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Jueves, 4 de diciembre de 2003

FLORENCIA RUIZ Y SUS CANCIONES MINIMAS

Chica cósmica

Grabó dos discos durante sus vacaciones de maestra jardinera de música, para niños de 3 a 5 años. No tiene idea de Radiohead, pero se inspiró en “Crimen y castigo” para escribir una canción. Así es ella, sin poses.

 Por Eugenia Guevara

Florencia Ruiz (26) vive en un departamento en Caballito, se levanta dos veces por semana a las 6 de la mañana y toma el tren hasta Ituzaingó, donde es la maestra de música de 16 salas de un jardín de infantes con chicos de 3 a 5 años. Tiene diez años de conservatorio, es profesora de guitarra, estudió bandoneón y cursa la carrera de Composición en el IUNA. Desde julio también está dedicada a Cuerpo, su segundo disco, que presentará mañana a las 22 en Espacio Giesso (Cochabamba 360/370) acompañada por Fernando Samalea y Fernando Kabusacki. Cuerpo es un disco de media hora con nueve canciones mínimas, agradables y concretas. Climas intrigantes construidos a partir de la austeridad: la guitarra, su voz, sampleos y delicados arreglos de cuerdas y teclados. Canciones nuevas que recuerdan cierta deformidad spinettiana de los viejos tiempos. Una poesía emotiva de pocas palabras.
Aunque tres años separan a este disco de Centro, su antecesor, la forma de producción de ambos discos fue casi idéntica. “Como soy maestra, mis momentos de producción son en verano. Los discos fueron hechos en computadoras prestadas de amigos y en muy poco tiempo. En el primero incluí canciones muy viejas. Fue una especie de resumen de mi vida hasta entonces. La grabación fue caótica. No estaba interesada en hacer un disco. Hice los temas y los abandoné. Tienen la fuerza de lo totalmente improvisado, los arreglos están inventados en el momento. Lo mismo pasó con Cuerpo este verano. Un amigo me prestó una tarde la computadora. Si tenés toda la vida, quizás no hacés nada, decís ‘después lo hago’. Pero si son tres o cuatro horas, decís ‘lo tengo que hacer’”.
Florencia empezó a componer y a grabar sus propias canciones de forma casera cuando tenía 10 años; pero antes de eso había descubierto a Charly García. A los 13, descubrió a Spinetta. Sin embargo, ahora dice que el gran dilema de su vida es no ser una fanática de escuchar: “Tengo 20 discos en mi casa. Ayer fui a ensayar y los chicos me trajeron un disco de Radiohead. No sé quiénes son, no tengo idea”.
La improvisación es su forma de crear canciones. La mayoría de las que contienen sus discos, como “Niño 0”, fueron compuestas y arregladas el mismo día en que proyectaba grabarlas. “Nunca me senté a componer canciones. No escribo. Es una forma de trabajar, no le puedo prestar atención a esas cosas. Por ahí tengo un tema bueno y me lo olvido, pero no me preocupo porque quizás regrese. Con las letras me pasa lo mismo. Además, son muy cortas. Tampoco es que yo tengo mucho para decir. Tengo una sensación que me parece que está bueno transmitir, y a veces salen temas que están buenos y otras veces, no”, dice.
Mientras todo un movimiento sutil pero positivo se genera alrededor de Cuerpo, Florencia define su estilo como una búsqueda que no encaja con la música contemporánea, ni con el rock o el pop, y dice que la cuestión es cautivar un cierto público desde la honestidad. Es una música personal y, por tanto, se escapa virgen de las clasificaciones. De ahora en más, para el verano 2004, sólo resta esperar que Florencia Ruiz pueda cerrar la trilogía: finalmente tiene en su casa, y a disposición, la computadora propia.

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