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Jueves, 6 de diciembre de 2012

LA NBA CAMBIA DE MUSA INSPIRADORA

Del hip hop al hipster

Para ser un atleta cool, se precisa estar pendiente del random de Pitchfork, declararse fans de Frank Ocean, The Weeknd, Mad Rad y Kendrick Lamar y vestirse como los geek de la cinta La venganza de los nerds. El look nerd le ha permitido a la NBA, como si se tratara de una manifestación política y social, trascender del concepto de lo que es ser un joven negro.

 Por Yumber Vera Rojas

Adivina, adivinador. A pesar de la condición de ídolo de masas de Messi, de que David Beckham formara parte del star system de Hollywood tras firmar contrato con Los Angeles Galaxy, e incluso de que Pep Guardiola reposicionara el papel de los entrenadores no sólo dentro del terreno de juego, sino fuera de éste, al punto de que su imagen canchera causa furor en el ancho de banda de las chichis y hasta ha sido centro de varias canciones del indie español, el fútbol, si bien sigue siendo el rey entre los deportes, lejos está de representar a la tribu que colma la cultura pop desde hace algo más de una década: los hipsters. Hoy, para ser un atleta cool, se precisa estar pendiente del random de Pitchfork, declararse fans de Frank Ocean, Nicki Minaj, The Weeknd, Mad Rad y Kendrick Lamar (su álbum Good Kid, m.A.A.d. City rankea entre los mejores de 2012), y vestirse como los geek de la cinta La venganza de los nerds. Y, aunque no forman parte de la fraternidad Lambda Lambda Lambda, las estrellas de la NBA se encargaron de darle un plus a su pirotecnia con la pelota naranja y a sus más de dos metros.

Uno de los temas que más dio de qué hablar en los pasillos de la revista Vogue, así como en los medios musicales y de tendencias, durante los pasados Juego Olímpicos de Londres, fue el look de los jugadores de la liga por excelencia del deporte de los bloqueos, las asistencias, las clavadas y los tiros libres. Los integrantes de la Selección de Básquet de Estados Unidos, el llamado “Dream Team VI”, ganadores de la medalla de oro en esta ocasión, deslumbró porque fue además el cuadro más hipster de todas las disciplinas atléticas. La mochila de Kevin Durant, los estampados de Russell Westbrook, y los anteojos de pasta de Baron Davis llamaron la atención, al igual que la barba de James Harden, el derroche de buen gusto de LeBron James (de hecho, fue portada del popular magazine de modas en 2008) y el aire a Beach Boys de Kevin Love. Así que, aparte de la música y del cine, el regreso de la tribu acuñada por Paul Douglas Lopes en su libro Rise of a Jazz Art World, aterrizó también en el campeonato más importante del planeta.

En los últimos tiempos, ningún deporte experimentó un cambio tan radical de expresión y comprensión de sí como el básquet, pues sus artífices se visten con la ropa de la que los chicos se burlaron alguna vez o de lo que los hombres desean ser. De la misma forma que hubo gente que nunca se imaginó que un político afroamericano asumiría la presidencia de los Estados Unidos, muchos jamás imaginaron que una luminaria de la NBA podría adaptar la estética de un nerd. Sociólogos, antropólogos, escritores y críticos culturales de la reputación de Touré, pues la situación es tan compleja que se tornó en una discusión académica, se han arriesgado a afirmar que la instalación de ese estilo está relacionada con la identidad, ampliando en este caso la definición de negritud en la actualidad contemporánea de la nación norteamericana. Y es que sin duda resulta shockeante mirar a Kevin Durant, el alero de los Oklahoma City Thunder, encarando ruedas de prensa con una mochila escolar y camisa abotonada hasta el cuello, rompe con el estereotipo masculino del negro.

No obstante, al hacer uso de esa elección estilística, que alguna vez fue sinónimo de blancos, jugadores del temperamento de Dwyane Wade despojan a esa ropa del significado que tuvo hasta ahora. El look nerd les ha permitido a estos deportistas, como si se tratara de una manifestación política y social (con una connotación similar a la que tuvo el saludo Black Power de Tommie Smith y John Carlos durante la premiación de los 200 metros lisos de las Olimpiadas de México, en 1968, a la que se sumó el corredor australiano Peter Norman al pegarse la pegatina del Proyecto Olímpico por los Derechos Humanos), trascender del concepto de lo que es ser un joven negro. Si bien lo más seguro es que no se llegue a entender abiertamente qué los motivó a asumir esta actitud, lo que sin duda ocasionaría una resistencia ante el cambio de paradigma, la razón en el fondo es bastante evidente y poderosa: pisotear la intolerancia racial. Si los gorros y las sudaderas son sinónimo de delincuencia y ratifican su negritud, las corbatas de lazos y tirantes lo son de bondad y blancura.

Esta estética, denominada “look nerd” o “Ironía negra”, que evoca asimismo la figura de Carlton Banks, el primo cheto de Will Smith en la serie televisiva El Príncipe del Rap, en los noventa, como una manera bastante sublime, a partir de una familia rica de color (algo imposible para esa época, y cuyo imaginario parte años antes, desde The Cosby Show en los ochenta) de coartar el racismo y posicionar en otro estatus a la colectividad afroamericana en los Estados Unidos, también rompe o replantea la férrea dialéctica que han sostenido el básquet y el hip hop. No sólo de sudaderas y zapatillas ha surtido la NBA a la doble hache, sino del imaginario competitivo. Sin embargo, tras alcanzar el mayor pico en su relación tres décadas atrás, la violencia y el repudio se transformaron en la constante musical del género (la era de oro del gangsta rap y del hip hop hardcore) e igualmente en la brújula de los jugadores (y qué mejor arquetipo en ese sentido que la actitud malandra del legendario Dennis Rotman).

Pero la señal de transformación que arengan los jugadores de la NBA (vale la pena recordar que su relación con la estética nerd no les es del todo ajena, pues la gran mayoría proviene de la NCAA, la liga universitaria de básquet) con su inclusión en el hipsterismo se perfiló en la cultura afroestadounidense años antes, con la aparición de OutKast, en realidad del video del hit “Hey ya!”, incluido en su disco de 2003, Speakerboxxx/The Love Below, en el que la dupla de Atlanta reinventó el identikit del rap. Desde entonces, el género musical abrió el compás hacia un público ajeno a él, ingresando en el universo del indie gracias a exponentes como Pharrell Williams, Kanye West, Kid Kudi y Lupe Fiasco. Sin embargo, al menos en la Argentina, el hip hop todavía no se puso la percha hipster. “Acá no se consume ese mainstream”, afirma Antuzapien, MC del grupo Kraneando. “A mí, por lo menos, me parece ridícula. No la veo diferente al de Wisin y Yandel. La movida local sigue curtiendo la onda de la ropa ancha y las gorras de básquet. Quienes sí la adaptaron fueron los skaters.” ¿Cambiará si se suman Manu, Delfino y Prigioni a la nueva ola?

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