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Jueves, 17 de octubre de 2013

CORTINA DE HUMO PARA EL PROFESOR CHIFLADO

Loco un poco

En la última década, Mad Professor vino, vio, tocó, produjo y venció respaldos de sillas en estudios locales. Y todo bancándose a promotores.

 Por Santiago Rial Ungaro

Vino tantas veces a Argentina que ya perdió la cuenta de cuántas, pero Mad Professor recuerda la primera, hace justo 10 años: “El lugar estaba repleto y el público hambriento: Argentina estaba pasando restricciones económicas, así que, cuando los promotores me invitaron, la fecha sólo podía hacerse si yo mismo me compraba el pasaje de avión. ¡Y así llegué!”.

En esta década, el hombre nacido en Guyana, que arrancó armando en su casa un estudio de cuatro canales a inicios de los ‘80, se las ingenió para seducir a las huestes del dub porteño, romperla en el 2004 en Hangar en una inolvidable cátedra dub junto a su maestro Lee Scratch Perry, para producir a Alika (Alika Meets Mad Professor, 2009) y para colaborar con Nairobi, a quienes reconoce como la primera banda dub argentina y también como una de las pocas buenas bandas dub del mundo.

Como quien no quiere la cosa, entre discos, sets y producciones, Madpro hizo lo suyo para inocular el género en el país. Productor, percusionista y cantante, será loco, pero sólo cuando vale la pena estarlo: nacido Neil Fraser, a los 10 ya sabía armar sistemas de radio y de teléfono; a los 13 emigró con su familia a Londres y empezó a coleccionar artefactos viejos de todo tipo. Fueron sus amigos adolescentes quienes le pusieron su nombre artístico, asombrados por los experimentos que podía hacer jugando en su casa con sus pertrechos: interconectando samplers, mezcladores, aparatos de eco y reverberación y una buena cantidad de cintas de audio. Con eso, este hombre se las ingenió para construir él mismo, en el comedor de su casa de Thornton Heath, su primera mesa de mezclas y estudio de grabación.

De esos cuatro iniciales, los canales fueron aumentando a 16, 24 y 32 y Mad Professor se convirtió con el tiempo en el principal responsable de actualizar el sonido del reggae, el ragga y el dub. En los ‘80, sus discos y colaboraciones con artistas como Pato Banton, Sandra Cross, Macka B, Deborahe Glasgow, Aquizim y Tony Benjamin le dieron un nombre e hicieron que Ariwa se convirtiera en un sello respetado. A fines de esa década, su alianza con Lee Perry (que arrancó en 1990 con el tremendo Mystic Warrior) derivó en una actualización del dub como género, con resultados gloriosos como Black Ark Experryments, joya ‘95 de “Scratch” producida por el profe. Los ‘90 lo encontraron también trabajando con próceres de la música jamaiquina como U-Roy (para el que produjo True Born African en 1991), Bob Andy y Yabby You (también conocido como Jesus Dread, el rasta iluminado que creyó más en la divinidad de Jesus que en la de Haile Selassie II). Ya sea en estas producciones o en sus discos, sus arreglos psicodélicos y delirantes, su sonido alegremente electrónico y súper digital (parece que, en su momento, su estudio era el más costoso que un negro tenía en todo el Reino Unido) lo llevaron a ser cada vez más reconocido y requerido por artistas de otros géneros, como The Orb, The KLF, Beastie Boys, Rancid, Sade, Jamiroquai, Pulse Der Zeit, Depeche Mode y otros. No Protection, su espectral remezcla del Protection de Massive Attack (1995), es un ejemplo de su inconfundible talento para la quintaesencia dub y su eterna búsqueda de la versión perdida. Pero si de dub se trata, todos los caminos conducen a su amigo y maestro Lee Perry. “Lo conocí en 1982, cuando decidió probar suerte fuera de Jamaica. Aprendí muchísimo de él, pero también de Errol T, Sylvan Morris o King Tubby. Pero Lee Perry nos enseñó a todos nosotros cómo hacer para convertirnos en ingenieros usando un equipo doméstico.”

Sobre la evolución del género en el mundo, que durante la última década parece haber crecido exponencialmente, Madpro tiene sus reservas, aunque rescata a artistas como Joe Ariwa, Young Warrior y Alpha Steppers: “Hay muchísimos jóvenes en Francia, Bélgica y Alemania desarrollando sus propias versiones del dub. La verdad es que ahora se ha vuelto algo muy internacional. Aunque también es cierto que mucha música que se conoce como dub no lo es”, dispone.

El creador del sello Ariwa (palabra yoruba que significa “comunicación”) recuerda el estupor que le generó conocer en este contexto a una banda como Nairobi: “Aparecieron en una fecha mía y decían que querían tocar dub, que en general es música que se produce en estudio y no en vivo. Yo fui el que le hizo escuchar Nairobi a Lee Perry. La verdad es que hace diez años, antes de que aparecieran ellos, en Argentina no había ninguna banda dub: sólo bandas de reggae”, marca el nada improvisado historiador.

Llama atención la sobriedad de Professor, que recuerda que en la segunda visita que hizo al país no tocó porque los organizadores olvidaron... ir a buscarlo al hotel. “¡Qué locos de mierda!”, se queja. Y basta escucharlo aclarar que ahora, cada vez que viaja, trae sus propios equipos: “¡Si lo dejas que lo traigan los promotores siempre van a traer el sonido más barato y peor de todos!”, justifica. Y da la pauta de que, más allá de la suave humareda que rodea el imaginario de este genio del dub, en realidad es uno de los mejores ingenieros de sonido del mundo, un ingeniero sobrio que realmente toca aunque sólo esté moviendo las perillas. “El dub es la música ideal para fumones, es un estilo que te permite escaparte y flotar, pero la verdad es que yo no soy un fumador. Como ingeniero necesitás tener la cabeza clara”.

Como él mismo declamó en la introducción de uno de sus discos: “Cuando mi Padre llegó a la tierra, él no usó el teléfono, no usó Internet. El eligió vivir en la jungla. Eligió tocar percusión”. Y es justamente esa vuelta a la naturaleza desde la tecnología, ese sentido rítmico a la vez tribal y digital el que hace que su música, más allá de que aparezca en un rol o el otro, sea siempre una banda sonora ideal tanto en la guerra con en la paz de esta Aldea Global que, conscientemente o no, cada vez es más dubbera: “Es cierto que el dub puede ser la banda de sonido para la paz, pero también puede serlo para la guerra. Yo tengo la canción Malvina’s Song. ¡Y trata sobre la guerra!”.

* Jueves 24 en La Trastienda Club (Balcarce 460). Desde las 23.

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