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Jueves, 29 de diciembre de 2011

LA CUMBIA

Hipnótica y tribal

 Por Yumber Vera Rojas

Aparte de la calamidad y la crisis, la cumbia es el otro agente que hermana a la América latina hispanoparlante. No hay ningún país en la región que escape de su poder cadencioso, festivo, hipnótico y tribal. Sus facultades camaleónicas le permitieron, tras salir de su Colombia natal en los años ‘40 del siglo anterior, adaptarse a las diferentes idiosincrasias del continente. A pesar de que el mestizaje sigue siendo su rasgo más distintivo, además de la razón de su naturaleza, es la expresión de la música popular que se mantiene constantemente en evolución. Después de su auge en los ‘60 y los ‘70, nuevamente, desde la segunda mitad de la década pasada, experimenta un reverdecer tan poderoso que logró expandirse de una forma impensada.

Al igual que sucedió con el afrobeat en los ‘90, esta manifestación musical, que tiene en el tema La pollera colorá su mayor himno, cuyo autor, Wilson Choperena, falleció recientemente, ha desatado el furor no sólo en Europa sino en Estados Unidos. Son innumerables los compilados antológicos que se dedican a presentar y revisitar las diferentes expresiones de la cumbia, así como otras corrientes de los sones colombianos. Al mismo tiempo, la nueva avanzada de exponentes del género, que presentan una versión más moderna tomando prestada la música para clubes o matices del rock, comenzaron a formar parte de las alineaciones de festivales que oscilan de lo formalmente folklórico a lo minuciosamente vanguardista.

Luego de que el dubstep redimiera su condición de género rey en Inglaterra, los productores y DJs británicos entendieron la cumbia a través de Jamaica. Por eso los colombianos Bomba Estéreo y Frente Cumbiero deslumbran a luminarias de la envergadura de Mary Anne Hobbs o Mad Professor, mientras que Zizek hizo lo mismo con los franceses Gotan Project, que acaban de publicar una versión de su disco debut con remixes del colectivo argentino y bajo el nombre de La revancha de la cumbia. Aparte, con Kumbia Queers rompiéndola en Alemania, Pablo Lescano devenido en el referente indiscutido, y Los Wachiturros convertidos en el fenómeno de 2011, no hay dudas de que este ritmo, por lo menos en Buenos Aires, realmente ya cruzó la General Paz.

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