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Jueves, 30 de julio de 2015

NEON GENESIS EVANGELION, VEINTE AñOS DESPUéS

Eva, no te vayas con Adán

El animé de Hideaki Anno funcionó como parábola despiadada sobre la adolescencia y fue refugio emocional del piberío solitario.

 Por Lola Sasturain

Este es el año del doble aniversario de Neon Genesis Evangelion, lo cual parece otro elemento en una trama plagada de referencias numerológicas en la que nada está librado al azar: el 4/10 se cumplirán 20 años de su primer episodio, emitido en la TV japonesa en 1995, y el presente histórico de la serie es en algún momento del verano boreal de... 2015. Escrita y dirigida por Hideaki Anno, cofundador del estudio Gainax, Evangelion nació con la curiosidad de ser un animé creado por y para tevé con un manga editado a posteriori para respaldarlo. Aunque sigue saliendo una nueva saga de películas, Rebuild of Evangelion, nunca nada tiene tanta fuerza como la serie original.

Resumen mínimo: en el 2000, unos seres monstruosos, llamados ángeles, provocaron el Segundo Impacto en la Antártida, que terminó en desastre natural a escala masiva. Tokyo-3 se yergue como ciudad-fortaleza preparada para un próximo ataque, y allí la organización NERV está desarrollando Evas, enormes y enigmáticos robots-criaturas, únicos que pueden destruir a los ángeles. Para 2015 se prevé un tercer impacto, y los Evas solo pueden ser piloteados por chicos de 14 años con determinadas características. Ahí entra en juego el entrañable trío del chico sensible, la peliazul misteriosa y la colorada increíble. Mientras tanto, el mundo de la animación nipona (¡y las mentes!) recibía un impacto de magnitud incalculable.

La relación dialéctica entre la tecnología y las peripecias del alma de unos personajes profundamente complejos todavía vuelve a la serie escalofriante. Shinji, inseguro e influenciable, es el hijo abandonado por Ghendo Ikari, cabeza central y oscura de NERV. Al ser reclutado para pilotear la emblemática Unidad 1 (el EVA del protagonista no puede ser piloteado por cualquiera, y de hecho su complejidad y sus secretos son parte fundamental de la historia), su única motivación real para hacerlo –y la de casi todos– son los daddy issues.

Para salvar al mundo, Shinji cuenta con sus compañeras, que junto a Misato, tutora con fuerte carga edípica, son las mujeres fuertes que lo volverán loco mientras funcionan como modelos de valentía. Shinji atraviesa un torpe y confuso despertar sexual, y una entrada a la adultez marcada por la necesidad de (ni más ni menos) salvar a la raza humana para agradar a su padre. La enigmática Rei es un cuerpo de la ciencia, medio hermana de Shinji, medio madre, medio clon, medio robot, encarnada en una joven que acepta su destino trágico de arma de guerra porque no le tiene miedo a esa cosa que los humanos llaman morir, y porque también tiene asuntitos con Ghendo. Y Asuka es la colorada temeraria y sedienta de sangre, narcisista y obsesionada con ser la mejor, y en apariencia la némesis de Shinji: la chica linda, piloto por vocación, segura de sí, que también oculta una oscura historia de abandono infantil.

Esta desnudez emocional vuelve atemporal a Evangelion. Los límites entre lo sexual y lo fraternal, la búsqueda del reconocimiento del otro, la opresión de los adultos son traumas a los que estos jovencitos se enfrentan diariamente, a su manera. No hay oposiciones binarias, ningún sentimiento se deja ver y se experimenta de igual manera.

Con héroes que en ese momento oscilaban entre la maradoniana inocencia de Gokú, siempre feliz por luchar contra el más fuerte, y la solemnidad de guerreros adultos intachables como Los Caballeros del Zodíaco o Beta X, estos chicos son antihéroes hechos a la medida de este presente histórico. Impacta lo actuales que resultan. Aceptan salvar al mundo, prestando sus cuerpos al abuso liso y llano, con la amargura de quién acepta una tarea que lo desborda solo para no ser un cagón. Son tiernos y entrañables pero completamente exasperantes, tienen el destino del mundo en sus manos pero no entienden la mayoría de las cosas básicas de la vida... ¡tienen catorce años!

Aclamada también por sus innovaciones estéticas y narrativas, Evangelion es cátedra en el suave-fuerte-suave: las escenas de acción son tan majestuosas y emotivas que ridiculizan todo lo previo del género mecha (robots gigantes), y a su vez es la serie del silencio de ascensor más incómodo y expresivo visto. Concluye con un viaje introspectivo críptico y difícil de interpretar, replanteado con más explicación, acción y sangre (y efectividad) en la obligatoria peli The End of Evangelion, final que en general los fans prefieren.

Las constantes referencias bíblicas pasan a ser realidad en un mundo en el cual al borrarse los límites entre el hombre y Dios, también se borran los de religión y ciencia y de cuerpo y máquina. Todo esto acaba en un caos sincrético de misticismo, ciencia, psicoanálisis y filosofía. Pero todo ese delirio es lo de menos: al fin, Evangelion es simplemente una parábola despiadada sobre la adolescencia, donde no es héroe el que realiza hazañas épicas, es héroe el que se resiste a huir.

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