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Jueves, 25 de agosto de 2011

ENTREVISTA A STEPHEN MALKMUS, AHORA CON THE JICKS

“No podemos pedir que se vayan todos”

Esta suerte de anticristo indie de la guitarra dice que su país –Estados Unidos– no puede hacer lo que hizo Argentina en 2001: “No podemos mandar a los bancos a cagar”, dice.

 Por Luis Paz

”Probablemente ya sea momento de que me piense y admita como un compositor de canciones.” Stephen Malkmus, el californiano de 45 años que, desde fines de los ‘80 con la formación de Pavement y fuertemente durante los ‘90, torció su destino de estadounidense medio para volverse una suerte de anticristo indie de la guitarra, está finalmente dispuesto a aceptar su condición como autor. Es que pese a haber firmado himnos de la generación alternativa lo-fi como Cut your Hair, Summer Babe o Shady Lane, Malkmus había mantenido, hasta hace poco (y durante el puñado de notas que el NO le realizó anteriormente), la prudencia de identificarse como guitarrista. “Probablemente sea hora de darnos cuenta de que en el rock actual tenemos muchos guitarristas, pero no demasiados compositores de canciones”, aduce.

La aceptación de Malkmus como cantautor viene a colación de que acaba de ser publicado en la Argentina su nuevo disco con su banda The Jicks, Mirror Traffic, obra en sí misma mucho más cancionera que su anterior disco con ese grupo, Real Emotional Trash. “De algún modo, esto también tiene que ver con que estoy más adulto. Ya no tengo los 23 que tenía cuando armamos Pavement, ni los 33 de cuando sacamos el último. Tengo 45 años y creo que, si bien este disco tampoco es algo completamente adulto, porque una cuota de ‘falta de seriedad’ y de humor para mí es fundamental en mi música, era momento de narrar este tipo de cosas y de estas maneras”, sigue contando Malkmus desde alguna plaza perdida en Portland, donde pasea con su hija.

Ser un cabeza dura, aprender a los golpes, mantenerse centrado, vivir en sociedad, sobrevivir bajo un régimen político democrático pero corrupto, sobre esas cosas habla Malkmus en este nuevo disco con el que, hasta la reunión de Pavement del año pasado, era su banda paralela. Ya no más: los Jicks han pasado a ser el hecho central de su actividad musical actual, un ensamble inestable que completó las sesiones para Mirror Traffic mientras Malkmus se dedicaba a la gira despedida de su ex grupo. “Con los Jicks nos relajamos y entendemos que podemos divertirnos, que no tenemos que ser geniales en todo momento sino que podemos hacer algo accesible, disfrutándolo mucho.”

–La gira de reunión y despedida de Pavement cerró en la Argentina con dos fechas a lleno total (en La Trastienda Club, en noviembre). ¿Te gustaron?

–Sí, fueron increíbles. Nunca olvidaré los conciertos con Pavement en la Argentina. Aunque, a decir verdad, recuerdo todas mis idas a la Argentina. Me llama mucho la atención que siempre que voy, la situación social y económica es diferente.

–¿Cómo la viste en esa última ocasión?

–La vi muy bien y eso me alegra porque tengo un aprecio por el país y algunos muy buenos amigos allá. Lo curioso es que ahora esos problemas que tenían ustedes en mi primera visita (alrededor de la crisis de 2001) los tenemos nosotros: el default y los jodidos banqueros. El problema es que nosotros no podemos reaccionar como ustedes, pidiendo que se vayan todos y escrachando a los banqueros y las financieras.

–¿Por qué no?

–¡Porque Estados Unidos es eso mismo! No podemos mandar a cagar a los especuladores porque nuestro país se basa en la especulación. Ustedes podían mandarlos a cagar, porque los bancos fueron a la Argentina a cagarlos a ustedes. Pero nosotros no podemos: es la base de nuestro país y de que nuestro país funcione como funciona. Es una mierda, pero es lo que pasa.

Malkmus también atiende a los políticos en su flamante colección de canciones. En Senator combina acidez con un relato de la realidad (el resonante episodio de Dominique Strauss-Kahn con la mucama del hotel), como se hace en la mejor tradición de cantautores de clase obrera, para cantar que “lo que el senador quiere es un pete”. En otro momento se refiere a “fumar porro en una chata”. Tampoco se le iba a pedir seriedad o sobriedad brutal justo a Stephen Malkmus. ¿O sí?

“Volviendo al tema de las canciones, también me parece que el trabajo del productor fue de una gran importancia.” Malkmus habla nada menos que de Beck, que también produjo el reciente Demolished Toughts de Thurston Moore. “El me hizo caer en la cuenta de que estaba laburando con canciones y no con temas de rock. Es una diferencia a la que hay que atender, porque la canción y el rock se visten con accesorios diferentes”.

Sobre Mirror Traffic, a Malkmus le parecen relevantes un par de aspectos. El primero es la calidad de su ingeniería de sonido, algo que no termina de ser sorprendente, pese a la tradición lo-fi de sus comienzos, si se atiende a sus obras de este siglo: sus cinco discos y colaboraciones varias para cine, como su aporte a la banda de sonido de I’m not there, la ficción sobre Bob Dylan, y otros proyectos musicales. “Sabía que Beck era un productor enfocado en el sonido. Y eso quería: alguien que se preocupe porque el disco suene bien y no por si la gente lo va a escuchar o no.”

–En los ‘90 se te asoció al uso de cierto surrealismo o sinsentido; y le has explicado al NO que se relacionaba con que para vos el mundo funcionaba sin sentido. Veinte años luego, el mundo sigue incomprensible, pero cambiaste tu método. ¿Por qué?

–Creo que era una actitud algo adolescente. Me gusta mi obra vieja y no reniego de ella, porque si bien tiene forma de tormentas de ideas algo caóticas, era el modo de narrar que me parecía contundente entonces. Pero es cierto que uno va cambiando y busca profundizar sus reflexiones y sus miradas. Todo lo que te pasa cada día te cambia un poco. A los 45 años creo que he acumulado unos cuantos días de cambios como para tomarme este proyecto de este modo. Y en todo ese tiempo, la industria de la música ha cambiado. Lo que no siento que haya cambiado tanto es la música en sí. Pero, tampoco estoy pensando en hacerlo ahora: soy un tipo de 45 años que escribe sobre senadores. El cambio es una virtud de los jóvenes.

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