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Jueves, 27 de febrero de 2003

PATO STRUNZ LLEVA ADELANTE SU PYME ROCKERA

Sin vecinos cerca, por favor

El ex baterista de Hermética y Malón es el anfitrión y "asesor artístico" de un complejo de salas de ensayo, bar y lugar para shows ubicado en Flores. Aquí cuenta su historia como músico emprendedor y brinda la clave para que algo así funcione. También, por supuesto, habla de Riff.

Por Miguel Mora

lA pesar del veranito que quiere vender la propaganda oficial, a Claudio “Pato” Strunz –con algunos sobresaltos, como a todos– le va bien hace rato. De pelo corto y prolija remera de Soulfly, con sus 36 años, al ex baterista de Hermética, Malón y Simbiosis se lo puede calificar como el primer metálico con una Pyme exitosa: todos gracias a un modesto pero funcional complejo de salas de ensayo, bar y espacio para shows bautizado Asbury Park.
Ya instalado en el mapa del circuito de bandas, el local de Floresta no es un emprendimiento novedoso para el batero heavy. A mediados de los ‘80, luego de haber sido empleado en una farmacia, y cumplir horarios en una fábrica metalúrgica, Strunz comenzó a gestar la idea de tener una sala de ensayo para uso propio y alquiler de los demás. “En aquella época yo ensayaba con un grupo que se llamaba Henkel y nos teníamos que ir a una sala que quedaba en Cabildo y Mendoza. Desde Tablada donde vivía yo hasta ahí, era un bajón. Entonces instalé una sala en la casa de mi vieja, en una habitación que tenía arriba. Yo tendría 18 o 19 años. Muchas bandas del oeste se enteraron y empezaron a venir porque era lo más cercano; me acuerdo que durante un buen tiempo ensayó El Reloj, y para mí fue un honor porque yo los escuchaba de chico”. Tras ese puntapié inicial, le siguieron dos salas en Mataderos y luego una vieja casona en la calle Bacacay, con el primer gran emprendimiento: cuatro salas y un pequeño estudio de grabación. “Esa casa la tuve durante ocho años y se puede decir que pasó medio mundo.”
A esa altura, Pato Strunz ya tenía bien aprendido algunos asuntos propios del negocio. “El principal es que no tenía que tener ningún vecino cerca. Eso es lo primordial. Si no te llevás bien con los vecinos estás frito. Antes de poner lo de Bacacay habré estado unos tres meses dando vueltas por Flores buscando un lugar sin vecinos. Hasta que encontré esa que era una casa vieja con muchos metros de fondo, y ahí pasaba el tren, estaba todo bien.. Por esas salas pasaron Hermética, Malón, Caballeros de la Quema, Carajo, hasta que la tuve que cerrar porque ya no era viable económicamente.”
Sin embargo, esos emprendimientos pasados le abrieron el crédito a unos amigos que insistieron en volver a intentarlo, pero esta vez con un proyecto más ambicioso. “A mí siempre me dio vueltas en la cabeza la idea de tener un lugar para que además de ensayar, las bandas puedan tocar. Así nació Asbury Park, nombre inspirado en una ciudad de New Jersey –ahí nació Bruce Springsteen, por ejemplo– donde Strunz vio a una de sus bandas favoritas, Fear Factory. Se accede mediante un primer piso (por intimidante escalera) que reúne cuatro salas de ensayo, un modesto estudio de grabación, y un espacio para 400 personas, barra incluida, donde tocan grupos casi todos los fines de semana. De las cuatro salas, algunas tienen inquilinos fijos, como el caso de Carajo, uno de los primeros colonizadores que viene desde los días de Bacacay, y otros que van rotando como O’Connor, Shaila e infinidad de grupos nuevos que buscan curtirse para ganarse un espacio. Hasta Los Caballeros de la Quema tuvieron su último suspiro como grupo en estas salas.
Por avenida Rivadavia, en pleno centro de Floresta, las calles explotan de adolescentes cada fin de semana, entre boliches dance, ex boites devenidas en bowlings más algún cabaret perdido, y el lugar que tiene a Strunz como “asesor artístico” (“éste es el proyecto en el que económicamente menos involucrado estoy, pero reconozco que soy la cara”), se destaca por los dos diablos gigantes que, luego de cumplir su tarea en una publicidad de cigarrillos, ahora simulan sostener el frente del local. “Yo le tenía fe a esto. Me acuerdo de cuando yo era chico y los fines de semana iba a un videobar en Flores que se llamaba Apocalipsis Pop, donde pasaban videos de grupos de rock, pero además era un lugar de encuentropara gente del palo. Faltaba un lugar así, entonces quedó un montón de gente como bola sin manija y tienen éste como centro de reunión, vienen a tomar algo, toque banda o no. El lugar lo hicieron propio y eso está bueno.”

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