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Viernes, 26 de diciembre de 2014

EDUARDO SEMPé SOBREVIVIó POR IMPUNTUAL

“COPAMOS UN LUGAR QUE ESTABA VACÍO”

Creador de la Fiesta Clandestina, llegó tarde al recital de aquella noche y hoy es uno de los principales productores locales.

 Por Yumber Vera Rojas

Eduardo Sempé había ido al recital de Callejeros en República Cromañón, el 30 de diciembre de 2004, para escuchar la propuesta de trabajo que quería hacerle la banda, a partir de la reputación que se había ganado como manager de La Covacha. Pero terminó auxiliando a los chicos que asistieron. Su impuntualidad no sólo le salvó la vida, sino que le permitió convertirse en uno de los empresarios más importantes del rock argentino tras el recambio que provocó la masacre en la escena.

“No creo que la gente esté predeterminada para las cosas: las tenés que buscar”, asegura, en un restó de Palermo, el productor que se lamenta de no haber registrado el nombre del primer show que organizó: Quilmes Rock Festival, a beneficio de una biblioteca de Bernal. “Por más chocante que parezca, nos beneficiamos de las consecuencias de Cromañón. Aunque nada de esto pasaría si hace 15 años no hubiésemos apostado a ir hacia adelante. Si bien cuando comenzás capaz tenés todo el potencial para contratar a un artista y realizar una buena producción, diez años después hay otros que también creen que podés hacerlo.”

El éxito de ese modelo de gestión se hizo patente a partir de la creación de la Fiesta Clandestina, que introdujo al recital entre sus condimentos. “Todo tenía que ver con que el evento fuera lo más popular y masivo posible. Hicimos la primera en octubre de 2005, una época en la que no había otras alternativas. Así que, ante la carencia de recitales, y fuera del circuito de las discotecas, copamos un lugar que estaba vacío”, explica Sempé. “Uno de nuestros aciertos fue poner una entrada barata. Esto le permitió a un montón de público acceder a artistas como Dread Mar I o Arbolito, que en otras circunstancia no hubiera visto.”

Además de que significó una nueva modalidad para descubrir bandas y solistas, las Clandestinas le posibilitaron al fundador de Rock & Reggae Producciones crecer al punto de que, tras alquilar locales a terceros, estableció su propio emporio. De esa forma surgió Groove, al tiempo que se finiquitaba la construcción del Estadio Malvinas Argentinas, y tuvo pie para adquirir de Uniclub, Palermo Club y más recientemente del bar Ultra.

Mientras describe que entre las virtudes de su equipo de trabajo están la astucia, el riesgo y la constancia, aunque entiende que esto no garantice el resultado del proyecto, Sempé advierte que su competencia es sana y leal. “Lo que nos diversificó fue que las diferentes actividades subvencionaran a otras. Apuntamos a generar plata, siempre con nuestro trabajo. Nunca le disputamos un artista a nadie”, subraya este filántropo en sus ratos libres, de voz carrasposa, quien también inauguró una editorial musical y el sello Ediciones Clandestinas, con el que publicó 30 discos. “Hicimos shows grandes con artistas que no lo hacían con otras empresas, lo que nos ayudó a volar por debajo del radar de las productoras importantes.”

Tras adentrarse en la organización de recitales de exponentes nacionales populares y de figuras internacionales de nicho o en florecimiento, no descartan sumarse al auge festivalero: “Aún no crecimos en la relación con las marcas, que son las que lo hacen viable. Pero, frente a diez Roger Waters, lo más sano para esta industria es el desarrollo del artista”.

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Imagen: Cecilia Salas
 
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