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Jueves, 21 de mayo de 2015

TALLER DE HIP HOP EN EL PENAL DE MARCOS PAZ

“Hay cosas que no podés decir así, normal, pero rapeando sí”

Una tarde con El Misio y los talleristas del curso promovido por Rabeat.

 Por Romina Daniela Blasucci

Cuando quedó preso en la Unidad 24 de Marcos Paz, Rabeat le pidió a Luis Sanjurjo, coordinador de los talleres de En Los Bordes Andando (ELBA) que se realizan en varios penales, que llame a Darío “El Misionero” Silva para que enseñara hip hop. El taller, entonces, no fue una propuesta que salió de los profesores de ELBA, sino de Rabeat que con El Misio eran amigos y conocidos MC hacía mucho tiempo. El taller, que se hace todos los jueves, está cumpliendo un año y medio. “En la cárcel se escucha cumbia, reggaetón y hip hop”, asegura Nicolás, tallerista. Aparte de la hora que pasan con El Misio, también hacen freestyle en los pabellones. No necesitan instrumentos ni micrófonos, sólo alguien que haga beat box y otro que rapee.

Es jueves al mediodía y Wilson, uno de los guardias, traslada a los chicos del pabellón A de máxima seguridad al área de educación. Hay pupitres y una pizarra, pero también una reja con llave en la puerta.

Jonathan trajo la tarea hecha. La noche anterior, como muchas otras, no podía dormir y se la pasó en la cama escribiendo: “Hoy me encuentro encerrado por un error/ y traigo conmigo un gran dolor/ por una mujer que rompió mi corazón/ ella a mí me traicionó/ y un hijo mío abortó”.

Tiene 20 años, es de Villa Lugano y escribió otra canción más cuando recibió la foto de su hija de dos años. La ve todas las semanas porque se la trae su mamá, la abuela. Dice que la mamá de la nena la abandonó en su casa y nunca más apareció. Jonathan piensa en el futuro. Quizás en un mes ya salga. Piensa en reencontrarse con su hija y verla crecer. Piensa en que, quizás, puede juntarse con sus amigos, que tienen una banda, La Tribu del Hip Hop, y seguir escribiendo canciones como en la cárcel, pero en libertad.

El resto de la clase también escuchaba hip hop en sus barrios: a Coco le gustaba Fuerte Apache y el Oso tenía un vecino que lo invitaba a grabar freestyle en su estudio casero. Dicen que si fuese un taller de poesía, no sería igual. El Oso explica, con sus palabras, los privilegios que tienen los blancos sobre los negros en Estados Unidos y que el hip hop tiene un poder para hacer frente a esa desigualdad. Eso es lo que le atrae del ritmo. Isaías agrega: “Hay cosas que uno no las puede decir así, normal, pero rapeando lo estás diciendo todo y eso lo disfrutás”.

El Misio canta unos versos: “Línea tras línea/ se reafirma mi fe/ la necesidad de libertad/ empezar todo otra vez”. Es una canción compuesta por Rabeat y cantada por los chicos que hacían el taller de hip hop en 2013. En la clase todos la conocen, algunos se animan a cantarla bajito. Se ha convertido en una especie de himno del penal.

El Misio no puede terminar de explicar las rimas asonantes y consonantes. Uno de los chicos le quiere contar que se siente triste porque el juez no le permite ver al hermano que está en la misma unidad. Los ejemplos de la rimas quedan en el pizarrón y el Misio se dedica a escucharlo. Por momentos, el Oso no para de rapear en voz alta, se para, escribe en el pizarrón, se adueña de la clase. El Misio intenta calmarlo y lo abraza. Se va haciendo la una y ya se los ve inquietos porque llegan sus familiares de visita. La clase termina pero en el pasillo los esperan el guardia y un detector de metales.

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Imagen: RUBEN RÓTOLO
 
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