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Jueves, 8 de octubre de 2015

RICARDO, WALTER, EL POLLO, EL CHIQUI, EL NEGRO PABLO Y LA PREGUNTA DEL MILLóN: ¿QUIéN ES EL MáS CAPITO?

“SERIA LINDO UN OKUPAS 2 Y QUE LA ORIGINAL ESTUVIERA EN INTERNET EN HD”

El 18/10 se cumplen 15 años del primer capítulo de la serie que cambió la TV argentina, incluso no habiendo tenido correlato ni un linaje claro, y que se transformó en obra de culto vía YouTube. El NO habló con los actores y el director, y consiguió anécdotas, deseos, emociones y reivindicaciones.

 Por Lucas Kuperman

En aquel lejano 2000 hubo una serie que marcó un antes y un después en la televisión argentina. Un lenguaje oscuro y de marginalidad erigió una nueva forma de hacer ficción. Las drogas, el quilombo y una clase subalterna iban a empezar a formar parte de la caja boba. De la mano del director Bruno Stagnaro nacía Okupas, serie que se convertiría en hito, mito y culto de jóvenes y adultos.

Si algún colgado no la vio, la serie iba de unos inadaptados, casi desconocidos entre sí, que pegaban una casa y la vivían de okupas. A Ricardo (Rodrigo de la Serna), un vago que no laburaba y vivía con su abuela, le prestaban una casa para que la cuidara. Ante el primer susto, después de que le quisieran colar el rancho, salió en busca de ayuda, que encontró en Walter (Ariel Staltari), el paseador de perros rolinga. Se les sumó el Pollo (Diego Alonso), amigo cojonudo e intachable de Ricardo, que traía al Chiqui (Franco Tirri), la cuota inocente del cuarteto. En más de una ocasión se iban a meter en quilombos con el Negro Pablo (Dante Mastropierro). Por eso, y a raíz del festejo por la década y media cumplida, el NO charló con sus protagonistas y el director.

FOTOS DE JORGE LARROSA ARCHIVO PÁGINA/12

¿Cómo desembarcaron en Okupas?

Staltari: Yo venía de la muerte. Tuve leucemia y me salvé de milagro. Estudié teatro con Lito Cruz y al toque firmé contrato con este programa. Estaba en un mundo de hadas, porque estaba vivo y actuando.

Tirri: Yo cursé Dirección de Cine con el hermano de Stagnaro. Me llamó porque estaba por filmar y me quería como El Chiqui.

De La Serna: Fue un año muy importante en mi vida porque estaba por tener a mi hija. Con 23 años había laburado en Naranja y media, se ve que a Bruno le gustó y me ofreció protagonizar su serie. No podía creer que me convocaran para ser un actor serio y hacer un protagónico. Los libros eran literatura pura: muy bien escritos, atrapantes, calidad notable. Tuve que decidir porque me ofrecían otro laburo por el triple de guita, pero mi corazón latió muy fuerte con esos guiones y me mandé de cabeza en esa aventura. Sabía que no me podía equivocar.

Alonso: Estudiaba Dirección de Cine y fui a talleres de guión con Juan Bautista Stagnaro, que me comentó que su hijo estaba por hacer una serie. Me dio la dirección del casting y fui. No laburaba en ese momento porque tenía heladerías y era invierno, por eso empecé a ayudar con el casting. Un día llegué y estaba Rodrigo, que en Naranja y media me había parecido fabuloso. Hicimos una prueba y gustó. Después apareció Dante, que tenía una forma muy particular y barrial de moverse, e hicimos unas escenas. Los dos teníamos lenguaje de la calle y enganchamos onda rápido porque era un actor maravilloso y excelente persona. Pero fue difícil porque quedaban todos menos yo. Estaban en duda de quién iba a ser el Pollo, si yo o Jorge Sesan (Pizza, birra y faso), que al final hizo a Miguel. Me dieron el papel el día antes de empezar a grabar.

Mastropierro: Con Diego pegamos mucho porque veníamos del mismo palo. Llegué por un amigo productor. Fuimos al casting con mi hermano y había banda de gente. Hicimos una escena donde le robábamos a un chabón en una plaza. Se quiso retobar, lo agarramos del cuello y Bruno nos quiso parar porque pensó que estábamos enojados de verdad, pero actuábamos. Después hicimos la escena del mascapito, que no estaba guionada. Fue muy fuerte, ¡el flaco no paraba de llorar, pensó que lo íbamos a coger de verdad!

¿Qué sensaciones tenían al momento del rodaje?

Alonso: Empezamos con unos capítulos, pero a medida que le pusimos la cara a los personajes, fueron cambiando. Yo caminaba blando, a Bruno no le gustaba, y me sacaba a dar vueltas, me hacía apretar el paso, caminar derecho, meter la mano en los bolsillos y así fui construyendo al Pollo, que fue mi personaje de Okupas y terminó ahí. Cada personaje fue distinto: algunos tenían el centro en la cabeza, otros en la panza o en el corazón, y siempre estaban parados en la vida de forma distinta. A mí me preocupaba que al ser un programa de Canal 7, si no avisaba no lo veía ni mi vieja. No estaba preocupado por ser famoso, sino por sostenerme en el tiempo. Y finalmente gané el Martín Fierro con Okupas.

Staltari: Fue bastante vertiginoso. Causó impacto porque no estaban instalados el código ni el léxico tumbero. Por mi lado, le tenía terror a los perros. ¡Imaginate la primera escena de mi vida, actuando con veinte! Hice un curso acelerado de amor por ellos. Y después tuve un siberiano al que le puse Severino por el amor que me había despertado el de la serie. Comparto los gustos musicales de Walter: nunca llegué a ser rolinga, pero curtí el rock. De hecho, soy baterista, y el líder de mi banda era muy parecido a Walter. El baile fue una copia de él. En una época tocamos con Stagnaro, que toca la viola, y también habíamos arrancado con Rodrigo.

¿Generaba vértigo encarar esa temática tan oscura?

De La Serna: Había mucha luz en Okupas. Había algo que mostrar que estaba emergiendo de la pluma de Bruno. Artísticamente, no tuve la menor duda de que iba a ser un programa bello y noble. No sabía que iba a ser único, ni que iba a marcar la historia de la TV argentina. Es un programa imperecedero que dentro de 50 años va a seguir valiendo.

Hoy se consigue con audio y video horrible, pero garpa.

Staltari: Totalmente. Te bancás el desperfecto técnico porque la historia se sostiene. Tenía una fotografía oscura, escenarios reales y caras muy particulares.

Alonso: En Ideas del Sur lo tienen en HD. Sería genial que estuviera en Netfilx.

De La Serna: Es una pena que la calidad sea tan baja. El trabajo de luz y la fotografía del programa estaban muy bien cuidados. No sé de qué depende, tal vez porque fue filmado muy de batalla y de guerrilla, casi documental, que las marcas de los cigarrillos y de las cervezas se metían. Creo que hay problemas legales hasta con la música. No estaría mal ponerlo en Netflix. Con que esté en buena calidad en YouTube está bien. Fue el esfuerzo de mucha gente que logró un laburo que vale la pena preservar.

¿Imaginaban que iba a ser una de las series de culto más importantes del país?

Alonso: Era imposible pensar en eso. No sabíamos donde íbamos a parar, pero se había generado una onda buenísima y para nosotros ya era mucho.

Tirri: Cuando leí el guión del primer capítulo, sumado a que lo iba a dirigir alguien con el talento de Bruno, me di cuenta de que iba a ser algo buenísimo.

De La Serna: Después del vaciamiento de la era Sofovich hubo algunos líos con los fondos de Canal 7. La Alianza renovó un poco la programación. Todo por $2 y Okupas eran las cosas más visibles del canal. Yo aprendí a actuar en cine gracias al programa y a Bruno. Hay escenas a lo cine independiente norteamericano y neorrealismo italiano, pero hechas en Argentina con temas muy nuestros. Cuando te ves dentro de esas escenas no podés creer que estás siendo partícipe de una obra de arte. Nos cambió la vida a todos: hay un antes y un después de la serie. Fue durísimo llevarla adelante. Me acuerdo de que al final Bruno traía escenas escritas en servilletas. Le pusimos una garra y un corazón tremendos porque sabíamos que nos estábamos jugando algo especial. No se parecía a nada en televisión, e inauguró muchísimas instancias artísticas.

¿Les fue difícil soportar tanta exposición?

De La Serna: Sí. En la calle me decían “Ricardo” o “Mascapito”, que era peor. Creo que llegamos a un lugar del corazón de las personas, al alma. Uno se siente muy orgulloso de recibir el afecto de la gente por programas como éste.

Staltari: ¡Todavía me siguen diciendo Walter! Rodrigo fue como un guía para mí. Actoralmente, me forjé al lado de él. Por lo general, siempre me jugó a favor la fama de Okupas, salvo en 2001, que me secuestraron. Uno era el fan bueno y el otro el malo que me quería matar. El otro me salvó la vida. Estamos escribiendo un cuento y un largometraje con ese pasaje autorreferencial. Las he vivido todas, pero agradezco porque me dieron madurez para manejarme en la vida y en el escenario. Hoy soy un actor de verdad, en ese momento era un pibito que jugaba a ser algo.

Alonso: Van 15 años y la gente me sigue diciendo Pollo. Fue una serie que perdura en el tiempo y tuve la suerte de poder estar. Fue todo muy extraño porque no se esperaba nada de nosotros. Hoy si lo ponés en un canal de aire, la rompe. La segunda parte se viene pidiendo hace tiempo, pero no se va a hacer. Bruno desde el arranque no quiso hacerla, y Franco no estaría muy contento porque su personaje murió, jajá.

La mayoría tuvo alguna frase de cabecera. ¿Los sigue hasta hoy en día?

Alonso: Todavía sigo escuchando que dicen el “ma’vale”. Soy de meter cosas que se me ocurren en el momento, de la mano del contenido del guión, pero no del texto. También de la escena del pescado de Okupas me hablan mil veces por año.

Staltari: “¿Quién es el más poronga?” es la que más me repiten. El bailecito rolinga me lo siguen pidiendo hasta en el supermercado. No hay un día que me vaya a dormir sin que alguien me recuerde que fui Walter.

Mastropierro: ¡Hay gente que tiene de ringtone el Mascapito! También escucho frases como “Te cojo con la pija muerta” o “Esta semana me cogí un par de putitos”, que la gente sigue diciendo.

¿Vieron algo que se le haya parecido en TV?

De La Serna: No me corresponde decirlo. Creo que fue único y no va a haber algo igual.

Alonso: Personalmente, cuando vi Jorge, la serie de Malena Pichot, me pareció que era el Okupas de ese momento. Te cuenta una realidad social de acuerdo al momento del país. Creo que fue lo más parecido. De hecho, Tumberos tampoco era lo mismo.

Staltari: Para mí no, y no creo que vuelva a suceder en la televisión. Hubo otras cosas, como Los simuladores, que marcaron otra manera de hacer ficción, pero desde otro lugar. Okupas marcó un rumbo que nadie más pudo contar como Bruno.

Tirri: De todo lo que vi relacionado a marginalidad, delincuencia y drogas, ninguna tiene el nivel de historia, actuación ni la mística que tuvo Okupas.

¿Se añora algo de esas épocas?

De La Serna: Ya pasaron, aunque sería lindo un Okupas 2 contando qué es de la vida de estos pibes. Es difícil, pero es interesante el ejercicio de pensar cómo estarían.

¿Qué suponen que estarían haciendo hoy esos personajes? ¿Estarían vivos?

Tirri: Si el Chiqui no hubiera tenido ese final trágico, seguiría en la calle. Tal vez de trapito. Walter con los perros, Pollo posiblemente habría vuelto a delinquir y Ricardo a lo de su abuela.

Alonso: El Pollo estaría vivo, no sé Ricardo, pero estarían cada uno por su lado. Por ahí sería un homeless. El Chiqui sería gusano. Y Walter estaría pelado, con una familia de ocho o diez hijos, y no laburaría.

Mastropierro: El Negro Pablo estaría con algún negocio: metió cañete y después se puso las pilas. O podría estar muerto por la yuta, planchado en el asfalto. La otra es que se haya mandado un buen moco y se haya puesto un negocio. Pero si pinta algo bueno, cae de nuevo.

De La Serna: Es triste. Ricardo estaría vivo, no se si hubiera podido superar algunas cosas. Por ahí maneja un taxi o puso una rotisería con su novia en Córdoba.

Staltari: Walter nunca llegó a drogarse con cosas pesadas. Era un vago atorrante que sabía surfear la ola. En este momento estaría viviendo con los padres, pelado, gordo como una morsa, fumando porro, tomando birra, volcado al juego y haciendo laburos esporádicos. Siempre tratando de encontrar la genialidad que lo eleve para zafar de esta vida, soñando con riquezas y excesos que nunca van a llegar, dejando un poco de lado su teoría anarquista, rodeado de perros. Obviamente con los Stones a la cabeza, esperando la nueva llegada de sus majestades satánicas.

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