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Jueves, 26 de febrero de 2004

Operación triunfo

La cola del reality los mostró siempre desesperados por el triunfo, ambiciosos y persistentes en un nuevo planteo que recuperaba ideales, redescubridores del sueño criollo mucho tiempo después, cuando se creía perdido. Repitieron frases imposibles: “Fuerza, garra, voy a conseguirlo”, con el rictus exagerado de una Bandana. O desentonaron con convicción hasta escuchar la frase de la victoria: “Pasaste a la siguiente etapa”. El modelo de joven productivo estuvo allí: frente al Gran Rex, en la cola del casting, en el auditorio Popstars. “Hace quince años –dice Marcos Gorban, productor de Gran Hermano y Operación Triunfo–, terminabas el secundario y decidías tu carrera. Ahora todo está corrido: las decisiones se trasladaron cinco años para arriba. Y eso se vio en los realities: gente de treinta dudando sobre su vocación o su destino profesional.” Se los vio jugando a ser cantantes muchos años después, en busca de pegarla, esa instancia tan argentina que prevé un salto cuantitativo gracias al invento, la lotería o una audición... Queda claro: el último recuerdo de movilidad de clases, la esperanza del ascenso social, queda en Martínez. En la Academia Coca-Cola.

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