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Jueves, 2 de octubre de 2014

EL TIEMPO OTRA VEZ AVANZA PARA NO TE VA GUSTAR

“DESDE DENTRO LA COSA SIGUE SIENDO MEDIO ARTESANAL”

El grupo rioplatense con mayor proyección regional publica su octavo disco, aprende las últimas reglas del mercado que le eran desconocidas, llega al único país sudamericano donde le faltaba tocar y decide si al fin se lanza a hacer un gran estadio porteño, luego de meter más de 50 mil personas en sus últimos shows en Argentina. Una gran bestia pop, bo

 Por José Totah

Un día, charlando con los otros dioses sobre la rambla del Olimpo, el Dios uruguayo, que andaba en chancletas y tenía la matera colgada sobre la túnica, descorchó la profecía: “A fines de los ‘90, un puñado de bandas de rock de mi país cruzarán el río en un bote gigante que llevará autos dentro, y conocerá el éxito en la otra orilla. Una, inclusive, terminará llenando canchas de fútbol”. En ese momento, el resto del panteón se le mató de risa, sobre todo por el asunto de los autos sobre el agua. Pero no estaba tan pifiado. No existe hoy en el mapa un grupo de rock rioplatense con tanta proyección regional como No Te Va Gustar. Tocaron en casi todos los países del continente –vienen de presentarse en Colombia para más de cien mil personas, en el Rock al Parque– y en Argentina califican hace rato como “banda de estadio”, no tanto por decisión propia sino porque todo lo demás les fue quedando chico. Ahora están presentando su octavo disco de estudio, El tiempo otra vez avanza.

Emiliano Brancciari, el cantante de No Te Va Gustar, está durmiendo en un sillón de uno de los salones de un hotel boutique de Palermo Hollywood, y el percusionista Gonzalo “Japo” Castex y el resto de la banda pululan por los pasillos, arrastrando los pies, en ese “modo boludeo 24x7” que generan demasiado días de convivencia entre machos. Vienen de dos días de ruedas de prensa y fotos, y el ritual los tiene embotados. Cuando hablan, con esa cadencia oriental, es inevitable preguntarse si son conscientes de lo que están generando: que son el caballito de batalla de una gran discográfica con fichas de NTVG para toda la región (hay quienes los comparan con Calle 13, pero con aún más potencial); que tienen una convocatoria sin techo, sólo comparable a lo que movían Los Piojos o La Renga en su mejor momento. Para tener una idea, en 2013 metieron 55 mil personas en un show en Costanera Sur y, en marzo de este año, otras 50 mil en el Unico de La Plata, además de recitales masivos en Córdoba, Rosario y otras plazas del interior.

Los NTVG juran haber comprendido hace bastante poco algunas reglas del mercado, como que el corte de difusión no tiene que ser el que más les gusta sino el más radiable, aunque implique “sacrificar una canción”. Y la verdad es que el disco que vienen de parir tampoco puede fallar. Más guitarrero que los anteriores, El tiempo otra vez avanza es el primero en la carrera de NTVG grabado completamente en vivo, con todos tocando juntos en el estudio, y fue producido por el legendario Joe Blaney, que trabajó con The Clash, Prince, Andrés Calamaro y Charly García. El álbum se pone bien rockero en temas como Me ilumina hoy, Mi demente y Su sombrero, pasa por un par de baladas con destino de hit (Alba, La cuerda, Viajando sin espada), merodea el bolero para borrachines en Paranoia y por la ranchera dark en Presente. El corte, Comodín, tiene un videoclip muy divertido, en el que aparecen lookeados con estética de los ‘70, con la inclusión de Cucho Parisi, de Los Auténticos Decadentes, haciendo de bizarrísimo presentador de tevé, y Charly en teclados. Otros invitados para este último trabajo fueron Diego Rossberg (Cuatro Pesos de Propina), Freddy “Zurdo” Bessio (Agarrate Catalina) y Hugo Fattoruso.

¿Cómo fue laburar con Blaney? ¿Realmente te cambia la cabeza tener atrás a un productor así?

Emiliano: Nos hizo disfrutar de grabar en vivo, todos a la vez. Como somos una banda muy numerosa, siempre habíamos grabado por capas, lo cual hace que el proceso sea menos directo y también menos disfrutable. Se disfruta mucho más cuando estamos tocando y sabemos que eso que suena así, sin arreglar, sin nada, somos nosotros. Blaney nos encontró en un momento muy positivo a nivel grupal, porque estábamos muy focalizados en encontrar lo mejor para el disco, lejos de cualquier roce, del ego de cada uno, dejando de lado lo personal en favor de lo grupal.

¿Por qué eligieron Comodín como corte de difusión?

Emiliano: Más allá de que nos guste, el corte no nos sirve demasiado. Es algo que hay que hacer, como sacarse fotos de prensa. Es una forma también de sacrificar un tema, porque va a estar sonando mucho tiempo antes de que salga el disco. Hubo un tiempo en que nos esforzábamos en buscar la canción más representativa, pero entendimos que el corte sirve para otras cosas, que tienen más que ver con las reglas del mercado.

¿Es un disco más guitarrero, más rockero que los anteriores?

Emiliano: Puede ser, capaz por el audio al que llegamos. Quizá las canciones pedían eso, porque Blaney es claramente un ingeniero de rock y entonces es posible que el tinte del disco sea más rockero.

Japo: Más que guitarrero, creo que hubo algunos cambios conceptuales y se movieron algunas piezas.

¿Ustedes se piensan como el “proyecto regional” de su discográfica? Porque ya no son más la banda uruguaya que cruza en ferry para tocar.

Emiliano: Desde dentro la cosa sigue siendo medio artesanal. Somos un grupo que se preocupa por dar el mejor show en cada lado, sea para diez o para diez mil. Nos dedicamos a eso y nos va llevando por diferentes lugares. Así se van abriendo puertas, pero básicamente con las armas que tenemos que son tocar en vivo y hacer buenos discos. No tenemos un aparato gigante atrás, seguimos siendo una banda independiente más allá de los diferentes sellos que colaboran con nosotros.

Japo: Nos hicimos bien de abajo y nunca perdemos de vista eso.

Emiliano: Tratamos de conectar con alguien que nos consiga un lugar para tocar. Ahora, por ejemplo, vamos por primera vez a Bolivia, que es el país de Sudamérica que nos queda por ir. Y contactamos a un productor de shows boliviano para que nos buscara una sala donde mostrarnos y ver qué pasa. Y así hicimos con todos los lugares, con cada provincia argentina, y siempre nos costó.

En Argentina están en su tope de popularidad. Vienen metiendo de a 50 mil personas. ¿Cuál sería la progresión natural? ¿Qué les falta hacer?

Emiliano: El próximo paso es hacer un estadio en Capital.

Japo: Es raro, porque en cierto modo sabemos que ése sería el paso siguiente, pero tampoco tenemos claro si es realmente lo mejor. A veces tenemos ganas de hacer cosas chicas, que la gente no se acostumbre a vernos solamente en un gran escenario.

¿Cómo es tocar frente a tanta gente?

Emiliano: Tiene momentos gloriosos, cuando escuchás a toda la gente cantar una canción tuya. También es un poco más frío, porque ves una masa y no estás viendo la cara de nadie. Es más fácil tocar para muchos que para pocos.

Japo: Cuando se termina un show de estadio terminás muerto, tanta energía se apaga y te golpea; quedás como mutando.

Se dijo mil veces que las bandas uruguayas de rock vinieron a ocupar la vacante de la escena argentina. ¿Ustedes sienten eso?

Emiliano: Formamos parte de un recambio generacional de bandas masivas que cambiaron o dejaron de tocar. Hay de todo en nuestro público: gente que iba a ver a otros, gente más chica que nosotros y gente más grande.

Japo: Sabemos que hay muchos que nos escuchan pero que no vienen a saltar a los recitales.

Emiliano: Bueno, de hecho a mí me cuesta ir a un show de estadio. Estoy un rato, me quedo un par de temas y me voy.

A dos años de la muerte del tecladista Marcel Curuchet, seguramente tienen una perspectiva modificada por el paso del tiempo. Más allá de cómo repercutió en cada uno, ¿como cambió los destinos de la banda?

Emiliano: Musicalmente tomamos otro camino porque entró el tecladista Francisco Nasser, que toca de otra forma, y decidimos ir por ahí, no tratar de emular nada. El título del disco tiene mucho que ver con eso: estamos avanzando sentimentalmente. Habíamos quedado aturdidos y haciendo las cosas por inercia y ahora estamos más asentados. El golpe fue muy fuerte pero, con el paso del tiempo, nos puso a todos en un lugar mucho más sano y de armonía grupal que hace que este disco haya sido distinto, sin roces, todo el tiempo centrados en el proyecto. Antes estábamos distraídos. Nos enfocó mucho más.

¿Pensaron en no seguir?

Emiliano: Cada uno debe haber pensado “¿Cómo hago para subirme a un escenario de nuevo?”. Seguimos un poco por inercia y quizá fue lo mejor que pudimos hacer: apoyarnos en el otro y ver que estaba pasando lo mismo fue lo que nos sacó de ahí.

En su DVD El calor del pleno invierno, Emiliano acusa a alguien de la banda de haber dejado un cacho de tarta olvidado entre los sillones de la sala de ensayo. Pasaron dos años. ¿Descubrieron quién había sido?

Emiliano: Sí, claro. Fue el Bambino, el guitarrista Pablo Coniberti. Por eso está calladito en una punta y no habla.

El tiempo otra vez avanza sale el 10 de octubre

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