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Jueves, 23 de enero de 2014

Siguen girando

 Por Santiago Rial Ungaro

La canaleta del juego y la droga (Krupoviesa, No-Fi Records). Hasta ahora, Krupoviesa siempre fue sinónimo de patadas alevosas, como la que el ex lateral de Boca y Estudiantes de La Plata le dio al gran Rolfi Montenegro, que eclipsó incluso golazos varios y demás méritos de irascible “Krupo”. Con la reciente aparición del debut virtual de esta simpática nueva banda (integrada por Nico Lantos, bajista y alma mater de los Festipulenta, Satur, Felipe Muslera en batería y las guitarras de León Rogani y Cabo Segovia), Krupoviesa parece destinado a redimirse. Con los titilantes teclados de Satur al frente, temas como Perdidos en Azopardo, Buscada por terribles actos de violencia o El buen peronista dan cuenta de la propuesta del quinteto: canciones breves y melódicas, con ecos lejanos de Magazine y citas a El Mató, y un humor por momentos casi cínico, en un estilo que ellos mismos definen como “rock cabeza indie peronista post punk pulenta”.

El último casette del parque (Niños Envueltos, independiente). Aunque podrían armar un equipo de fútbol completo (en total son once integrantes), estos muchachos han elegido en cambio armar una sutil orquesta acústica y darle forma a una de las propuestas más musicales de la siempre fértil escena under porteña. Arropada por delicados arreglos de guitarras, trompetas, órganos Hammond, sintes, violines, melotrones, steel guitar, bajos y baterías, la aguda, frágil e inconfundible voz de Tonga narra melancólicas y sugestivas letras, creando una especie de banda de sonido del paso de la adolescencia a la adultez, a través de una búsqueda de la inocencia perdida que paradójicamente termina resultando madura, para nada ingenua. Con una cuidada producción de Gerardo Farez que rescata el sonido en vivo del grupo, estos Niños se animan, en un panorama lleno de bandas que clonan a otras, a ser ellos mismos.

Vigilante Margarita (Vigilante Margarita, UMI). “Voy caminando por el medio de un bosque”, canta una voz femenina en el inicio del debut de este enigmático trío; y es justamente ese mismo saludable desconcierto de adentrarse en terreno desconocido lo que genera escuchar a este trío conformado por Guillermina Etkin (voz, piano, cítara, Farfisa y Casiotone), Cecilia López (voz, sintetizador, guitarra eléctrica y Farfisa) y Cecilia Grammático (batería, stylophone, kaoos pad y objetos). De la improvisación jazzera a la canción clásica, las chicas aparecen en la gráfica con las caras pintadas de verde, como si quisieran camuflarse y perderse en la jungla sonora que propone este experimental disco producido por ellas mismas y Pablo Barros en los estudios ION y DDR, en el que les cantan a las pirañas, a los pájaros, a las chicharras veraniegas y a la chauchas secas que suenan como serpientes de cascabel. Hay momentos de melodiosidad pop y actitud experimental rockera.

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