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Jueves, 25 de febrero de 2016

LOS FUTUROS #43: GINO TUBARO

Primera mano

El inventor de 20 años diseña prótesis con un plan solidario.

 Por Lucas Garófalo

La birome es un invento tan perfecto que en general ni se repara en su perfección. La tinta no se corre ni se seca, no hay que tener ningún cuidado con respecto a la presión aplicada al escribir y encima es baratísima. Llegar al prototipo final tan conocido no fue fácil: una vez radicado en Argentina, el húngaro Ladislao José Biro hizo cientos de pruebas hasta que dio con la cantidad exacta de alcohol que la tinta necesitaba para disolverse sin secarse en el tanque. Casi ochenta años más tarde, Gino Tubaro se identifica con ese nivel de perseverancia.

Para experimentar la hermosa sensación de usar una birome en todo su esplendor no hace falta casi nada: alcanza una mano. Pero hay gente que no tiene esa suerte, y ahí aparece Gino. Fascinado por las posibilidades que brinda la impresión en 3D, este estudiante de Ingeniería de apenas 20 años viene trabajando en diferentes modelos de prótesis al frente de Atomic Lab, el emprendimiento que fundó con fines solidarios.

Empezó bajando modelos de prótesis por internet (hoy los inventores comparten estos archivos con la misma naturalidad que se manda una foto o una canción) y rápidamente los fue perfeccionando. Su prototipo cuesta unos 2000 pesos. Antes de que él entrara en el juego, una mano muy similar se conseguía en el mercado por 40 mil dólares. Obviamente, este hallazgo podría ser revolucionario.

Hace dos años, por ejemplo, la mamá de Felipe Molina, un nene que nació sin los dedos de su mano izquierda, se contactó con Gino en busca de ayuda. Seis meses más tarde, Felipe probaba su prótesis en un video de YouTube: “¿Qué manoteo?”, pregunta, y enseguida levanta con relativo éxito una bolsa de galletitas surtidas. “Gracias Gino, ya me voy a poner a practicar”, dice. Apenas dos semanas después del implante, el pibe maniobraba una caña de pescar.

Por su diseño modular, la prótesis se ajusta al tamaño del brazo y brinda la posibilidad de ir cambiando algunas de las partes a medida que la persona crece, en lugar de tener que reemplazarla entera. Es más: también se puede cambiar un dedo por una cuchara o agregar un soporte para andar en bici, entre otras adaptaciones. “No solo el chico deja de tener una discapacidad —dijo Gino en una de sus charlas TED— sino que ahora tiene un súper poder.” Brillante. Nunca el concepto de “dar una mano” se expresó de manera tan literal.

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