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Jueves, 12 de marzo de 2015

BRIAN JáNCHEZ NO SE PINCHA

La revulsión inconclusa

Las historietas de Un globo que no se desinfla están entre sus más zafadas.

 Por Andrés Valenzuela

Queda mal decirlo así, pero Brian Jánchez está más hijo de puta en cada nuevo libro que publica. Y es maravilloso. En Un globo que no se desinfla hace chistes con parricidios, niños muertos, dibujantes desempleados, rengos que venden música melódica, orgías de ciegos o redactores de horóscopos. Jánchez, de 29 años, presentará su libro el 14/3 a las 16 en Dibujados, el evento de historieta autogestiva e independiente que nuclea a los que están en esto por el cuore y no por el bolsillo. Un globo que no se desinfla incluye 60 historietas de una página. Palo, chiste y a la bolsa, con un gran nivel humorístico, aunque no apto para almitas sensibles de colores pastel y frase poética.

El libro te daba miedo, ¿por qué?

–Porque cada historieta es distinta, es el problema de Relatos salvajes: no es una película, son seis cortos. Hay una cuestión estética y una sintonía, pero son distintas historias.

Acá el eje no es temático, como en los anteriores, ¿cómo lo concebiste?

–Lo que me permitían estas historietas de una página era hacer lo que se me cantara el ojete en el momento. Sí hay muchas historias de barrio en el libro, porque algunas fueron publicadas en diarios de La Paternal. Busco que lo entienda cualquiera, un lector casual. No busco el chiste pop, que en cinco años no funciona más.

Pero hay cosas que en cinco años seguirán existiendo, como Star Wars.

–Pero igual es hacer trampa. El humor pop es derivado. Es como dice Seinfeld, que él no dice puteadas en sus monólogos porque es hacer trampa, porque siempre causan gracia.

El silencio es fundamental en todos tus laburos, pero acá se nota más.

–Ese cuadro que no dice nada me preocupa que se me convierta en un latiguillo. Otros autores lo usan distinto, yo lo uso como timing. Una vez me dijeron que era “wiggensteiniano”, porque decía aunque no dijera nada.

Pero lo raro es que lo uses en humor. En tus historietas más dramáticas era mucho más natural que apareciera.

–Es que además resulta una herramienta gráfica. El libro es más una serie de ejercicios de guión, pero necesita apelar a algunos recursos de imagen para que no sea tan escrito, porque si no, no hay diferencia con un cuento. Una de esas herramientas gráficas y narrativas es el silencio.

Venías de historias más largas. En un chiste de una página, no hay red; si no está impecable, se desmorona. ¿No te preocupaba?

–Este es el libro más fontanarresco de todos los que hice. Lo empecé a leer a partir de este libro. El decía que tenía un remate para el último cuadrito, pero que si ése no funcionaba, por las dudas necesitaba otros 74 remates para los 74 cuadritos anteriores. Acá trata de haber un chiste en cada cuadrito, por las dudas de que el final no funcione. Hacer chistes de una página es como un salto sin red, pero con arneses y paracaídas.

* Sábado 14 en Dibujados, Teatro El Mandril, Humberto 1º 2758. A las 16.

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Imagen: Cecilia Salas
 
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