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Jueves, 21 de abril de 2005

CUCHá, CUCHá › DISCOS PARA ESCUCHAR, DISCOS PARA QUEMAR, DISCOS PARA SCRATCHAR.

Cuchá, cuchá

Ideal para escuchar en un viaje suburbano de turismo metafísico, Intemperie de Boy-Kot es un disco instrumental que viaja por distintos paisajes anémicos con la electrónica como hilo conductor. Se trata del proyecto individual de Matu A (guitarrista de Placer) y lo interesante de su propuesta es su capacidad de integración: su ADN rockero (el comienzo del disco recuerda a los Suicide y algunos lo recordarán a Matu por Media Luz o Choque Generacional, sus proyectos anteriores) y las muchas horas pasadas escuchando dub y hip hop les dan a estas breves piezas circulares una atmósfera que contrasta con la claustrofobia de tantos simpaticones que andan por ahí jugando con sus computadoras. El juego electrónico de este Boy-Kot es el de tomar ideas transitorias, reciclarlas y buscar la eternidad de cada instante de un disco que tiene aire, humo y espacio. Y sutileza. Contacto en [email protected]
Por la calidad de la base rítmica de los Bianchi (Agustín en batería, Ignacio en bajo) y las letras de Fernando Aguirre (también en guitarra), Tierra del Fuego demuestra en Místicos animales ser una banda con personalidad propia, lo que no es poco. Hacen canciones, algunas con títulos interesantes como El hombre del cascabel, Místicos animales (que le da nombre al disco) y Coltrane. Generan climas sanguíneos y dramáticos que hacen sentir que del cuello de la cebra de la tapa pronto va brotar sangre...
La que también sigue brotando es la música de Los Natas. Su sonido surge como la lava de un volcán: a chorros, arrasando todo e imparable, como algo inexorable. Grabadas en Ara Tonstudio en Munich, en el 2003, estas München Sessions contienen lo que el título anuncia. Si hay grupos que ensayan para lograr un sonido “sólido” y “preciso”, la sala de ensayo también puede ser un laboratorio donde hacer explotar las coordenadas del tiempo y del espacio. El aporte de Stefan Koglek (productor, guitarrista invitado y cantante) potencia el extrañamiento de un grupo que, más allá de su conexión con el llamado rock “stoner” (en los agradecimientos aparecen los Colour Haze), bien podemos considerar como psicodélico. Peligroso y fascinante. Santiago Rial Ungaro

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