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Jueves, 11 de septiembre de 2003

MANU CHAO, ENVUELTO EN UNA POLEMICA POR LA ETA

¿Todo es mentira?

El sábado en Barcelona concluyó su gira española junto a Fermín Muguruza. Por eso, por la presencia del vasco, los municipios de Málaga y Murcia no le habían permitido concretar dos shows. Desde su página de Internet, Manu respondió a lo que él llamó "burradas".

 Por Pablo Plotkin

Divorciado de la corporación Virgin, que editó sus discos desde los comienzos de Mano Negra, Manu Chao reactivó una vez más el Radio Bemba Sound System y salió de gira por Europa occidental (Italia, Francia, Suiza, España). El viaje, que llevaba el complejo y mestizo nombre de Jal-Alai Katumbi Express, incluía la participación del vasco Fermín Muguruza, ex líder de Negu Gorriak. Era el primer tour de Radio Bemba luego de una serie de actuaciones semisecretas en “garitos” españoles de poca monta, a comienzos de este año. La semana pasada, la gira se convirtió en noticia por la suspensión de los shows previstos en Málaga y Murcia, cuyos ayuntamientos (municipios) negaron la concesión de locales tras la protesta de la Asociación de Víctimas del Terrorismo. La AVT declaró que la presencia de Muguruza –hombre cercano al partido independentista (e ilegalizado) Herri Batasuna, señalado como brazo político de ETA– “pisoteaba la dignidad” de los muertos. El trovador francogallego –a quien, a esta altura, parecen exigírsele más gestos políticos que canciones– dijo que la prohibición suponía una vuelta de “los viejos tiempos”. Esos en que la Guerra Civil Española que llevó a Franco al poder obligó a sus padres a exiliarse en Francia.
El episodio de censura ocurre a cinco meses de la ilegalización de Batasuna, resultado de un proceso de menos de un año del que participó el juez Baltasar Garzón y que fogoneó el gobierno español de José María Aznar. En ese contexto, Fermín es una especie de terrorista a ojos del Estado español y del mapa de seguridad internacional cartografiado por Washington. En un escrito publicado en su sitio internético, Manu Chao salió a defender a su amigo, aduciendo que se estaba proyectando una imagen “totalitariamente caricaturizada y tendenciosa” de Fermín. “Son ataques agresivos, hostiles e injustos”, opina el patchankero repentista. “Las acusaciones de promover asesinatos, de ser defensores del terrorismo más sanguinario y no sé cuántas burradas más, duelen y ofenden porque distorsionan y torturan nuestra imagen pública y nuestros ideales más profundos.”
La gira había comenzado el 24 de agosto en Pamplona y pasó por Vigo, Madrid, Tenerife y Barcelona, donde –el sábado pasado– Chao pidió “una tregua con ETA” y tocó para 10 mil personas en el estadio de Rubí. Allí también, la AVT y el PP (el partido del gobierno) repudiaron la presencia de Fermín, pero las autoridades barcelonesas se rehusaron a cancelar el show. Manu expresó su rechazo a “cualquier tipo de violencia” y recordó sus valores republicanos: “Yo nací en París, me crié en una república y si algo me enseñó esa república es que todos nacemos iguales y que mi libertad se acaba donde empieza la de los vecinos”.
El viernes, el suplemento La Luna del diario El Mundo publicó un adelanto del libro Abecedario parcial de la mundialización, escrito por los periodistas Ramón Chao (padre de Manu) e Ignacio Ramonet, semiólogo experto en geopolítica y estrategia internacional. En un capítulo dedicado al hijo pródigo, los autores rememoran un incidente que por aquí sonará familiar: “En la Argentina, su excepcional popularidad le sentó mal a algunos. ‘¿Quién se ha creído que es este francés con aires de chaval (sic) de la calle y que, con sus 16 tarjetas de crédito en el bolsillo, viene a darnos lecciones de moral?’, se preguntaba Fito Páez, el cantante argentino que pasa por ser internacionalista. Se equivocaba Fito Páez. Porque Manu Chao –escriben su padre y Ramonet– no es candidato a ninguna estatua. A los que querrían confiarle la tarea de convertirse en el José Bové de la música, portavoz a tiempo completo de los antiglobalización, les reitera, una y otra vez, su negativa y reclama su derecho a la incoherencia: ‘La gente me exige sin parar respuestas políticas. Y yo les digo: Soy como vosotros. Estoy perdido en medio del siglo y sigo buscando la tumba de Don Quijote’”.

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