente junto a la banda, que tal vez compartamos con Mötley Crüe en una gira que estamos planeando.

–Ellos fueron los que confirmaron, en su autobiografía, aquella historia en la que te tomabas una línea de hormigas.

–Es cierto, aunque sinceramente no lo recuerdo. Hice una gira con ellos en los ‘80 que fue muy violenta. La combinación era explosiva, aunque sé que Nikki Sixx no toma más, así que calculo que esta vez será diferente.

–Ozzy Osbourne no sólo es un legendario cantante sino, también, una marca comercial eficazmente explotada. ¿Cuál es tu participación en esto último?

–¿Sabés qué? Básicamente, yo soy la estrella de rock. No me considero una fucking cosa comercial. A pesar de haber tenido el reality show, yo me ocupo con la música. No manejo otra cosa, no me interesa.

–El año pasado cantaste como invitado en el disco solista de Slash. ¿Nunca pensaste en armar un dream team con otros músicos?

–Con Slash grabé porque me lo había pedido tantas veces que, finalmente, lo hice. Para serte honesto, nunca ni siquiera he pensado en grabar un disco o salir de tour con otras estrellas, lo que no quita que pueda ser posible ya que no es mala idea.

–Pese a que todos conocemos el significado de “War pigs”, nunca fuiste muy afecto a reflejar en tus letras el contexto social y político en el que fueron compuestas. ¿Existe algún motivo?

–Decidí no hablar de política porque no la entiendo. Prefiero tocar rock and roll.

–Siempre nombrás a The Beatles como tu gran referente musical. ¿Creés que la música aún tiene la posiblidad de volver a concebir otro fenómeno de semejante magnitud?

–Nunca se sabe, pero no lo creo. La gente ahora escucha al maldito de Justin Bieber, así que no creo que estén las condiciones dadas para que exista otra banda como The Beatles.

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