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Viernes, 26 de diciembre de 2014

POST-CROMAñóN #10: SANTIAGO BARRIONUEVO

“Lo importante es creer en cuidar al otro”

El cantante y bajista de El mató a un policía motorizado se convirtió rápidamente en referente, y su banda encarnó como pocas el post Cromañón.

 Por Luis Paz

Si bien Eruca Sativa, Salta La Banca, Onda Vaga, La Beriso, Dancing Mood, El Bordo o Tan Biónica tuvieron una resonancia mayor, vendieron más discos y coparon teatros y estadios más grandes, el caso de El mató a un policía motorizado es arquetípico del post Cromañón. Con una trilogía de tremendos discos lo-fi (dato 1) publicados por el sello colectivo Laptra (dato 2) en apenas tres años, en base a su desarrollo en Internet (dato 3) y a su manía por tocar y tocar (dato 4), El mató se convirtió rápidamente en referente (dato 5) de una generación para la que oficiaron como demostración de que sí, que se podía (dato 6). Y al fin acabó encabezando festivales de concepto indie (dato 7), copando plazas del palo en el exterior (dato 8) y siendo citados por Massacre en una canción de su último disco (dato 9).

Estos nuevos, sencillos y adorables muchachos encarnaron un nuevo punk, una nueva ética DIY (dato 10) platense y descarada, con un sonido y una poética propios (dato 11), aunque deudores del noise, el rock universitario, el indie rock, el cine clase B, la amistad y mil fantasías proyectadas sobre el cielo de la ciudad de las diagonales. A diferencia de todos aquellos casos, con El mató no estaba claro de qué genealogía provenían (dato 12): ¿la de Massacre, la de la Buenos Aires Hardcore, la de Marcelo Pocavida, la del rock barrial, la de Suárez? Provenían, al fin, de una era post Internet y post Cromañón, diversa y profunda a la vez, que tal vez no tenga demasiada raigambre en el pre Cromañón, pero que explotó en los últimos cinco años, con ellos como chispa incendiaria (dato 13).

El mató abrió las puertas para ir a jugar a dos camadas posteriores de bandas, al punto de que ya existen grupos con discos editados que los citan entre sus influencias: el ciclo fue más breve que nunca en su caso, de gran cosa nueva a referencia e instantáneo clásico del rock argentino (dato 14). Todo, con una manera particular de hacer y promover: en short de fútbol y zapatillas de lona, pero con el horizonte más allá de la esquina y mucho más que dos o tres tonos (dato 15). Banda multiprocesadora, tan afín a su época, El mató grabó, publicó, difundió y hasta dibujó sus discos (dato 16). Con La dinastía Scorpio, su fabuloso disco de 2013, convenció a quienes no accedían a su magia por impedimento auditivo, por tener el oído acostumbrado a la alta fidelidad (dato 17).

Por haber abierto el juego a cantidad de bandas nuevas (dato 18), por lo difícil que resulta rastrear su ADN en el rock argentino (dato 19), por su importancia fuera del país (dato 20), por el trabajo en su sello (dato 21), por la calidad de su música (dato 22), por su prepotencia de laburo (dato 23), su supervivencia a dos crisis tremendas, 2001 y Cromañón (dato 24) y su condición de clásico instantáneo (dato 25) y por otros tantos datos más, El mató es la banda más importante del post Cromañón.

Santiago Barrionuevo, su cantante y bajista, es el último entrevistado de esta columna por la que pasaron Sara Hebe, el Gato de 107 Faunos, Maxi Martina de Error Positivo, Barbi de Utopians, Matías de La Condena de Caín, Ivi de Nairobi, Pablo de La Perla Irregular, Ale de Viva Elástico y Luciano de Todopoderoso Popular Marcial, todos músicos de bandas que se volvieron importantes en su escena luego de Cromañón, y que de hecho empezaron a tocar y a grabar luego de la masacre. En estas entregas, les contaron a los lectores más jóvenes del NO cómo fue el inmediato post Cromañón. El intento que hacemos los periodistas del NO en el resto del suplemento es registrar qué se construyó desde entonces. Sin más, el aporte de Santi Motorizado.

¿Qué recordás de cuando ocurrió Cromañón?

–Me acuerdo de estar chateando con Ezequiel, de Los Lunes, que en ese momento tocaba en Infinito Paraíso, y de repente me dice que ponga Crónica: me acuerdo de todo, la luz de la habitación, el clima y la charla, no lo podíamos creer. Al principio estaba esa sensación de ficción que te da la televisión, era increíble, pero era todo real, un recital de rock que se convertía en una pesadilla.

¿De qué manera creés que afectó el trabajo de los músicos del under?

–Fue una noche trágica, un montón de personas muertas en una fiesta, en un par de horas que tenían que ser divertidas para compartir entre amigos y se transformaron en algo horrible, en el final. Quiero creer que afectó a todo el mundo en muchos sentidos, pero obviamente que el foco estaba puesto en la cultura rock, en el under y en lo peligroso que podía llegar a ser eso. Algunos aprovecharon para pisotear algo que odiaban de antemano y otros se dieron cuenta de que hay que cuidar siempre al que tenés al lado. Mejor cuidarnos nosotros y no que vengan a cuidarnos otros. Hubo consecuencias en todos los eventos musicales en general. Pero obviamente que siempre los que más pagaron fueron los espacios pequeños, los centros culturales, los bares, los espacios con infraestructura más limitada, que a la vez se sentían ajenos a lo que venía ocurriendo en esos eventos masivos, esa celebración pirotécnica heredada de la cultura del fútbol.

¿Considerás que lo que pasó originó alguna consecuencia positiva?

–Que haya un cuidado general de todo es bueno, que haya paranoia y persecución, obviamente que no. Creo que lo importante es creer en la idea de cuidar al otro, en un recital, en la cancha o en cualquier evento de nuestras vidas, cuidarnos entre nosotros antes de que tengan la excusa para poner un policía en el medio.

Saber lo que pasó en Cromañón, ¿te hace pensar más en las condiciones del lugar antes de agarrar una fecha?

–Obvio, igualmente ahora los lugares cuidan más todos los detalles, eso está bueno. Hay veces que nos pasa más que nada cuando viajamos afuera, de ver cómo están decoradas las salas, y ver si tienen algo peligroso, pero en todos lados se suele cuidar mucho el espacio.

¿Alguna vez sentiste miedo en un show tuyo o ajeno después de Cromañón? ¿En cuál y por qué?

–Hubo una estampida en un Personal Fest, porque al parecer alguien sacó un cuchillo y todos empezaron a correr, pero no pasó a mayores. Esos momentos de pánico general son peligrosos, pero lo que más me da miedo es que se genere una idea general de desinterés por el otro. Siempre me gustó ver de chico cómo en los recitales punk al que se caía en el pogo se lo levantaba inmediatamente como un acto reflejo, era hermoso.

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Imagen: Cecilia Salas
 
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