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Jueves, 25 de julio de 2002

EL LARGO CAMINO HACIA EL SHOW

Ingenio, amigos

Para toda banda pequeña producir una fecha es un desafío que requiere observar varios detalles, y no sólo los artísticos. El factor económico es un obstáculo duro de sortear: la oferta menos recomendable de los dueños de boliches suele consistir en “exigir” a las bandas que vendan una cantidad mínima de entradas en concepto de costos de sonido (la variante más cruel propone, incluso, el pago por anticipado del dinero de las entradas. Felizmente, esta práctica empieza a estar en desuso). Esto significa que, para que a la banda le quede algún peso, habrá que vender más entradas que las necesarias para cubrir el gasto. Siempre conviene evitar esos cánones fijos, e ir por otros acuerdos. Distintas bandas dieron buenas referencias de sus experiencias, por ejemplo, en lugares como La Salita (Entre Ríos 2700), el Teatro YMCA (Reconquista 400), Remember (Corrientes 2000) o el Centro Cultural Catedral (Rivadavia 700), donde opera el sello Cenicienta Discos. Allí no se les cobra a las bandas, hay sonido y batería, y los números se manejan como “cooperativa” entre artistas y dueños del local. En estos lugares, los shows-tipo responden al siguiente modelo: tres bandas por noche, alrededor de 90 espectadores, y entradas a dos o tres pesos (o a cuatro o cinco, pero con consumición incluida). En general, tanto para aliviar gastos como para repartir responsabilidades –conseguir equipos de sonido o la batería, el instrumento complicado de trasladar por excelencia– muchas bandas comparten fechas, lo que también supuestamente presagia mayor convocatoria de público. Pero la máxima organizativa de “a más bandas, más público y menos costos para cada banda” choca con problemas tales como la hora a la que el local quiere cortar el sonido y dar por terminada la velada. Por eso algunos grupos, para poder compartir fecha entre varios, prefieren evitar las típicas trasnochadas y producir sus minifestivales durante el día, en feriados y fines de semana. En tanto, la seguridad, que suele ser un tema complejo para emprendimientos para mucho público, en el circuito under no es problema de los artistas: los propios locales se hacen cargo de la cuestión.
Pero las variantes organizativas son muchas. Otra forma es la de Polígono Sónico, nombre que agrupa a unas veinte bandas (Richter, Telefryzer, Primavera Praga y Módulo Lunar a la cabeza) que producen ciclos propios, como el que se desarrolla durante los domingos de julio en Casa Joven, espacio del gobierno porteño. Estos grupos producen las fechas con gastos mínimos, como el alquiler de la batería y la impresión de volantes. Todos aportan algún equipo, cada banda se ocupa de sus fletes, y listo. Polígono Sónico tiene también acuerdos de difusión con radios alternativas como FM Universo y La Tribu. A falta de mejores estructuras, el consejo más sano, en todos los casos, es apelar al ingenio. J.A.

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