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Jueves, 11 de febrero de 2016

AGUAS(RE)FUERTES

Dron dramón

Megadeth, Dream Theater y la falacia del futuro imperfecto.

 Por Luis Paz

“Ponele unos drones, ¡re moderno!”, dijo uno en una oficina. “Ponele unos drones, ¡re moderno!”, dijo otro en otra oficina. Y así fue que, con solo siete días de diferencia, los nuevos discos de Megadeth (Dystopia, 22/1, Universal) y Dream Theater (The Astonishing, 29/1, Warner) salieron con sus drones en tapa. El heavy metal y el rock progresivo, áreas a las que estas bandas pertenecen hace tres décadas, tienen hondas tradiciones de apego a la ciencia ficción: para narrar y decorar, se valieron de robots, demonios metálicos, invasiones extraterrestres y ahora los chiches de moda demodé.

Casualidades del diseño gráfico hay en cada almanaque. Hace poco fueron las tapas de Cerati infinito y Constante, de Diosque, con sus cintas Moebius. Y sobran casos que no vienen al ídem. Acá la mano parece haber sido distinta: la concurrencia no de una idea visual sino de un concepto escondido. Estos “Vamos con drones en tapa” se traducen, tácitamente, en un “Vamos que con esto queda que somos re modernos, hablamos sobre nuestros días y somos aún bandas que pueden interesarles a las nuevas generaciones”. Bueno, pero no.

Las dron-pelotas que Dystopia y The Astonishing ponen en sus tapas no sólo son idénticas entre sí, muy en la onda BB-8, nuevo robot de la saga de Star Wars; también parecen puro concept art de las últimas entregas de Fallout, o sacados de una remañida película de ficción especulativa con Tom Cruise. Peor que eso, el intento de armar discos conceptuales desde una perspectiva que es reiterativamente posapocalíptica y paranoica, que otra vez viene con el cuento de que nos están vigilando todo el día y de que ya la IA de los robotitos llega a equiparar la inteligencia humana de un nene de seis años, se parece escandalosamente a esos malogrados instantes en los que tu vieja cae diciendo una burrada sobre Facebook, mandándose un cagadón con la PC o avisando que te guardó el jostin de la Play en el cajón de la mesa de luz.

Megadeth y Dream Theater, cuyos discos en todo caso estarán bien desde lo musical (Mustaine y compañía vuelven a un sonido duro y cortante; los prog rockers son indudablemente talentosos, aunque también un indudable embole) encaran estas “obras conceptuales” con una inocencia y un amateurismo tan obsceno desde sus ideas que en su búsqueda de hablar del futuro, o al menos del presente, son puro e imperfecto pasado, el rebote digital, aunque en 4K y sonido 7.1, de ideas obsoletas. Puro pendeviejismo sci-fi. ¿Re modernos?

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