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Jueves, 4 de agosto de 2011

DIEZ AñOS DE MUJERCITAS TERROR

Una de terror

El flamante disco Excavaciones tiene catorce tracks que mezclan hardcore con pop de los años ’50 y en los que queda expuesto el imaginario de Mujercitas Terror y su fluida prosa con historias de niños condenados.

 Por Julio Nusdeo

Cierto espíritu de caos envuelve el universo de Mujercitas Terror. Un hermoso caos impulsivo que responde a esos sentimientos guardados bajo llave, y que resulta valioso por estar desprovisto de toda pose. Sus integrantes reconocen que por más empeño que pongan en intentar que no suceda, ese caos deambula libre, acompañando sus vidas, y se torna el mismísimo motor creativo del grupo. Una vez adentrado en la charla, Marcelo Moreyra, el guitarrista y compositor de la banda, hablará de su mundo inviolable en el que se genera ese caos por el que se cuelan las canciones de Mujercitas Terror. “Estás mostrándote como sos y no te importa, entrás en un estado de violencia y éxtasis. Eso lo percibo incluso en el público, cuando veo que empiezan a hacer movimientos raros con el cuerpo.”

Esa dinámica simbiótica sucede tanto con sus espectadores como entre los miembros del grupo, que parecen unir fuerzas hacia una dirección que sólo ellos conocen. La vida de más de diez años de Mujercitas Terror carga historias como la del show que dieron en 2002 en el sótano de Burzaco Restaurant, un lugar en San Telmo que ya no existe. En esa oportunidad, la bola de acoples y chirridos que salía de los amplificadores colmaba el ambiente y dejó a muchos sin entender qué había más allá de esa urgencia disonante de ruido blanco.

Para el encuentro con el NO, los tres Mujercitas Terror –que completan la bajista Daniela Zahra y Federico Losa en la batería– estaban apoyados contra uno de los lados del cementerio de Recoleta. La cámara de fotos disparaba sobre ellos, que de alguna manera inexplicable se confundían con esos frágiles niños zombies retratados en los dibujos de Daniela que ilustran el booklet de su segundo álbum. Terminado el momento fotográfico, caminamos por avenida Pueyrredón rumbo al primer bar con precios amigables y ahí la conversación giró en torno de Excavaciones: catorce tracks que mezclan hardcore con pop de los años ‘50 y en los que queda expuesto el imaginario de Mujercitas Terror, con su fluida prosa de historias de niños condenados.

“La idea sigue siendo la misma”, dice Marcelo, aunque reconoce que la manera en que fue registrado Excavaciones difiere ampliamente de sus experiencias anteriores. “El primer disco lo grabamos tres veces y nunca nos gustó. Primero, en portastudio; después, cada instrumento por separado. Nada nos gustaba”, recuerda. “Ya para la cuarta vez que grabamos me preguntaba si ésa sería la definitiva”, dice Daniela. Ya sea de modo consciente o inconsciente (aunque más probable sea esto último), el material que devino en Excavaciones se registró fugaz e incandescente como un relámpago. El tono de Daniela al recordar indica momentos de alta excitación: “Las grabaciones del primer disco me las acuerdo. Las de este último, no”. Marcelo dice: “Entramos al estudio, enchufamos y no paramos de tocar durante 8 horas. Igual, esta vez fue más libre, con todos sintiéndonos sueltos, como si hubiéramos ido a tocar. Hernán Espejo se encargó de muchas cosas del sonido, consiguió buenos equipos; eso hizo que estuviéramos más tranquilos”.

Hacia Hernán Espejo, conocido además por su proyecto Compañero Asma, los Mujercitas sólo tienen palabras de agradecimiento: “Supo canalizar y llevar nuestro caos por un embudo a las pistas de grabación”, dice Marcelo. “Hernán también tiene una personalidad bastante caótica, es introvertido y tiene una actitud re punk para hacer las cosas y sus discos. Es un tipo más radical que otros.”

–¿Recuerdan cómo acabó por convertirse en el productor de Excavaciones?

Daniela: –Nos conocimos en una fecha en la que tocaban las dos bandas. Había unos chicos arriba del escenario haciendo un tema que a nosotros nos sonó muy The Fall. Hernán justo estaba por ahí y empezó a reírse porque había pensado lo mismo. Nos pusimos a hablar y pegamos onda instantáneamente. Empezamos a vernos más seguido en distintos shows y a tirarnos indirectas, y nos daba la sensación de que él también tiraba algo, pero enseguida pensábamos que quizá lo malinterpretábamos. Hasta que no pudimos aguantar y lo llamamos para decirle: “Hernán, queremos hablar con vos, pero después”. “Pero díganme qué pasa”, dijo él, y ahí nos animamos porque ya estábamos dando muchas vueltas y él ya sabía de qué iba todo. Entonces nos empezamos a reír.

Más que andar detrás de un sonido, Mujercitas Terror buscó que el disco refleje su espíritu. El track que abre el álbum es el que le da nombre, que en un constante repiqueteo y sus dos acordes del comienzo, prepara el terreno para la vorágine de su letra: “De tu alucinación nos reíamos / No siento nada / Todos quieren huir / Y de tu mirada nadie se da cuenta / Y todos parecen saber / Que así / Están bien”. en una progresión que esquiva el estructura clásica de la canción: verso-estribillo-puente.

“Trato de reflejar todo lo que me pasa, me siento un ente, una gran persona que es como yo y a quien le pasa lo mismo, se siente torturado, y los convencionalismos sociales y la evolución que usualmente se esperan de una persona y que para algunos funciona, para mí no. La banda va en contra del tiempo, del cambio y de todo lo que se dice que hay que hacer. Va en contra de ser adulto. Por lo general, todo tipo de cambio lo siento negativo; siento que estaba mejor antes del cambio. La gente evoluciona. Yo no”, suelta Marcelo y termina la explicación con una carcajada.

Todos los temas de la banda suenan a dos voces, pero Marcelo evita nuevamente caer en convencionalismos: “Los arreglos vocales no nos atraen; cantar en quintas, en terceras, nos gusta muy poco. Pero como los instrumentos suenan todo el tiempo, una sola voz queda muy pobre. Entonces lo que siempre hicimos fue usar las dos voces para sumar fuerza”. Y Daniela se suma: “Cuando nos conocimos, la banda no se llamaba Mujercitas Terror. Eran Fede, Marcelo y su hermana, que tenía quince años en ese momento. Cuando llegué a donde ensayaban, lo primero que vi de la banda fue a él y a su hermanita cantando a la vez y me impactó un montón. Yo escuchaba música más accesible y cuando los conocí a él y a Fede, conocí muchísima música que no sabía ni que existía. Entre esas bandas estaba la que se convirtió en mi preferida: The Shangri-las”.

“Me gustaban The Shangri-las, Lesley Gore, ese tipo de grupos de chicas. La conocí a Daniela y dije ‘perfecto’. Lo primero que le pregunté fue si sabía tocar el bajo”, recuerda Marcelo, a lo que Daniela agrega entre risas: “Creo que todavía no sé”. Para esta banda, según Daniela, nada cambia cuando terminan de tocar: “Bajamos del escenario y todo el tiempo somos Mujercitas Terror. Es todo lo que tenemos y lo que más amamos”.

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Imagen: Cecilia Salas
 
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