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Jueves, 6 de diciembre de 2012

CHICHES QUE CHIFLAN

Una iguana viaja al espacio

 Por Julio Nusdeo

“Ultimamente, el pedal al que más jugo le estoy sacando es al del volumen que tengo en un WahWah Vox ‘tuneado’ por Cluster”, se sincera Diego “Iguana” Petrecola, guitarrista del sexteto de space-rock, Furies, y explica cómo dio con su jugoso pedal: “El wah-wah se había roto. Se lo llevé a los chicos de Cluster y me comentaron que podían hacerle esas modificaciones: incorporar true bypass y control de volumen. El true bypass hace que la señal no se modifique cuando pasa por el pedal apagado, algo que es vital, en especial si usás varios pedales. El control de volumen se activa con una perilla que agregaron, entonces en lugar de wah-wah controlás el nivel de la guitarra con el mismo pedal. Va buenísimo con el delay, tremolo y overdrive para lograr arreglos climáticos”.

Diego entiende que su sonido cambió bastante desde la entrada de Sebastián Spósito, el otro guitarrista y “juglar furie”, hace dos años. “Antes me veía obligado a ‘llenar’ con volumen y efectos, alternando casi constantemente entre guitarra base y líder en un mismo tema. Ahora se abrió otro juego: armonizamos más y hay roles más definidos para cada tema.” En el cambio también se vio acotado su set de pedales. “Ahora estoy con el wah-wah modificado; un Delay Boss RE-20, que es la remake del clásico tape delay Space Echo [de Rolland], un combinado espacial de Cluster, Cosmos Vibe, que tiene chorus, vibrato y tremolo, y un Cluster Overdrive Tsunami, que es tipo un Tube Screamer [de Ibánez]”. El flujo de señal que parte de su guitarra, una Gibson SG, llega primero al wah-wah. “Es vital para controlar el clima”, dice. “La distorsión va última, pero no siempre respeto ese orden.”

Basado en la sabia y polifuncional premisa “menos es más”, Diego entendió que no necesitaba tantos pedales para lograr el sonido que quería. “En vivo tenía que ir más a lo funcional, y llegué a tocar bastante tiempo sólo con delay, wah-wah y overdrive. Nada más. A veces veo a guitarristas con diez pedales y quizá suena bárbaro, pero seguro que si toca con seis sonaría igual de bien. Soy partidario de que cuando tocás en vivo no hay que ser tan sofisticado. Hay que llevar lo que sabés que va a funcionar bien; ¡lo mismo que llevarías a una guerra!”.

En cuanto a dar con un timbre específico, este hacedor de ruido y patrones trémulos entiende que las referencias aparecen como algo inconsciente, aunque jamás se desvivió por imitar un sonido: “Uno simplemente busca algo que le agrada al oído, que se formó a partir de influencias. Si te ponés a desmenuzar siempre encontrás parecidos y hasta podés descubrirte robando más de lo que te dabas cuenta” (risas).

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