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Jueves, 26 de marzo de 2015

KAMELEBA SE TOMA UN DESCANSO

“No quiero que nos transformemos en un mecanismo pop”

Ras Abuelo Alturria repasa la historia de la banda andes de su impasse.

 Por Santiago Rial Ungaro

“El confundido”, así le decían a Darío Alturria en la Universidad de Ciencias Económicas de Córdoba, cuando el economista aún le ganaba al rasta: “Me corté mis primeros dreadlocks por un profesor que me preguntó si pensaba ser economista con esos pelos: me dio tanta vergüenza que me los corté. Yo quería ser economista. Tengo una gran afinidad por Marx desde muy chico, pero eso fue vocación, porque cuando empecé a estudiar estábamos en pleno apogeo de ese neoliberalismo a ultranza que había eliminado al Estado. La verdad es que me sentía confundido y se burlaban bastante de mí, pero aprendí mucho y conocí gente valiosa”, dice el cantante de Kameleba.

Darío, ahora conocido como Ras Abuelo, cuenta que nunca llegó a entregar la tesis: “En un momento tuve que decidirme por la música, pero hice periodismo económico y trabajé y sigo trabajando en extensión económica en los barrios. Yo había tocado en bandas de rock, pero no quería saber nada con eso”. Ya no se lo nota confundido al cantante de esta banda que, en palabras de otro colega, supo convertirse en “la banda de la humildad”.

Ras se apasiona igualmente hablando sobre el desarrollismo, las ideas de Frondizi y su amistad con Roberto “Tato” Iglesias (sociólogo, docente y miembro de la Universidad Trashumante) o recordando sus principios en el canto, en un trío inspirado en los Wailing Wailers, el grupo vocal anterior a los Wailers. “A los chicos de la banda los conocí después de volver de Córdoba, en Villa Mercedes, San Luis. Me ofrecieron entrar como cantante, pero yo sentía una gran afinidad con mi hermano Iván, el guitarrista actual de Kameleba, así que trate de integrarlo también a ellos.”

De aquella acusada confusión, Ras Abuelo sacó una convicción: la de hacer de su banda un ejemplo ideológico, político y metodológico de esa educación popular que aprendió en la Universidad Trashumante con Tato y en la vida misma: “Siempre tuve fanatismo por la música, particularmente el reggae. Vengo de una familia obrera: gente muy lectora, con una cultura del folklore, pero muy humilde, y fui el primero de mi familia en poder acceder a la universidad. Y quizá por eso encontré en el reggae, que es el sonido de una revolución cultural, una música especial. Yo quería decir cosas”.

Con cuatro discos publicados, Kameleba hace 14 años que está presente y “yendo al frente”, y así se ganó un espacio en expansión en la superpoblada escena reggae: “Somos una banda que tuvo un crecimiento suave, creo que la gente durante años vio en Kameleba la misma pasión para tocar en vivo. Pero ahora vamos a hacer una impasse, no quiero que la banda se transforme en un mecanismo pop. La verdad es que siento mucha presión porque hace catorce años que arrancamos y quedé un poco solo con algunas responsabilidades. Hemos tenido un manager que se encargara del día a día de la banda, pero como también soy un poco productor, todo me superó un poco”, destapa. “Pero a lo máximo que podemos aspirar es a elegir nuestra propia alienación.”

* Viernes 27 en Teatro Opera Allianz, Av. Corrientes 860. A las 20.

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