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Jueves, 3 de septiembre de 2015

J-indie

El pop independiente de la nación asiática a la que River viajará para disputar el Mundial de Clubes en diciembre causa enigma y sorpresa en el resto del mundo, mientras puertas adentro, de la misma forma que sucedió en la década pasada, se debate entre el indie o el under a manera de supervivencia. Con Tokio como epicentro de un movimiento del que forman parte miles de bandas, de las cuales sólo un centenar tiene la chance de tocar a menudo, muchos artistas se apoderaron de la etiqueta “indie” (en los ‘90 se le llegó a denominar “j-indie”) para desarrollar una carrera con aspiraciones comerciales. Lo que contrasta con ese espacio de libertad creativa que denotaba su acta de fundación. La alarma la encendió Fumi Chikakoshi, gerente de Rallye, sello nipón que se tornó en una vitrina honesta y real para esa avanzada, junto a Cuz Me Pain Records (Fukuoka), Second Royal Records (Kioto), Turntable Films y Too Young Records. A lo que se suma además la lucha de esa movida por la conservación de su circuito natural debido al acecho de las poderosas escenas del j-pop (abreviación de pop japonés incentivada por los yanquis) y del j-rock de su público, de sus artistas y de su identidad.

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