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Jueves, 18 de junio de 2015

FESTIVAL DE CINE DE DERECHOS HUMANOS

La red social

Con idea de enredar a los individuos en las problemáticas colectivas, el Ficdh suma tatuaje a su grilla de películas.

 Por Brian Majlin

¿Puede acaso el arte cambiar el mundo? El debate, aunque resulte algo interesante, es un esfuerzo inútil: el arte no apunta al cambio material, sino a la transformación del espectador/consumidor. “Al impacto social de una historia”, resume Florencia Santucho, directora del Festival Internacional de Cine de Derechos Humanos en Buenos Aires, cuya 16ª edición comenzó con la premisa de replicar y enredar esfuerzos. Este año el lema es el concepto de red, y el objetivo, dice Santucho (hija del fundador, Julio, hermano de Mario Roberto, fundador del PRT-ERP), es fomentar “el rol activo del espectador” para “colaborar en la transformación social”. Ese es, dice la directora, el rol social del cine.

Santucho es además directora del Festival Internacional de Cine Ambientan –que se hace alternadamente con el Ficdh, un año cada uno–, y replica la necesidad de involucrar a más personas en las problemáticas actuales para “a partir de sus individualidades, fomentar la transformación colectiva”. En ese rumbo, observa una mutación del festival: “Si antes era de memoria, verdad y justicia, hoy va mucho más allá y evoca la necesidad de otras problemáticas del presente para un cambio a futuro”.

La temática del festival de este año, que tendrá epicentro en el C. C. Rojas y en el Gaumont, entre otros espacios, está signada por focos como infancia, libertad, fundamentalismo, patriarcado, pueblos originarios. Entre las películas, se destacan la griega Agora (sobre la crisis de ese país), la francesa nominada al Oscar Timbuktú (sobre pena de muerte y fundamentalismo religioso) y la argentina Los del suelo (sobre las ligas agrarias de los ‘70, pero con unidad hacia la producción agrícola actual).

Además, el festival se da en un contexto novedoso en el que hace poco más de dos semanas cientos de miles de personas se movilizaron para gritar Ni Una Menos en centros urbanos de todo el país y visibilizar una lucha femenina que excede la mujer: la denuncia del patriarcado. Ese eje también está presente y tendrá representantes en las distintas competiciones. Una de las películas en competencia oficial de largometrajes es Vestido de novia, de la cubana Marilyn Solaya, cuyo eje está puesto en la denuncia del machismo y los efectos del patriarcado en la cultura de la isla. En el festival de cortos habrá una representante argentina, Invisible, de Juan Manuel Echalecu, que desnuda en 15 minutos la trama de las redes de trata locales: empresas, whiskerías, rutas del interior, Policía involucrada. Una denuncia contundente e inapelable.

La coyuntura también ingresa al festival, reconoce Santucho, que considera que “la mirada de género fue mutando y alcanza hoy también a la diversidad sexual”. Y añade que el #NiUnaMenos “resignifica el concepto de redes, enredando individuos en contacto”.

¿Cómo ves el escenario actual en materia de DD.HH.?

–Hay un mayor conocimiento, más educación, pero aún falta conciencia individual sobre lo que uno identifica hoy en día para mejorar a futuro. Temas insoslayables como ambiente, pueblos originarios, sistemas de poder intocables. Es necesaria una crítica constante.

En esa innovación de la crítica y la actualización de los contenidos, el festival suma una nueva veta con el documental y acción de Human Rights Tattoo, un grupo de tatuadores holandeses que hace tres años comenzó un proyecto para tatuar una letra a cada persona interesada y conformar entre todos los tatuajes la Declaración Universal de los Derechos del Hombre.

Serán, en total, 6773 personas en todo el mundo y ésta es la primera vez que llegan a América latina –ya pasaron por Europa y Africa–, buscando involucrar individuos en una consigna colectiva. Hoy mismo, de 17 a 22, habrá jornada abierta de tatuajes y proyección del documental A Suitcase Filled with Stories en el Rojas.

Uno de los tatuadores argentinos invitados, Diego Staropoli, de Mandinga, explica sobre Human Rights Tattoo: “Hay mil historias detrás de esa letra y es una manera de sentar precedente y dar apoyo”. Aunque el tatuaje ha cumplido un rol social y cultural por miles de años, según el lugar en que uno se ubique, de identidad y pertenencia o valoración tribal, es novedosa la incorporación del arte del tatuaje en el campo de los derechos humanos.

Staropoli remarcar el concepto de red: “El tatuaje es una de las pocas cosas que une a todo tipo de personas, sin distinción: políticos, deportistas, artistas, el que sea”.

* Hasta el 24 de junio en varias sedes. Programación en imd.org.ar/festival.

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