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Jueves, 26 de octubre de 2006

AGUAS (RE) FUERTES

Marceló

 Por Mariano Blejman

Nació en Buenos Aires, y se fue a vivir a París cuando tenía menos de un año. Sus padres se fueron perseguidos, él se tuvo que ir porque de casualidad había nacido aquí. Culpa de sus padres, dice, que finalmente se quedaron a vivir en Francia. El volvió, de manera consciente, para fin de año del 2001, cuando el país estaba inentendible. Y vino tres veces más desde entonces. “¿Por qué?”, me preguntaba todo el tiempo Marceló. Y la verdad es que las inquietudes eran imposibles de responder. ¿Cómo que el dólar vale distinto en cada barrio? ¿Cómo que de dos partidos hay cinco candidatos? ¿Cómo que esos partidos tienen izquierda y derecha? ¿Cómo que la plata de la gente se queda en los bancos? Preguntas lejanas en el tiempo, irreales pero absolutamente factibles. Eso sí que es Argentina. Un país, una noticia para todos, un quiebre cultural y económico, pero Marceló tenía preguntas propias. Preguntas que ningún diario podía responderle. ¿Por qué? ¿Por qué tuvo él que haber sido casi francés? ¿Qué hubiera pasado si sus padres se hubiesen quedado en la Argentina? ¿Sería Marceló argentino? ¿Sería él? ¿O sería un hijo de desaparecidos? ¿Tendría otra identidad? ¿Se hubiera escapado durante la migración económica de comienzos de este siglo? ¿Hablaría Marceló sin la egre (erre) francesa que lo marca cuando habla, pero que a su vez lo hace atractivo para el argentino que piensa que Buenos Aires es como París pero en castellano? “Yo quiero dar la vuelta en 360 grados, y no ver más que horizonte”, pidió la primera vez que vino, y su destino fue la Pampa y la Patagonia. Las otras veces que vino se dedicó a entrevistar a los amigos de su padre; cabía la posibilidad de que la decisión de partir no hubiese sido de él sino de una organización que decidía también sobre hasta dónde estirar su resistencia. “Ya entendí”, me dijo ayer Marceló, en su cuarta visita en seis años, como quien comprende cabalmente que está por cerrar la historia de una búsqueda. Los “¿por qué?” están empezando a acabarse. “Ya entendí a qué vengo tanto a la Argentina.” Antes venía en busca de su historia que no fue; ahora Marceló dice que vendrá a este país a visitar a los amigos que se hizo mientras averiguaba por qué venía a la Argentina.

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