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Jueves, 2 de marzo de 2006

AGUAS (RE) FUERTES

Final del fuego

 Por F.D.G.

Nostalgia de las cosas que han pasado, o estrés post-vacacional, como le dicen ahora: ésa es la sensación que todo lo invade cuando el verano se extingue. Y cuando los días de libertad absoluta quedan en el recuerdo. Y en las fotos, que se consultan una y otra vez, como para elaborar el duelo. Es que muere un modo de vivir, la vacación, esa ficción tan necesaria, ese lujo que a veces viene una vez por año, que a veces no viene nunca. En el ahora vacío edificio Tamarisco, a metros del mar, quedan, sin embargo, algunos fantasmas fugitivos. Son los de Nicolás y María, dos almitas adolescentes que se encontraron ahí, en el pasillo del segundo piso, frente a la puerta 26, cuatro días antes de volverse, cuatro días antes de que el sueño termine, para fundirse en un beso eterno, justo cuando la nostalgia empezaba a avisar que la eternidad no existe. Abotonados, no se quieren soltar. Para qué. Ahora están acá, separados entre cerros de cemento, pero se siguen besando allá, con arena entre las partes, el ruido de las olas y la certeza de que el barquillero no existe más. Más nostalgia. Como Santiago y Marita en Humahuaca, como Julieta y Nacho en Tandil, o Virginia y Karina en Madryn, el nudo en la garganta está más atascado que nunca. Porque sobreviene lo vivido. Un fueguito entre dos médanos, una carpa es una casa, caricias atropelladas, un guardavidas que almuerza y una zambullida apresurada, el viento que cambia, el mar también, hay un chupón asesino, hay un hombre que se ahoga y un hijo que lo busca, no lo encuentra. Es el primer ahogado del verano. Lluvias. Después mucho sol. Más recuerdos, más nostalgia. El mar, la quebrada, el valle, qué lindo es ser libre. ¡Maten al reloj! ¡Eliminen a Cronos! No hay caso. Del fueguito a metros del Tamarisco ahora quedan sólo unos pedacitos negros entre la arena, señal de que donde hubo brasas, carbones quedan. Es el final del fuego. Y entonces mejor pensar en lo que viene. ¿Para qué si no está el Carnaval, que todo lo libera? Se viene el último corso del año. Un Centro Murga pone la música, la danza, el color. Vos y la noche y el calor hacen el resto. Ahora sí, por qué no, vale encender un nuevo fueguito.

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