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Jueves, 10 de abril de 2014

CHICO TRUJILLO CRUZA LOS ANDES

“Nos enseñaron que la alegría era comprar”

El grupo que les puso cumbia a las protestas estudiantiles en Chile llega para mostrar su música sin callar nada.

 Por José Totah

Así como en la escena porteña germinó, durante los últimos años, un semillero de nuevas orquestas jóvenes que reversionan las cumbias que se escuchaban en los ‘50 y ‘60, del otro lado de la Cordillera viene pasando algo parecido. El caso de Chico Trujillo es especial: para muchos es, desde 2001, el primer grupo que recuperó el gustito por la cumbia de la clase media chilena, y que abrió el camino a otros como Banda Conmoción, Juana Fe, La Mano Ajena y Villa Cariño, que se hicieron fuertes en el Galpón Víctor Jara del barrio Brasil, en el centro de Santiago.

Liderados por el carismático Aldo “El Macha” Asenjo, a los Chico Trujillo no les sirvió de mucho el perfil ultra bajo: son una de las bandas que más discos vendió en Chile en el siglo XXI: más de 20.000 copias sumando las ventas de Cumbia Chilombiana (2007), Plato único bailable (2008) y Vivito y coleando (2010), según el diario El Mercurio. Después de casi establecerse como músicos callejeros de Berlín a fines de los ‘90, y luego de nueve giras por Europa, tocan hoy y mañana en Niceto. “La actitud rockera está intacta, aunque toquemos cumbia. Crecí escuchando a Misfits, Dead Kennedys, 2 Minutos y Los Fabulosos Cadillacs, y me siento igual tocando ska y punk-rock que haciendo cumbia. La gente recibe esa energía”, le dice Sebastián Cabezas, el trompetista de la banda, al NO.

Se los sigue catalogando como “nueva cumbia chilena”, pero El Macha dijo hace poco no tener idea de qué es eso. ¿Entonces?

–Lo de “nueva cumbia chilena” tiene que ver con la aparición de grupos más jóvenes, que venimos de una escuela de rock y hacemos cumbia. Pero coincido con El Macha en que no tiene mucho de nuevo. A bandas como Bomba Estéreo las podrías poner en la misma bolsa, pero si rascás un poco seguís escuchando el chingui chingui que está desde siempre. Lo nuestro es una mezcla de cumbias clásicas con propias, un poco de bolero y música andina.

Fueron la banda de sonido de las últimas protestas estudiantiles en Chile, ¿sienten alguna responsabilidad?

–No pienso que sea un tema de responsabilidad. Estuvimos presentes en todo ese proceso y no sólo tratamos de entenderlo y apoyarlo, sino que también fuimos afectados por lo que pasó. Venimos de dos décadas de un apagón cultural gigante y se perdieron muchas cosas valiosas. Nos enseñaron que la alegría era comprar y tener una tarjeta de crédito. Nos convertimos en un país exitista. Recién ahora se están recuperando las ganas de celebrar y hay una búsqueda de identidad. Quizá por eso suena la música que bailaban nuestros abuelos y la gente mayor se acerca y te dice: “Qué buenos temas antiguos que están haciendo otra vez”.

¿Por qué creés que cada vez más gente escucha cumbia clásica, tanto en Chile como en la Argentina?

–Quizá porque uno mira hacia atrás y encuentra bandas fantásticas como La Sonora Palacios, Los Wawancó, Vikings’5 o Los Corraleros. Creo que se les está dando el lugar que merecen. Claro que siempre va a haber gente que trate de sacar provecho y ridiculizar la cumbia con propuestas del estilo Tirate un paso.

Comparten escenario con Kumbia Queers, ¿las conocen?

–Nos topamos con ellas en Europa y en México. Siempre que vienen a Chile las vamos a ver. Son loquísimas y eso te invita a querer estar cerca de ellas. Algo interesante tiene que pasar con gente tan loca.

* Viernes 11 en Niceto Club, Niceto Vega 5510. Desde las 20 con Kumbia Queers.

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