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Jueves, 13 de junio de 2013

LOS PREPARATIVOS PARA BRASIL 2014

Bajo el césped está la playa

Aunque la verdeamarelha no entusiasma, doce ciudades son maquilladas a los tumbos para el que se espera como el Mundial más rentable de la historia.

 Por José Totah

Desde Río de Janeiro

Es domingo a la tarde y hay fiesta en el Copacabana Palace. Dos Ferrari y una Lamborghini se lucen en el parking del hotel más lujoso de Río de Janeiro mientras sus dueños beben en una terraza que da sobre la Avenida Atlántica, con la playa enfrente. Al borde del mar se armó un partido que se juega en cueros mientras un nene alienta haciendo sonar una caxirola, la vuvuzela brasileña que fracasó antes del Mundial porque sus organizadores la consideran “peligrosa”. Ni ricachones ni pibes que pelotean en la playa Copacabana parecen alterados por el hecho de que, exactamente dentro de un año, comenzará aquí mismo el evento deportivo más importante del planeta. Lo que se percibe es una ciudad que está haciendo todo por llegar bien maquillada: la gente que duerme en las calles de los barrios céntricos está siendo “levantada” y llevada a suburbios; las obras se aceleran hasta lo imposible y, con la supuesta pacificación de las favelas, los negocios inmobiliarios se multiplican de la mano de extranjeros y de oportunistas.

La fiesta tiene que salir bien. No hay otra. En juego hay 4 mil millones de dólares que la FIFA estima en concepto de ingresos comerciales por la Copa del Mundo 2014, el 60 por ciento por derechos de transmisión, según informó hace semanas el secretario general de la entidad, Jerome Valcke. Con la presión de convertirse en el Mundial más rentable de la historia, Río, la ciudad en donde se disputará la final y uno de los grupos de la primera fase (en tanto se rumora que la Argentina tendrá sede en el norte de Brasil), es una ciudad en obra. Pero, pese a eso, no está el entusiasmo de la torcida (la hinchada). No ayuda que la Verdeamarelha venga jugando bastante mal. “Les pesa la camiseta, Neymar no aparece y la gente todavía no tiene fe en esta selección”, dijo el diario Folha de San Pablo.

En el apuro por llegar al Mundial, que se jugará del 12 de junio al 13 de julio del año próximo, Río viene rozando el papelón. Apenas 48 horas antes de su último amistoso, ante Inglaterra, la Justicia habilitó el Estadio Maracaná, que era sometido a pruebas por fallas de seguridad en la construcción. Los 430 millones de dólares que demandaron los trabajos de remodelación fueron el costo menos importante. Los que la pagaron en serio fueron los habitantes de la Favela do Metrô, devenida villa fantasma. En esta favela de las inmediaciones de la cancha se realizaron gigantescas demoliciones y desalojos forzosos, denunciados desde 2011 por Amnistía Internacional. La pasaron mal también los indios de la Aldea Maracaná, un espacio que funcionaba dentro del complejo del estadio y que había sido destinado al uso indígena. Les tocó ser expulsados a palazos. Todo para construir un estacionamiento, un museo del fútbol y un centro comercial.

Un estudio sobre el impacto del Mundial 2014 y los Juegos Olímpicos 2016 en los derechos humanos, citado por la Agencia de Reportajes y Periodismo de Investigación de Brasil, estima que 250 mil personas serían desplazadas de sus hogares en todo el país, en las doce ciudades en donde se jugará el Mundial. Sólo en Río se calcula que 11 mil familias serán desalojadas en los próximos dos años. Unas 3 mil ya fueron removidas en las zonas del Sambódromo, Maracaná, el Parque Olímpico, la zona portuaria y Engenhao. Marcel Gonnet, un periodista argentino que vive en Río e investiga este tema desde hace años, le contó al NO que el gobierno está haciendo un “maquillaje forzoso” de las zonas más deprimidas. “En el barrio de Gloria se la pasan levantando a los sin techo y se los llevan a zonas más pobres; a los usuarios de crack los internan compulsivamente o los mudan, con lo cual se han creado ‘crackolandias’ en distintos puntos de la ciudad.”

Para los argentinos, llegar a Brasil va a ser misión difícil: se calcula que el precio del paquete para ver un partido con alojamiento dos noches y pasajes de avión rondará los 2500 dólares. En el caso de que la Argentina llegue a la final, el costo de haber seguido al equipo será de unos 17 mil dólares, que equivalen a 108 mil pesos al dólar oficial más el recargo del 20 por ciento. Ya se sabe lo difícil que va a ser conseguir un hotel tres estrellas en Copacabana e Ipanema por menos de 300 dólares, lo que hará de Río una metrópolis más cara que Nueva York o París en cuanto a alojamiento.

Al mismo tiempo, la ciudad entera está viviendo un boom inmobiliario desde la puesta en marcha de las Unidades de Policía Pacificadora (UPP), que en los últimos seis años “pacificaron” unas 30 favelas, hasta entonces gobernadas por el narcotráfico. Es la apuesta más fuerte en materia de seguridad de cara al Mundial y las Olimpíadas. “Con la llegada de las UPP, los narcos se mudaron a los suburbios, que ahora son más inseguros”, sitúa Gonnet. “La pacificación de favelas generó negocios inmobiliarios brutales y especulación; es notable la cantidad de norteamericanos y alemanes que están comprando tierras y construyendo edificios en las favelas”, explica. El desembarco de las UPP y esta nueva sensación de seguridad en las zonas céntricas disparó los precios de las propiedades. Hoy, alquilar un tres ambientes en un barrio de clase media (Botafogo) cuesta unos 1200 dólares.

Así es la Río de Janeiro que espera el Mundial de Fútbol 2014: una ciudad carísima, maquillada con furia para llegar a la Copa y en donde dormir no baja de los 200 dólares la noche. Todo indica que, para llegar a Brasil el año que viene, más vale haber venido ahorrando desde Italia ‘90.

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