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Jueves, 26 de julio de 2012

DE TRELEW A PARíS CON UN MONTóN DE ESCALAS

Casi famosos

Los Falsa Cubana son un grupo de amigos patagónicos que vinieron a estudiar a Buenos Aires y, después de mil asados y viajes, terminaron grabando dos discos con un sonido que va entre los Decadentes y la Bersuit de antes.

 Por José Totah

Casi todas las bandas tienen problemas. Muchos problemas. El cantante se cree una estrella y nadie lo soporta; el baterista demora una eternidad en armar la bata, el violero siempre está con el volumen al palo, el saxofonista le pifia feo y, en una noche de alcohol, le robó la novia al tecladista. Y encima entró una pendeja a hacer coros y todos andan con una calentura tremenda. Cosas así pasan todos los días en las miles de bandas que pululan por los boliches de siempre. Por eso es raro encontrarse con un grupo de diez muchachos que, en siete años de tocar juntos, nunca se agarraron entre ellos y que, inclusive, la pasan bien. Estos bichos raros son los Falsa Cubana. Amigos desde chicos, crecieron en Trelew, se vinieron a estudiar a Buenos Aires cuando andaban por los veintipico y armaron una versión un poco más rockera (y apenas menos pachanguera) de Los Auténticos Decadentes. Después de siete años en la ruta y mil viajes al sur, vienen de tocar en París y están presentando Picante, su segundo disco, mañana a las 21 en Niceto Club.

Las bandas del interior no la tienen fácil cuando quieren hacer carrera en el cemento porteño. Porque aquello de que “Dios está en todas partes pero atiende sólo en Capital” también se aplica en el paño de la música. Lo usual es que vengan a estudiar, que encuentren un trabajo mal pago de nueve a seis y, una vez por semana, se junten a ensayar en salas descascaradas, con equipos pésimos y cerveza siempre caliente. Si, pese a todo, el entusiasmo persiste, quizás el asunto de tener una banda llegue a buen puerto.

“Todo el tiempo hay un animal muerto en la parrilla”, festeja Denis Davies, bajista de Falsa Cubana, uno de los siete trelewenses que llegó a Buenos Aires en el 2001 a estudiar. Estos muchachos se han comido tantos asados que la Sociedad Protectora de Animales podría plantarles una denuncia millonaria. La parrillada entre amigos sintetiza la filosofía de la banda: pasarla bien, juntarse con cualquier excusa mientras se hacen los choris, beber y guitarrear. “Hacemos lo que nos gusta y nos matamos de risa”, declara Gerardo Utz, el percusionista, que además de darles a los tambores es abogado. Los demás –ahora son diez, desde que se incorporó la sección de vientos– estudiaron casi todo: gastronomía, sonido, lo que fuera. Pero, al final del camino, además de un par de títulos bajo el brazo, quedó la banda.

Un Chevallier con patas

“No dejamos de ser un grupo de música de Trelew, aunque no vivimos allá”, explica Davies, que tiene más horas en la ruta que un Chevallier. La rutina de los últimos años fue algo parecido a esto: salir un viernes a la noche de Retiro en un semicama, viajar 21 horas hasta llegar a Trelew un sábado a las seis de la tarde, hacer la prueba de sonido, tocar y subirse al bondi el domingo a las doce del mediodía para llegar al trabajo el lunes temprano, completamente rotos. “Lo hemos hecho mil veces”, cuenta. Los Falsa Cubana anduvieron girando por muchas ciudades de la provincia de Buenos Aires, Río Negro y Chubut, desde La Plata, Tandil, Azul, Chascomús y Carmen de Areco hasta Rawson, Puerto Madryn, Puerto Pirámides, Trelew, Las Grutas, Playa Unión y Esquel. Los tipos son profetas en su tierra; por lo menos eso piensa el dueño de una casa tradicional de empanadas de Trelew, llamada Picurú, que les da de comer gratis cada vez que van para allá. “Esas empanadas las hace el mismo viejo que cuando éramos chicos. Se emocionó cuando escuchó un tema nuestro en la radio”, dicen.

El primer álbum de la banda, Marlon Bransen, vio la luz en 2006 y lo presentaron por todas partes. En 2009 lanzaron Picante, su segundo disco y, con sección de vientos y percusión incluida, giraron con Pampa Yacuza y De Bueyes por varias ciudades de la Patagonia y la Costa Atlántica.

A fines de 2011 presentaron Picante en la Trastienda y, después del verano, cumplieron el sueño del pibe con su “Picante European Tour!”, con road manager y todo (una argento-parisina con demasiada paciencia llamada Claire), que los llevó a tocar en distintos escenarios de Francia, como París, Bordeaux, Lyon y Grenoble. La fecha más importante fue en el Foro Alternativo Mundial del Agua, en MarsellA, ante más de 1000 personas. Tan bien les fue que impresionaron al sello alemán Mad Butcher Records y fueron incluidos en un compilado de ska internacional.

“Nos preguntaban si hacíamos música de la Isla, por el nombre, pero nosotros le pusimos Falsa Cubana a la banda por aquel corte de pelo ‘a lo cubano’, cortito arriba y con las chapas largas atrás, que se hacían el Beto Márcico y el Chipi Barijho”, justifica Davies entre risas.

Yendo a lo estrictamente musical, la banda suena muy cerca de los Decadentes, aunque en este último disco le imprimieron más distorsión y bastante más ska. En los recitales se respira espíritu de fiesta: “La idea es que si venís a un show te diviertas con nosotros; somos un grupo de amigos que escabia, que le gustan las minas, la cumbia, el rock, lo que te haga feliz”, es el mensaje. Y quizá sea cierto que la buena onda del grupo, después de tantos años en la ruta, es algo que se transmite desde el escenario. Por lo menos hasta que entre una corista muy calentona y todos terminen a las piñas.

* Falsa Cubana toca mañana en Niceto Club, con bandas invitadas, desde las 19.

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