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Jueves, 14 de febrero de 2013

TAMARA, MARCELO Y CUARENTA MIL TESTIGOS

Cosquín Love

En la apertura del festival cordobés hubo un casamiento entre Pedro Aznar y Fito Páez. Que no se malinterprete: entre medio de los shows de ellos.

 Por Mario Yannoulas

Desde Santa María de Punilla

Por lo visto en las películas y la televisión y lo leído en algún libro o revista, se sabe que hay muchas formas de casarse. Está la tradicional, con iglesia y vestido blanco; está el modo “borrachera en Las Vegas” y el estilo “tatuarse anillos en una isla del Caribe”. La primera jornada del Cosquín Rock 2013 inauguró también un nuevo formato, que nació como hijo de la necesidad. Tamara Saavedra y Marcelo Marinelli se conocieron en la edición 2008 del festival cordobés y se enamoraron a primera vista. Con rastas ella, con remera de Almafuerte él; empleada ella, tatuador él; de 31 ella, de 34 él; cordobeses los dos. Resolvieron unirse para siempre bajo la mirada de la ley y de algún dios rockero: Charly, Spinetta u Ozzy.

“Nos partimos de lo secos que estamos”, cuenta el productor general José Palazzo que le dijeron cuando tocaron la puerta de su oficina. No era un problema climático sino monetario: no tenían un peso y les pareció potable contraer matrimonio en el mismo evento en el que se conocieron hace cinco años. Es que el rock es así: lo imposible puede convertirse en bizarro y lo bizarro en real. “Es uno de los momentos más incómodos de mi vida, nunca subí al escenario por respeto a los artistas, pero ésta es una situación especial”, se excusó Palazzo al presentarlos después del show de Pedro Aznar y ante unas 40 mil personas.

El casamiento de oficio fue presidido por el intendente de Santa María de Punilla, Dardo Zanotti, quien convirtió a estos dos desconocidos (para el resto, no entre sí) en pasajera carne mediática. Las cámaras se desesperaron por captar la nota de color del festival y los asediaron; las radios los tomaron para llevarlos a sus carpas y los fotógrafos pidieron un último besito. El NO peló sensacionalismo y allá fue: “El asedio es un poco cansador, pero no pasa nada. No queremos saltar a la fama ni nada por el estilo, simplemente quisimos hacerlo acá porque el Cosquín Rock es muy importante para nosotros. Venimos desde hace diez años sin importar quién toque”, comenta Marcelo, y se va porque arranca Fito Páez.

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Imagen: Luciana Granovsky
 
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