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Jueves, 18 de diciembre de 2003

LAURYN HILL APUNTO Y DISPARO

¡Santo discurso!

 Por Esteban Pintos

”No creo en ningún representante de Dios en la Tierra. Estoy aquí para decirles ARREPIENTANSE, ARREPIENTANSE, ARREPIENTANSE.” Lauryn Hill, una de las más grandes estrellas de la música negra de los noventa (primero con los Fugees, después por el supervendedor The Miseducation of Lauryn Hill), descolocó a quienes entendieron de qué estaba hablando, en una abarrotada sala Pablo VI del Vaticano, al comienzo de su actuación en el tradicional concierto de Navidad que se grabó el sábado pasado y que será emitido por el Canal 5 de Italia el próximo miércoles 24 de diciembre. Antes de cantar sus dos canciones, leyó una declaración en la que señaló los casos de abuso infantil por parte de sacerdotes recientemente denunciados en Estados Unidos (no del padre Grassi, pero cabe incluirlo). “No represento a ninguna religión y no estoy aquí para festejar el nacimiento de Jesús sino para preguntarles por qué no están de luto por la muerte de Jesús. El Santo Dios es testigo de la corrupción de su liderazgo, de la corrupción y de los abusos. Que es lo mínimo que puedo decir del clero.”
La declaración volvió a poner en primera línea de titulares a Lauryn Hill, sumergida desde hace dos años en un exilio interior de orientación mística. Premonitoriamente, una extensa nota publicada en el Nº 934 de la revista Rolling Stone edición Estados Unidos daba pistas de su estado actual. Allí se da cuenta del larguísimo y hasta ahora interminable proceso de grabación de su próximo disco, y de su relación amor-odio con Wyclef Jean. Pero la revelación más impactante alude al “Hermano Anthony” (Anthony Wayne McGugan sería su verdadero nombre), un religioso de procedencia desconocida que –según los testimonios que cita la investigación– influye decisivamente en todos los actos de la cantante desde el 2000. Por su consejo, dicen, LH se deshizo de su oficina de management, renunció a vivir y presentarse públicamente como una diva También comenzó a dedicar buena parte de dos o tres días por semana para el estudio de la Biblia. “Conocí a alguien que entendió la Biblia como nadie”, dijo. “Ella está como si este hombre le hubiera lavado el cerebro”, declaró un amigo suyo. Tal vez toda esta situación (sin obviar la certeza de alguno de sus dichos), explique por qué Lauryn Hill dijo lo que dijo delante de 7 mil prominentes católicos.

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