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Jueves, 1 de septiembre de 2011

VIEJO SMOKING CANTA HISTORIAS NEGRAS DE FúTBOL

Sobre héroes y tumbas

Le dedicaron una canción a Andrés Escobar, el defensor colombiano asesinado por meter un gol en contra en el Mundial de Estados Unidos, y a Helmut Duckadam, el arquero rumano al que un dictador ordenó fracturarle las manos después de un partido.

 Por Jose Totah

En la madrugada caliente de un 2 de julio de 1994, en Medellín, un hombre llamado Humberto Muñoz Castro vació el tambor de su calibre 38 en la espalda de Andrés Escobar, el mejor número dos que dio la historia del fútbol colombiano. “Golazo”, repitió el asesino por cada uno de los tiros que le pegó al defensor, cuya única y grave ofensa había sido meter un gol en contra un par de semanas antes, en el Mundial de Estados Unidos ‘94, que le valió a su equipo la eliminación de la Copa. Esa historia y otras igual de truculentas forman parte del repertorio de una banda del under rockero llamada Viejo Smoking, que le canta al lado más épico e inquietante del fútbol.

“No apuntamos al cantito tribunero porque no somos la típica banda futbolera que venera a Maradona. Las nuestras no son canciones para corear en la cancha sino que tienen un mensaje oscuro y heroico, que merecen ser contadas y cantadas. Queremos relacionar dos sentimientos que están en el ADN de la gente, el fútbol y el rock, pero desde un lugar más sutil, más cercano a la literatura.” El que habla es Martín Elordi, voz líder de Viejo Smoking, que se formó en 2006 con varios integrantes oriundos de la ciudad de Neuquén, en donde la banda es muy escuchada.

La entrevista al grupo se realiza en una terraza sobre la calle Armenia, en Palermo, que sirve de cuartel general para ensayos y asados pantagruélicos. Esa noche llueve a cántaros y todos cenan en silencio bajo un improvisado toldo de plástico (salvar la parrilla parece ser la prioridad). Así, bajo un chaparrón bíblico y mientras el batero (Gabriel Agüero) sostiene el toldito con una mano, Elordi explica que están presentando su segundo trabajo discográfico, que se llama igual que la banda, Viejo Smoking, y es el sucesor de Déjà vu de Balvanera. Tocan seguido en el circuito de boliches porteños y planean una gira a fin de año por el sur del país. Las canciones del último álbum tienen raíz rockera, tirando al folk, y merodean el tango (el hit es un tema bien firuleteado, llamado El reflejo). El nombre del grupo es, de hecho, un tango escrito por Celedonio Flores que cantaba Carlos Gardel.

En la nueva placa está incluida la canción El héroe de Sevilla, que narra las peripecias de Helmut Duckadam, el arquero del Steaua Bucarest que le atajó cuatro penales al Barcelona en la final de la Copa de Europa de 1986. Dice la leyenda que el futbolista recibió un Mercedes-Benz por ser el mejor jugador del partido y que el régimen de Nicolae Ceausescu mandó un matón para que le rompiera las dos manos, por negarse a entregar el Mercedes a Nicu Ceausescu, hijo del dictador.

“Todos estos temas de fútbol los tocamos en vivo desde hace un tiempo y van a estar en el próximo disco, que saldrá con un libro y tendrá, además del relato de Escobar, un homenaje al cuento de Soriano, El penal más largo del mundo”, afirma Elordi, nieto de Héctor Martín Elordi, un recordado número dos de Juarense, el equipo más importante de Benito Juárez (provincia de Buenos Aires) durante los años ‘50. “En estos días tengo que llamar al Toto Ferraro, el único sobreviviente de esa formación, para preguntarle sobre mi abuelo”, justifica, con pasión de antropólogo, este fanático de los cuentos de fútbol de Osvaldo Soriano, Eduardo Galeano y el Negro Fontanarrosa.

Durante la entrevista a los muchachos, una vez que la lluvia empieza a amainar, el bajista, Mauro González, le echa mano a la guitarra y empieza a arañar acordes al calor de la parrilla crepitante. Elordi recita, entonces, la historia del Dynamo de Kiev, sobre cómo fueron fusilados por la Gestapo los jugadores de ese equipo ruso durante la ocupación alemana en la Segunda Guerra Mundial. “Hay quienes juran que los mataron porque le ganaron 5 a 3 a un combinado nazi. El colmo fue que, luego de hacer una jugada maradoniana, el defensor ruso Ivan Klimenko paró la pelota en la línea de gol rival y, en vez de empujarla adentro, la devolvió con una patada al centro del campo. Así de asustados estaban los del Dynamo, pero el orgullo pudo más”, cita Elordi, mientras el cielo se empieza a despejar y las fieras atacan, por última vez esa noche, los restos de carne en el asador.

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Imagen: Cecilia Salas
 
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