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Jueves, 3 de julio de 2003

MARTIN GORE Y DAVE GAHAN, LEJOS DE DEPECHE MODE

Pedido de licencia

El compositor y el cantante de la banda tecno-rock más grande del mundo se tomaron un descanso luego de una monumental gira, y editaron sendos discos solistas. Gore reincide con un segundo volumen de versiones, después de 14 años de la aparición del primero. Gahan, y esto sí es novedad, escribió sus propias canciones para su debut solitario.

POR EUGENIA GUEVARA

Martin Gore es el rubio, el guitarrista, el que compone todas las canciones de Depeche Mode desde que Vince Clarke dejó el grupo en 1981. A veces, canta: elige las canciones más lindas, o las que mejor le combinan. Para Exciter (2001), último disco y tour, se reservó “Breathe” y “Comatose”, y estuvo discreto porque también podría haberse encarnado en “Freelove”. Igual, para poner el cuerpo, la voz y la química, estuvo desde el comienzo Dave Gahan, el cantante que murió y resucitó en 1993 durante la gira de Songs of Faith & Devotion –ahí tocaron por única vez en la Argentina–, después se transformó en mito y pasó los últimos diez años hablando con nostalgia de las drogas pasadas.
La confusión está por disiparse. Martin Gore y Dave Gahan acaban de lanzar discos solistas imperdibles (el de Gahan se editará en la Argentina en agosto, el de Gore... hasta ahora no), en los que son absolutamente identificables, mientras el tercer miembro de Depeche Mode, Andy Fletcher, estrena sello discográfico y produce al dúo electrónico femenino Client.
Gahan logró ponerle cabeza a su cuerpo en Paper Monsters: “Siempre me sentí un poco como un impostor, un intérprete de las emociones de Martin. Creo que hice un muy buen trabajo, pero tenía necesidad de hacer esto”, dijo. En cambio, Martin Gore eligió el papel de “impostor”, como en 1989 en Counterfeit (Falsificación), y puso otra vez su cuerpo, su voz y su emoción en canciones de otros, elevando la apuesta al cuadrado. En un estudio casero, cerca del cuarto de sus hijas, grabó el extraño y delicado Counterfeit 2, donde versiona canciones de John Lennon, Brian Eno, Lou Reed y Nick Cave, entre otros. “Me gusta la idea de hacer covers. Es interesante cuando los músicos lo hacen porque muestran sus influencias. No escribí nada para este álbum porque soy parte de Depeche Mode y no es bueno que use mis canciones cuando soy el principal compositor de la banda y además, no soy particularmente prolífico”, explicó.
De Martin Gore, que logró una evolución musical permanente, cabía esperar más y mejor, mientras que el capricho de Gahan de componer sus propias canciones después de 20 años resultaba abusivo, casi un disparate. Pero, contra todo pronóstico y con la ayuda del guitarrista Knox Chandler y el productor Ken Thomas, Gahan consiguió un disco digno. En Paper Monsters transmite sus emociones más sinceras e incluso pone a consideración algunos potenciales hits como “Dirty Sticky Floors”, el bailable “I Need you” y las amables “Hold On” y “Little Piece”. También ensaya blues, country, gospel y rock, dejando la solitaria sensación de su voz marcando el rumbo. Entre guitarras y fraseos, se cuela un poco de Depeche Mode y lo paradójico es que Depeche Mode se hizo a partir de las canciones de Martin Gore. Y Martin Gore acaba de editar un disco que nada tiene que ver con Depeche Mode.
El exquisito Counterfeit 2 está compuesto por versiones electrónicas de canciones que conmovieron a Gore a través de los años: “Hay algo que le da al álbum un hilo. Emociones profundas, supongo. Tiene que haber una conexión personal. Sin algunos de estos artistas, no estaría escribiendo como lo hago”, contó. Así desfilan canciones muy diferentes que comparten un clima íntimo y conmovedor; al mismo tiempo, frío y extraño. Gore describe su versión de “Candy Says” de Lou Reed como “más drogada que la original” y el comentario vale para todas las demás. La voz cándida y oscura del compositor que prefiere ceder protagonismo, se acerca y se aleja flotando en abismos de sonidos, y fascina. La inquietante “Stardust” (David Essex), la sensual melancolía de “In my Other World” (Julee Cruise), la excitada “Loverman” (Nick Cave), la nostalgiosa “By this River” (Brian Eno) y la versión despojada y moderna de “Lost in the Stars”, el himno romántico de 1949 de Kurt Weill, son testimonio suficiente de su especial sensibilidad. No sólo un par de sonidos industriales, hoy modernizados, recuerdan su primera falsificación donde rescató autores desconocidos. Hace catorce años, como ahora, el disco solista fue una licencia placentera de Depeche Mode. Un gusto personal, producido y promocionado en forma íntima. Una descarga de la tensión acumulada, luego de giras monstruosas como 101 y Exciter, respectivamente.
Gore, Gahan y Fletcher descansan a su manera mientras esperan reunirse para el nuevo disco de Depeche Mode, que nadie sabe cuándo será. Por ahora seleccionan versiones para el álbum de remixes que lanzarán a fin de año. La banda que vecinos y compañeros de colegio de Basildon (Inglaterra) formaron en 1980 sigue en pie después de varias crisis terminales. A través de los años, cuidaron su conexión emocional con la música y transmitieron esa pasión a su público. Siempre fueron por más. Por eso permanecen después de dos décadas, reciben homenajes aquí (ver aparte) y allá, y Johnny Cash les regaló una especial versión de “Personal Jesus”. Gore es falsificador, Gahan asume sus miedos, Fletcher hace negocios. Pero no significa más que eso, hay cosas que nunca cambian. Gore lo señaló hace algunos años: “No sirve de nada cambiar el mundo sobre todo cuando este mundo te conviene más que otro. Depeche Mode es nuestra vida, por lo tanto, no tenemos más que vivirla”.

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