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Jueves, 21 de enero de 2016

MIGUEL TORO, UN CARIBEñO EN BERLíN

“Es una ciudad perfecta para empezar de cero”

Con Royal Dust, el músico y productor brilla en Europa.

 Por Yumber Vera Rojas

Desde Berlín

En el este de la capital alemana, en un bar afincado en una de las esquinas de Zionkirchstrasse (la iglesia que le da nombre a esa calle tuvo una participación activa en la caída del Muro), Miguel Toro advierte que está a un tris de que uno de sus héroes musicales, Matthew Herbert, reciba una copia del álbum de su nuevo proyecto. Pasaron más de dos años de la aparición del debut de Royal Dust, pero el productor y músico venezolano no deja de sorprenderse por la buena repercusión que saborea su laboratorio musical electrónico, que surgió a partir de su deseo de experimentar con el audio y el ambiente, y de poner a prueba los límites del jazz. “El camino es difícil, pero tu identidad sonora, con el paso del tiempo, es más duradera que la que está en el mainstream”, afirma el artista caraqueño días más tarde, en una pizzería italiana del mismo barrio, Berlín-Mitte, y mientras prepara una trilogía discográfica que verá la luz durante 2016.

Si bien Toro se consolidó con Royal Dust como uno de los artífices latinoamericanos mejor posicionados en el circuito electrónico berlinés, al lado de la llamada Mafia Chilena (comandada por Ricardo Villalobos), con la que además hizo migas, su éxito se debe a que supo capitalizar lo que la ciudad le propuso. “En Nueva York o Londres, si eres latinoamericano no te queda otra que hacer música latina”, deduce el músico al que en su país se le recuerda como baterista de La Calle y Pan, bandas de culto del rock de los ‘90. “Cuando llegué en 2000, con 30 años y tras estudiar jazz en Estados Unidos, no traté de armar mi propia escena sino que tomé las posibilidades para experimentar que Berlín ofrecía. El alemán dice que lo peor que te puede pasar cuando presentás una idea nueva es que vayan cien personas a verte. Lo malo es no llevarla a cabo. Así que era perfecto para comenzar de cero.”

El artista venezolano, a quien Tony Allen (histórico baterista de Fela Kuti) le encargó en 2012 el disco de remixes Afrobeat Makers, asegura que otro de los rasgos que lo diferencia en la escena local es su aproximación a los instrumentos analógicos. “Aquí, por varios años, fui baterista de Chico Trujillo, al que venían a ver los músicos electrónicos chilenos”, recuerda Toro. “Pero en 2005 se produjo el boom del sampleo en el techno, lo que me permitió salir de gira con Mambotur y Samim, así como conocer a Ellen Allien y a Tobias Freud. Gracias a esa versatilidad, entré.”

De la misma forma que recibió el espaldarazo de los colegas tras desembarcar en Berlín, el productor y músico caribeño también apoyó a otros exponentes que llegaron a la capital alemana a probar suerte, entre ellos su compatriota Aérea Negrot. “Cuando me llamó para mostrarme lo que hacía, quedé tan loco que desde hace cinco años trabajamos juntos. Es un matrimonio musical simbiótico.”

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