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Jueves, 29 de octubre de 2015

PéREZ NO SóLO CANTA A LA HORA DE LOS PáJAROS

Nuevo orden interno

Para su tercer disco, el clan platense se reorganizó hacia lo elemental y entregó un maduro y sólido disco de rock.

 Por Julia González

Que los pájaros cantan al amanecer porque están contentos de haber sobrevivido a la noche es una creencia popular y hasta romántica. Pero también cantan al atardecer, en el ocaso, en la melancolía de la muerte diaria. “La hora de los pájaros es cuando se termina algo: a la tarde cuando se termina el día o a la madrugada, el fin de la noche. Se envuelve de nostalgia un acontecimiento que está culminando. A la tarde en la ciudad, si te ponés a mirar, vas a ver bandadas de pájaros y al amanecer lo mismo. Se acabó la noche”, dice Martín Lambert, baterista de Pérez, la banda platense con nombre de apellido que hace dos meses presentó La hora de los pájaros, su tercer disco, cuya grabación fue interrumpida el año pasado por una gira de quince fechas a España y Francia. “Fue muy fuerte tocar en Francia para un público que no habla castellano”, dice Martín.

“No espero nada, acá sentado veo las cosas desde otro lado”, canta Ramiro Sagasti en Libros y gente, el tema que abre el disco, acaso un guiño al Tao, que pregona el orden natural del devenir. Con influencias de Charly, el Lennon de los ‘70, Radiohead y The Strokes como representantes del 2000, Pérez grabó un disco con canciones creadas entre 2012 y 2013. Por momentos, las guitarras de Matías Zabaljáuregui son estridentes con la mano derecha acertando contratiempos, o se le cuela un Jonny Greenwood de In Rainbows; otras aparece Pixies, apurando las corcheas que la base rítmica prepondera.

“La sonoridad cambió, la aggiornamos un poco. Si bien hay una línea que se sigue en los tres discos, el tercero cierra de una manera más copada”, evalúa Diego Goldszein, el bajista. Esta vez grabaron en un estudio, de la forma más tradicional, a diferencia del primero (epomónimo) y el segundo, 17 canciones para autopista, un lime de 74 minutos, lo que dura el trayecto que va de La Plata a Buenos Aires por autopista.

“El segundo disco fue todo lo contrario al primero, habíamos acumulado mucho material, aparte innovamos un poco con el tema de producirlo en las casas. Fue un momento de mucho aprendizaje. Y además la longitud del disco fue un desafío enorme. Nos sacamos las ganas de orquestar, de arreglar. Hay cosas acústicas, sintetizadores”, enumera Matías. Ese disco fue grabado y mezclado en Gonnet, en “un verano divino”, semi conviviendo en las afueras de La Plata. Al concepto de las 17 canciones para escuchar mientras se viaja a Buenos Aires, se sumó el arte de Lucio Maselli, quien se incorporó a la banda como la pata estética.

Los integrantes de Pérez buscaban una banda de rock. Todos provienen de diferentes espacios como sesionistas y músicos profesionales. En 2009 grabaron el primer disco homónimo con canciones que Ramiro traía de otro proyecto. “Muy tocado, muy en vivo, con una instrumentación más pobre de lo que hacemos ahora, con vistas al punk, rítmicas más rápidas, como más austero”, lo define Martín. Y así fue que para el segundo se preparó el terreno con la pre producción necesaria. El público los fue conociendo, acá y allá, y empezó a seguirlos con lealtad, hasta que llegó La hora de los pájaros, este tercer disco uniforme, maduro, acaso definitorio de la identidad que se inscribe en el DNI y también en el ADN.

* Viernes 30/10 a las 21 en Detroit Club, Rivadavia 17.558, Morón. Y viernes 6/11 a las 23 en Pura Vida, 61 y 78, La Plata.

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Imagen: Cecilia Salas
 
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