Wild Nothing es el proyecto solista de Jack Tatum, un colorado de Blacksburg, Virginia, que desde su aclamado primer larga duración (Gemini, 2010) viene despachando una música melancólica, etérea y cinematográfica de inspiración dream pop y shoegaze. En febrero sacará su tercer disco, Life of Pause, del cual presentó varias canciones (Reichpop, Lady Blue, Alien, Adore y Tv Queen) en su show del 19/11 en el porteño Club Aráoz junto a DIIV, con una recepción más que positiva: “En esa gira tocamos por primera vez algunas canciones de este nuevo álbum y todos por suerte se mostraron muy receptivos y excitados. La pasamos muy bien en Argentina. Tuvimos shows en Buenos Aires y en Mar del Plata. Estuvo buenísimo tocar con DIIV, con quienes ya nos conocemos, porque fue inusual tocar con ellos: en Estados Unidos nunca pasaría porque siempre está cada uno con su agenda, pero estando los dos en Argentina a la vez, tenía sentido. Fue un show único, nos divertimos mucho y todas las personas que conocimos fueron muy cálidas y amables. Nos gustaría poder volver con más tiempo para salir”.

El plural lo delata: Tatum es el compositor de todos los temas y de casi todas las partes instrumentales, pero en vivo Wild Nothing es una banda integrada por Nathan Goodman (guitarra), Jeff Haley (bajo), Kevin Knight (teclados) y Jeremiah Johnson (batería). Si bien parte del instrumento que la textura o el clima del tema le pide, Tatum escribió la mayoría de las canciones de Life of Pause a partir de líneas de bajo. Por el contrario, necesita ayuda con las baterías. “Escribo todas las partes de las canciones pero necesito un baterista porque no sé tocar la batería. No puedo hacerlo solo. Es una posición delicada porque por un lado es un proyecto solista del que tengo casi control total de lo que pasa en el disco, pero a su vez hay gente con la que estoy tocando hace años y que son parte de la banda con la que tocamos en vivo, y no podría sin ellos.”

Life of Pause es dramático pero apacible, y está mucho más centrado en sintetizadores y teclados que sus discos anteriores, más guitarreros; aunque el eje de la canción pop despojada y simple en estructura se mantiene. Tatum es fanático de Slowdive, Ride y My Bloody Valentine, pero sus influencias no terminan ahí: “Estoy abierto a todo tipo de música aunque no se refleje en el disco. Mi primer álbum, Gemini, es casi una oda al shoegaze, el post punk y el dream pop de fines de los ochenta. Creo que este es el primer disco en donde me corrí del género y permití entrar otras cosas. Acá hay influencia de compositores minimalistas, de Ennio Morricone, música electrónica alemana. También estuve obsesionado con Wim Wenders, París Texas y Las alas del deseo realmente me afectaron”.

El cine es otra de las obsesiones del colorado, y su influencia es palpable. Sobre elaborar posibles bandas sonoras, Tatum se muestra encantado pero cauteloso: “Me encantaría hacer música para películas pero lo encuentro un poco intimidante, es todo un modo de expresión en sí mismo. Sin embargo, tiene puntos de contacto con lo que hago, hay muchos pasajes instrumentales y melódicos en mis canciones, y de algún modo son producto de esta influencia de los sountracks”.

Aún con treintipocos y siendo un músico del siglo XXI por definición, Jack tiene que luchar contra su inevitable nostalgia, proceso por el cual se ríe de sí mismo: “¡Siempre pienso que todo tiempo pasado fue mejor! Sé que no debería, pero no lo puedo evitar”. Ideas e idiosincrasia retro, vibra ochentosa e instrumentos modernísimos, eso hay en Life of Pause.