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Jueves, 4 de septiembre de 2003

COMO FUNCIONA LA MAQUINA DE CONSTRUIR ESTRELLAS INSTANTANEAS

La clave del éxito

Detrás de cada “joven famoso”, un equipo de estilistas, entrenadores de actuación, prensa y relaciones públicas trabajan por ellos. Les cambian el peinado, los visten a la moda, les consiguen una tapa de revista y les aseguran el fans club. Todo por ser "un famoso de la tele".

POR JULIAN GORODISCHER

Mírenlo. Las chicas mueren por él. Aparece, y la avalancha tira al piso a la petisa; las del fondo le dedican un piropo: “¡Vení que te parto en cuatro!”. Ellas quieren rozarle la cresta bien montada, o los pantalones Oxford, o verle de cerca la sonrisa-mueca, o tal vez recibir sus besitos paloma tirados a una, dos, veinte fans. ¿Quién es? ¿Un Mambrú, un nuevo galancito, el recién descubierto por Adrián Suar? “Es Fabián, el empleado de Levi’s”, alguien avisa. Y si no lo creés, probalos vos mismo: parate la cresta, delineate los ojos, cambiate el pantalón y agregá una camisa llamativa, acercate a una cámara y poné gesto de “más allá de todo”. Limitate, después, a escuchar el alarido. Fabián apenas “pasaba por ahí” cuando los Mambrú firmaban discos en Alto Palermo, un día de estos, y fíjense lo que está diciendo ahora, un poco confundido: “Veinte condenadas me arañaron en el cuello”. Queda claro: la era reality cambió las cosas y ahora cualquiera puede. Basta con acatar la Biblia que hace del tronco un buen galán y del desafinado, una estrella pop. Ejércitos en las sombras están pensando, como alquimistas, cuán alto pararle la cresta al Tripa, de Mambrú, o cómo enseñarle a Juanita Viale a decir alguna línea con convicción. Nada se interpondrá –dicta esta fábrica de estrellas en diez minutos– en la pasión entre ídolo y fan. Y para eso hay un manual de uso.

Paso 1. Una cresta muy alta. En el principio, la producción (de “Popstars”, “Escalera a la fama” o “Costumbres argentinas”) se declara incompetente y acude a los expertos. Oscar Fernández, de Roho, nunca quiso llevar a Mambrú para el lado de Justin Timberlake sino más bien a una zona cercana a The Strokes. “Pero qué bueno hubiese sido –dice el peluquero– si me hubieran respetado el original, más descuidado: quedó algo medio raro, y para eso que lo haga Giordano.” Oscar asume que el 50 por ciento del “éxito” se reparte entre el peinado y el vestuario, porque “si no tenés buena peluca, vas para atrás”. La fan exige que su chico tenga personalidad, y el pelo dota a los Mambrú de rasgos de individuo: rasta, cresta, jopo y brushing para que nadie se confunda. El “manos de tijera” favorito de la tele en la era reality mete mano para lograrlo, aunque querría llegar más lejos. “A Mariano Martínez le haría una melenota redonda de rulos tipo afro; a Celeste Cid, flequillo y pelo largo; a los Rebelde Way, nada: sería gastar pólvora en chimangos. En la tele hay mucha momia y el estilo no entra como debería. ¿Quién usa hoy el look de Pablo Echarri?”
Paso 2. Sacate esos trapos. Y después habrá que hacer algo para que luzcan a la moda, con canje o sin canje, pero lo importante era que Mariano Martínez, en “Son amores”, abandonase su uniforme de jean. La vestuarista suele visitar ferias americanas y de diseño, y siempre expresa una utopía: marcar tendencia entre adolescentes. Después se conforma con lo que hay. “A Brenda le gustaba el taco aguja y la pollerita –recuerda Ana Estévez, de “Escalera a la fama”– y se lo respeté con siete opciones de cambio. El problema es cuando se mete un productor y te ordena arbitrariamente: ‘Sacale el verde de los párpados’. La tele impone prioridades, y Estévez libró su batalla personal. “Pablo (el ganador) no tenía un cuerpo fácil y era un poco andrógino: lo pasamos de un look a lo Alejandro Lerner a un Alejandro Sanz, con camisas largas para taparle la cadera. Le cambiamos el look hasta que pusieron un freno y ya no tuvimos más recursos para experimentar.”
Paso 3. Que ladren, Sancho. Pero que no digan porquerías, y para eso todo “famoso” deberá tener su propio agente de prensa que le piense una imagen a medida. “Si está muy alto –dice Tommy Pashkus–, mi posición es que no vaya a cualquier lado. Una estrella no puede ir a cualquier programita de cable.” El hombre da consejos a sus protegidos: no pelearse con el periodista, no ser falso pero tampoco descortés, no decir lo que no se quiera ver publicado y si lo dijo que no se queje, ser cuidadoso perono miedoso, cerrar bien las puertas de sus casas, no putear ni empujar y, sobre todo, seguir el sentido común, “que es lo más difícil de entender”. El resto se resuelve mejor o peor dependiendo de quién se trate. “Tomás Fonzi la está haciendo bien –cree Pashkus–, asume su romance con Juanita Viale y encima dice que también sale con Perla Santalla. Agrega un chiste y afloja la invasión: es mejor no tomar a los chismes demasiado en serio.”
Paso 4. Aprendé a hablar. El chico es un tronco, y se lo recuerda balbuceante en una tira de Canal 9, y después corrido a un segundo plano para muditos. Sin embargo, en “Costumbres argentinas” no desentona, y alguien dice que es por la nueva adquisición de las tiras de TV: la entrenadora. Nora Moseinco, ex directora de “Los Susodichos”, llegó al canal para volverlos creíbles. “Siempre hay recursos: se puede desarrollar un talento, dar seguridad y no poner al actor en riesgo. En el caso de Juanita (Viale), no tenía formación actoral y trabajé jugando con su naturaleza; vi en qué zonas se movía más cómoda y después hablé con los autores para decirles: es por acá.” A sus clases particulares llegan buscadores de “una aparición”, y la profesora les para el carro. “Mi postura es desmitificadora: les pido que no estén desesperados por llegar a ningún lado, que jueguen y se diviertan. Pero a veces es difícil; muchos están ansiosos por acceder a la vía rápida.”
Paso 5. Salí en la tapa. El resultado no estará completo si no se lo ve en una modesta tapa de revista de farándula jugando a ser divo o, en el mejor de los casos, en dupla más glamorosa en revista rockera, como les tocó a Mariano Martínez y Nicolás Cabré en Rolling Stone. La mayoría deberá conformarse con su imagen desvestida y la frase negadora: “No me siento sexy”, dirán en bombacha y musculosa. A veces no basta con quedarse en cueros, pero siempre se paga el costo. “En esta Primera B de la fama -dice Angel de Brito, del programa “Los profesionales”– detallan sus preferencias sexuales, cirugías estéticas y relatan su primera vez en la cama. Venderían a su familia, sus ex y sus amigos para mostrarlo todo. Polemizan, mienten, y se irán tan rápido como llegaron.” “Carolina Ardohain perdió su nombre el día que hizo el pacto con el diablo: en Gente le dijeron que se deje llamar Pampita o no salía en tapa”, dice la periodista Fernanda Iglesias. El representante de Mariano Martínez amenaza: ‘Si no lo ponen esta semana, no les doy la nota con la Kloosterboer’. Mostrar, mostrar, mostrar tetas, culo, todo. Ingrid Grudke y Lara Bernasconi lo saben: eso nunca falla.”
¡Misión cumplida! Tía Marga es la principal mentora de “Un rincón para amarte”, el fans club del Tripa. Invita a las chicas a su casa, las deja revolver los cajones, les cuenta sus anécdotas del jardín de infantes, y todo sea para hacer feliz y famoso al nene, que pasa cerca y les dedica no el término fan “que las subestima” sino el respetuoso “seguidoras”. “Las llamo así –dice el cantante de Mambrú– porque se lo merecen, son mi orgullo y cualquier día paso a firmarles la bandera.” Mamá y hermana colaboran, y a veces hasta hay un empleado organizando reuniones e intercambio de figuritas. ¿Qué sería del ídolo sin su fan? Lo sabe Natalia Luro, de 15, durmiendo detrás de la maceta, en el Alto Palermo, desde hace cinco días, y todo sea para estar frente a frente durante diez segundos. “Escuchamos música, jugamos a las cartas, tomamos mate...” Fan agradecida, disco de platino. Y en la foto recién firmada, una dedicatoria al paso: “Para Natalia, que vino temprano”.

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