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Jueves, 2 de abril de 2015

LA PELíCULA DE SPINETTA Y SPINER

“Un tiempo que no existió ni existirá”

Balada para un Kaiser Carabela volverá a ser proyectada, 28 años después.

 Por Juan Ignacio Provéndola

Fernando Spiner y Luis Alberto Spinetta lograron lo que pocos: interrumpir el tránsito de la 3 durante varios días. En mayo de 1987, el por entonces novel cineasta local dirigió al Flaco en Balada para un Kaiser Carabela, rodado sobre la avenida principal de Villa Gesell. A diferencia de lo que sucede en verano, el pueblo del corto es únicamente habitado por un tipo que pasa su días intentando arrancar su auto mientras lo interrumpen una mujer y un chico que no saben de dónde vienen y están ansiosos por irse. “Su participación fue muy densa y poética. Después de verla, podés salir llorando de la emoción o decir que fue una porquería”, se sinceró Spiner.

El filme, que dura 18 minutos, fue proyectado una sola vez y pasó inadvertido en el circuito local, aunque poco después generó un curioso interés en Europa, donde ganó festivales y fue vendido a Canal+ de Francia. El tiempo, sin embargo, revalorizó la obra en Argentina, ya no como objeto de mercado, sino de culto, y entonces su búsqueda se volvió afanosa. Finalmente, Incaa TV la rescató de viejos archivos y ya dejó de ser un incunable: el sábado 4/4, a las 18, volverá a ser proyectada en pantalla grande después de casi tres décadas. Será en la Casa de la Cultura de Gesell, epicentro del Uncipar, festival de cortos más importante del país.

Spiner conoció a Spinetta por medio de Fito Páez. El guión estaba ambientado mayormente sobre la 3, particularmente en una emblemática casa de videojuegos. El Flaco, que nunca había hecho nada en cine, no sólo aceptó el papel, sino que ofreció encargarse de la banda sonora. “Y sin cobrar un peso –destacó Spiner–. Lo hizo sin indicaciones, mezclando sintetizadores con los sonidos de las máquinas de fichines e incursionando en el ruidismo. Logró una melancolía que no entendés muy bien por qué, pero que te clava un dardo en el alma mezclando la soledad, la tristeza, la desolación, el neón, las luces de colores, el ruido y la nada.”

“Tenía un poco de miedo porque el personaje trabajaba con no-movimientos y no-miradas, todo lo opuesto a mí. Pero me adapté porque el clima era genial, y la finalidad muy artística. Hay muchas escenas simbólicas y detalles de primer nivel. Spiner es un director muy denso y fue una experiencia muy importante para mí”, contó Spinetta sobre lo que terminaría siendo su única experiencia cinematográfica. “Viajamos todos en un micro y paramos en un hotel... del que nos tuvimos a los días que ir por el bardo que hacíamos”, recuerda hoy el cineasta. El breve reparto lo completaban la actriz Sonia Viruboff, compañera de Spiner, y Claudio Ginepro, inocente niño geselino que más adelante sería procesado como miembro de una temible familia local. Entre técnicos y afines, el plantel llegaba a las 15 personas.

Según Spinetta, Balada para un Kaiser Carabela fue un “film sin final ni comienzo, transcurriendo en un tiempo que no existió ni existirá”. La intencionalidad primigenia de Spiner fue la de evidenciar, a través de la exageración surrealista, esa ciudad oculta que emerge en Gesell (como en cualquier otra localidad balnearia) una vez que se cierra la última sombrilla y el verano se convierte en pasado. Algo que sucederá, sin más, un día después de la proyección del corto, cuando Semana Santa llegue a su fin y, con ella, el último vestigio local de temporada alta rezagada.

* Sábado 4 en Uncipar, Casa de la Cultura de Villa Gesell, 3 y 109. A las 18. Gratis.

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