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Jueves, 16 de octubre de 2003

SOBRE EL ESTRENO DE “EXTERMINIO”Y ALGO MAS

Este es el fin, mi amigo

La nueva película de Danny Boyle cuenta la historia de una epidemia de rabia en una Londres completamente vacía. El efecto de la escena inicial está potenciado por una música igualmente inquietante: la de Godspeed You! Black Emperor. Una relación para nada casual.

 Por Martín Pérez

”¿Querés saber lo que realmente pienso?”, pregunta el líder de la banda de rock que no quiere dar entrevistas ante el periodista que viene intentando hacerles una entrevista en serio desde hace tiempo. Y, sin necesitar ninguna respuesta a su pregunta, se larga a hablar ante el grabador: “Pienso que el tiempo se nos está acabando. Pienso que hay fuerzas del mal en el mundo. Pienso que el capitalismo global está a un paso de dominarlo todo. Pienso que éste no es el tiempo para andar dando vueltas, tocando con una tonta banda de post-rock. Y pienso que cualquier cosa que uno pueda hacer ante todo esto será inadecuado”. “¿Cualquier cosa?”, pregunta, ahora sí, el periodista de la revista británica The Wire. “Sí... Es como lanzarse contra una pared gigantesca, que lo único que hace es crecer y crecer”, dice el músico, que es canadiense, se llama Efrim y no es realmente el líder sino apenas el portavoz de su grupo. “¿Realmente pensás que todo es tan desesperanzado?”, insiste el periodista desde la nota reproducida en el site del grupo (www.brainwashed.com/godspeed). “¡Pero si yo no estoy hablando de desesperanza! Para mí es algo hermoso. Es hermoso que la gente trate de hacer algo. Y es hermoso que la gente exista, al fin y al cabo”, termina diciendo el músico, cuyo diálogo periodístico –nada mal para una banda que desconfía de los reportajes– resume de la mejor de las maneras posibles el romanticismo trágico fundamental detrás de la música de Godspeed You! Black Emperor, un grupo que tal vez sea actualmente el más misterioso e irreductible de esa otra escena rockera ubicada detrás de las bambalinas del rock global.
Formados en la francófona Montreal casi una década atrás, Godspeed comenzó siendo apenas un dúo y una máquina de ritmos. Bautizado en honor a una vieja película japonesa sobre una banda de motociclistas, y luciendo en un principio el signo de admiración al final de su nombre, el grupo devino en protagonista de una creciente escena de su ciudad, heredera de la filosofía del “hacelo vos mismo” del hardcore californiano, pero que siempre fue mucho más allá de aquellos tres tonos. Con media docena de subgrupos orbitando alrededor de un grupo madre, Godspeed es un combo instrumental, que en vivo suele tocar con una formación de tres guitarristas, dos bajistas y dos bateristas, pero suma cuerdas y toda clase de opciones musicales en sus grabaciones. Con tres discos propiamente dichos editados entre 1997 y 2002, su música mezcla las guitarras twang a-lo-Morricone con los in-crescendo del rock más dark y letárgico, logrando una atmósfera opresiva, excitante y apocalíptica. Aunque suelen ser catalogados como post-rock, ellos insisten en considerarse herederos de aquel momento en que la escena alternativa norteamericana aún era la última esperanza del rock. Entre la explosión de Black Flag y Minutemen, digamos, y el estallido de Nevermind. Con tres o cuatro temas de quince minutos por disco, Godspeed son aún más extremistas que Radiohead en sus opiniones y en su música. No en vano su primer álbum arranca con un monólogo post-apocalíptico que asegura: “El auto está en llamas, no hay nadie al volante, las alcantarillas están tapadas de miles de suicidas solitarios y sopla un viento oscuro”. Y los dos primeros temas de su último opus –titulado Yanqui U.X.O. (2002) y producido por Steve Albini– llevan como nombre la fecha del comienzo de la última Intifada.
Si la música de Godspeed se ha acercado al centro de escena más de lo recomendable es por culpa del cineasta británico Danny Boyle, que eligió un tema de F#A# (1997), su primer álbum oficial –en realidad, su discografía comienza con un casete con una tirada apenas de 33 unidades– para musicalizar el apocalíptico comienzo de su último film, Exterminio. “Para mí, su música es el corazón del film. Es lo que lo hace latir. Me sirvió de inspiración más que en otras películas. Es una música directa y apasionada, que te congela desde el título de cada una de sus canciones,te captura, te quedás adentro y te dejás llevar. Y exactamente eso era lo que quería que le sucediese al público”, contó el propio Boyle al No desde su hogar londinense. Aunque le costó, el director británico logró que el grupo le dejase usar en su film el tema elegido, llamado “East Hastings” –más precisamente los poco más de diez minutos de su segundo movimiento, titulado “Sad Mafioso”–, aunque el arreglo no se extendió a su inclusión en el disco de la banda de sonido. Así que Godspeed You! Black Emperor no está amenazado por un destino exitoso similar al que sufrió Underworld cuando Boyle le echó el ojo al célebre “Born Slippy (Nuxx)” para Trainspotting. “Jamás dejarían que ‘East Hastings’ fuese lanzado como simple”, le dijo Boyle al periódico inglés The Guardian. “Pero si lo hicieran, y llegase al número uno, ellos no dejarían de ser quienes son.” Entonces, ¿quiénes son? Un grupo de rock instrumental de Montreal, cuya idea de presente se parece a aquel futuro imaginado por George Orwell en 1984. Esa bota aplastando un rostro humano, incesantemente. Y cuya música, sin embargo, recuerda ese momento trágico/epifánico en que el protagonista de El club de la pelea, con la cara humeante, toma la mano de su amada y, mientras los edificios caen ante su ventana, le explica, esperanzado: “Me conociste en una época muy difícil”. De Godspeed You! Black Emperor se podría decir algo muy parecido.

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